Blanca Suelves se divorcia. /
Blanca Suelves, la chica de Don Algodón cuya imagen impactó en el público español de los 80 más que la de Claudia Schiffer o Cindy Crawford juntas será para muchos la eterna novia ficticia del rey Felipe VI (cuando era príncipe , por supuesto). Blanca Suelves cumplía con algunos de los requisitos imprescindibles para el cargo de pareja oficial y futurible reina: e ra guapísima, de buena familia y discreta a más no poder. Gracias a dios la realidad se impuso y Blanca Suelves acabó encontrando a su propia pareja y deshaciendo de un plumazo el rumor que la persiguió hasta que llegó Gigi Howard a las portadas de las revistas . De hecho, el pasado mes de julio Blanca Suelves cumplía sus bodas de plata con su marido, el duque de Alburquerque, Ioannes Osorio. Pero incluso esta pareja no ha podido ser y vía Hola nos hemos enterado que los duques de Alburquerque se divorcian. ¿Es este el mejor momento para recordar que Blanca Suelves pudo haber sido la novia perfecta de Felipe?
Eran los años 80 y la lista de «solteros de oro» en España se reducía a solo un nombre: el príncipe Felipe. Durante un tiempo buscarle novia fue el pasatiempo nacional de las revistas del corazón y pillarle «in fraganti» la meta de los paparazzis de medio país. Como en aquel momento él todavía no había mostrado su clara preferencia por las plebeyas, todos se pusieron a rebuscar en su entorno noble más cercano y apareció en su radar la más guapa e ideal, Blanca Suelves.
Discreta, hermosa y con un pedigrí impecable, la hija menor de los condes de Tamarit tenía la edad adecuada (la misma que el futuro rey) y gozaba de una fama espectacular gracias a su trabajo como modelo en exclusiva para Don Algodón. Además frecuentaba Pachá y el resto de discotecas pijas madrileñas con la misma asiduidad y en el mismo horario que el hijo de los reyes. ¿Tan descabellado era pensar que acabarían juntos?
Blanca Suelves nació en Lima en 1968 fruto del matrimonio entre Juan José de Suelves y de Ponsich, marqués de Tamarit y Vizconde de Montserrat, y Victoria Eugenia de Figueroa y de Borbón. La benjamina de una familia numerosa compuesta por seis hermanos nació en Perú porque su padre, noble catalán donde los hubiera, escogió el país andino como residencia y como lugar en el que amasar su fortuna. En su casa peruana recaló más de una vez Juan Carlos de Borbón (cuando era príncipe) para visitar a su mujer, familiar del emérito. Como del roce nace el cariño todos sumaron dos y más y babearon con el rumor de lo guapos que serían los hijos de Felipe y Blanca. Y todo ello sin una sola prueba.
Por su parte Blanca Suelves, haciendo caso omiso a todos los rumores, se crió en libertad, o al menos mucho más libre que sus propios hijos (como ella misma ha confesado a los medios), pero con mucha discreción a pesar de iniciarse como modelo en la pasarela Cibeles con tan solo 16 años. En un plot twist sin precedentes su anonimato quedó dinamitado cuando dio un paso al frente fichando para Don Algodón, la marca más pija en España del momento.
Para Blanca lo de ser modelo le vino bien para ganar su propio dinero, dejar de pensar que las modelos eran guapas pero tontas y descubrir que no soportaba a «los hombres primitivos» significase eso lo que significase. También le sirvió para hacer sus pinitos como presentadora en varios programas de televisión en Canal Satélite Digital y Telemadrid. Todo eso terminó en 1996, cuando se unió en una boda civil con Joannes Osorio en el Castillo de Altafulla (Tarragona) y se convirtió en duquesa de Alburquerque y una de esas nobles/empresarias que hacen negocio alquilando su castillo para celebrar eventos.
Desde que Blanca Suelves se convirtió en duquesa (aunque a los medios aseguraba que el título no lo usa oara nada), madre y empresaria y el príncipe Felipe pisó la universidad, parece que los novios ficticios decidieron que lo mejor era coincidir únicamente y exclusivamente en funerales. Así ocurrió en 2003, cuando Felipe acompañó a su madre, la reina Sofía, al funeral de Jaime Fernández de Araoz y Gómez-Acebo, sobrino de la duquesa de Badajoz. Un funeral al que la ya duquesa Blanca Suelves también acudió.
O en 2012, cuando el todavía príncipe Felipe se presentó por sorpresa en la misa funeral de su amigo íntimo Íñigo de Arteaga. Un evento al que acudieron ambos en apoyo a la familia, pero del que, por supuesto, no se conserva ni una sola imagen juntos. En 2020 coincidieron de nuevo en una capilla ardiente, esta vez la celebrada por la muerte del banquero Jaime Carvajal Hoyos, un entierro con mascarilla al que ambos acudieron con sus cónyuges. Un final bastante gris para un idilio que se saltó todas las quinielas.