Los Salazar: tragedias y escándalos de la familia que pasó de una chabola en Vallecas a triunfar con los Chunguitos y Azúcar Moreno

Aunque se hayan caído en la primera eliminatoria del Festival de Benidorm, hace tiempo que han triunfado. La familia Salazar o, lo que es lo mismo, Azúcar Moreno y los Chunguitos, pasaron de vivir en una chabola en Vallecas al estrellato en los escenarios.

Encarna y Toñi Salazar, Azúcar Moreno, encontraron fama y fortuna gracias a la canción Bandido, que arrasó en el festival de Eurovisión de 1990. / getty images

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Su canción Postureo no ha podido superar la primera eliminatoria del Festival de Benidorm y, por tanto, Azúcar Moreno no volverá a pisar el impactante escenario del festival de Eurovisión, el concurso de talentos que las propulsó a la fama internacional en 1990. Unas veinteañeras Azúcar Moreno cantaban Bandido para quedar en una honrosa quinta posición, que llevó a su hit llegó a las listas internacionales. Fue la guinda del pastel para una familia, los Salazar, dedicada a la música desde siempre . Antes de que Encarna (Badajoz, 1961) y Toñi (Badajoz, 1963) se convirtieran en las gitanas más deseadas de España, sus hermanos mayores Enrique, Juan y José hicieron bailar a medio país con rumbas como Dame veneno (1976). Sobrinos del cantaor Porrina de Badajoz, un genio del marketing para su época (los años 30 y 40, a los críos les llamaban los chunguitos por su manía de apedrear trenes, así que adoptaron tal nombre para su grupo.

La familia Salazar, encabezada por Gonzalo y Candelaria y con sus nueve hijos, dejaron su Badajoz natal para probar fortuna en el Madrid de los años 70. Se instalaron en Vallecas, donde ellos mismos construyeron una chabola sin habitaciones en la que vivían los once. «La chabola nos costó 100 pesetas en aquellos tiempos», contó Juan Salazar en un programa de televisión. «Todos metidos ahí. Todos unidos». Los hermanos mayores, aún niños, debían salir cada día a la calle para ganarse la vida cantando. «Íbamos mi hermano Enrique, en paz descanse, mi padrecito y mi madre», ha recordado José Salazar. «Nosotros íbamos con ellos pasando el platillo. Y ganábamos para comer… Para vivir». Ninguno de los mayores fue al colegio: tuvieron que aprender a leer y escribir ellos solos. Encarna y Toñi vendían lotería en la Puerta del Sol y, por las tardes, recibían clases particulares de una profesora voluntaria: «No queríamos ser unas analfabetas», han recordado.

«Yo no elegí vivir allí ni nacer allí, pero estoy orgullosa de la familia que tengo», ha reconocido Toñi Salazar sobre los duros inicios de su familia.. Encarna suele contar una anécdota que retrata muy bien el desconocimiento de las verdaderas condiciones de vida de los pobres, tanto entonces como hoy. «Un pretendiente que tenía de adolescente me veía lavar en invierno, ahí con el frío, y me decía: Es que yo te quiero comprar una lavadora. Le tuvo que decir que, en la chabola, no teníamos sitio donde enchufarla. ¿Cómo iba a usarla si no teníamos electricidad?». Sintomáticamente, ninguno de los Salazar alude a su difícil situación económica cuando se menciona la tragedia, sino al fallecimiento de cuatro de los nueve hermanos. Enrique, vocalista de Los Chunguitos, murió con solo 25 años a causa de un cáncer. José sufrió un infarto a los 29, Aurelia se fue de muerte súbita a los 44 y Carlos sucumbió a las drogas a los 41.

Los Chunguitos, Enrique, Juan y José Salazar, fueron un descubrimiento de Ramón Arcusa, del Dúo Dinámico: los vio actuar en unas fiestas de pueblo y consiguió que grabasen su primer disco. Un bombazo. Participaron en la banda sonora de películas como Deprisa, deprisa, de Carlos Saura, Perros callejeros, de José Antonio de Lorna, o Días contados, de Imanol Uribe. Sus hermanas Encarna y Toñi, hasta entonces en los coros, llamaron la atención de una discográfica que las fichó en el mismo año en que murió Enrique: 1982. Su primer disco, Con la miel en los labios (1984), fue disco de oro. El segundo, Estimúlame (19869, vendió 50.000 ejemplares. El tercero incluía su hit Debajo del olivo (1988), con Tijeritas: vendieron 80.000 copias. Tras Bandido, una mezcla de música dance flamenco, se comieron el mundo. Por su poderío y lujerío, las llamaban las gitanas Armani.

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