Pincha en la foto para ver el álbum del 25 aniversario del Museo Thyssen. / d.r.

Por qué el barón Thyssen solo habló bien de dos mujeres: su viuda, Carmen Thyssen, y su primera novia, Hannelore Schmidt

Es el gran misterio (resuelto) de sus memorias: el barón Thyssen solo hablaba con cariño de Carmen Thyssen y de su primera novia.

Estamos ante uno de los misterios sin resolver más interesantes de la crónica social europea, aunque ya tenemos pistas suficientes como para sospechar sobre casi todo lo publicado. Hablamos de las polémicas memorias del barón Heinrich (Heini) Thyssen Bornemisza, publicadas en Planeta en 2014 bajo el título «Yo, el barón», en las que se dicen lindezas sobre todas las esposas del coleccionista de arte, menos de Carmen Cervera. Varios de los 'negros' contratados para la redacción de esas memorias han señalado a Tita como la mano que meció la cuna de aquellas páginas, entre ellos David Litchfield, biógrafo del barón Thyssen a comienzos de los años 90.

Este periodista, que ha entrevistado a Mick Jagger, Francis Bacon, Gore Vidal y un sinfín de celebrities, jamás se creyó que Heini hablara mal de su ex. «Es verdad que a Heini le gustaba hablar de las extravagancias de sus mujeres, pero solo de los aspectos coloristas, como por ejemplo de lo mucho que gastaban. No decía ni una palabra con malicia sobre ellas», confirmó. Y lo que era más sospechoso: solo dejaba bien parada a Carmen. Ese no era, sin embargo, el único secreto que guardan las polémicas memorias, editadas por la viuda.

Según David Litchfield, Heini le reconoció la identidad de su verdadero amor: Hannelore Schmidt-Engel, a la que todos llamaban 'Pusch'. «Es la única mujer a la que amó. Fueron amigos y amantes. Cuando los nazis invadieron el país, Heini escapó a Suiza y solo volvió a verla muchos años después. Pero siguieron siendo amigos toda la vida. Tita no tenía problema con ella. De hecho, la invitaba a España a pasar tiempo con ellos», ha recordado el biógrafo. Tanto es así, que es la otra mujer importante en la vida sentimental de Heini que no recibe críticas.

El barón Thyssen conoció a Hannelore Schmidt-Engel en el Deutsches Realgymnasium, un pequeño colegio alemán ubicado en La Haya (Países Bajos). Él ya era un niño de padres separados al cargo de personal de servicio, y ella pasó varios años de su infancia en Italia, por recomendación de la artista nazi Leni Riefenstahl, amiga de la familia. Fueron amigos en el colegio y se convirtieron en novios en la adolescencia, aunque Pusch era mayor que el pequeño Heini.

«Algo muy especial nos unía: nuestros respectivos padres se habían separado cuando nosotros teníamos seis años», contó el Barón en sus memorias. «Jamás olvidaré el verano de 1937, en que, a mis dieciséis años, ella estaba de vacaciones en Forte dei Marmi y yo en un hotel de Viareggio. Nos veíamos todos los días. Una noche, para que Edda, mi nurse, no notara mi ausencia, metí la ropa en mi cama de tal forma que pareciera que yo estaba dormido dentro, me escapé y entré por la ventana que previamente Pusch había dejado abierta. Así fue como pasamos toda la noche juntos».

Cada verano, Hannelore marchaba a Italia, y en esa estancia una tercera personal entró en juego: el heredero del imperio Fiat, Gianni Agnelli. «La paseaba subida en la barra de su bicicleta y para mi gusto, hablaban demasiado», recordó Heini. No llegaron a resolver sus diferencias del todo, pues estalló la guerra y pilló a una en Italia y al otro, en la neutral Suiza.

Eso enfrió la relación sentimental, sobre todo porque el heredero Thyssen se sumergió en la vida universitaria y en una alta sociedad que trataba de vivir de espaldas al conflicto bélico. De hecho, Pusch entró a trabajar como mecanógrafa en la marina alemana y allí conoció a un capitán de submarino con el que se casó y tuvo do hijos. Quedó viuda en 1961 y a pesar del modo en que acabó su noviazgo con el barón, los lazos entre ellos eran fuertes y mantuvieron la amistad hasta que ella falleció, en 2004.

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Tita Cervera