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Puede que sea uno de los cantantes españoles con más éxito de las últimas décadas y, sin embargo, su figura no ha recibido la detallada atención que sí se dedica a las grandes estrellas del pop. Carlos Marín (53 años), el único cantante español en el supergrupo Il Divo , tuvo claro muy pronto que quería convertirse en una estrella. Lo consiguió, aunque sus hazañas quedaran un algo opacadas por lo inabarcable de su gesta y un género, la mezcla de pop y ópera, muy popular pero poco apreciado por la crítica. Tras la trágica muerte por coronavirus en Manchester , en un proceso rapidísimo que le llevó a ingresar, entrar en coma inducido y perder la vida en menos de 15 días, hemos recordado las cifras de su sonoro éxito: 30 millones de discos vendidos en todo el mundo, 160 discos de oro y de platino en más de 30 países y actuaciones frente a Isabel II, George Bush o Bill Clinton.
«Cantar es mi modo de sentir lo que siento, mi modo de vida», decía Marín, quien no renunció a una carrera en solitario, aunque fue con Il Divo cuando pudo colaborar con Celine Dion, Gloria Estefan o Barbra Streisand. En realidad, Il Divo fue un goloso y merecido premio tras muchas décadas defendiendo la música clásica en los escenarios. Por increíble que parezca, Carlos Marín debutó con su primer disco con solo ocho años. Fue un niño prodigioso. «Nunca habrá otra voz o espíritu como el de Carlos», se lamentaron sus compañeros de Il Divo tras conocer su fallecimiento. «Durante 17 años, los cuatro hemos estado en este increíble viaje juntos y echaremos de menos a nuestro querido amigo. Esperamos y rezamos para que su hermosa alma descanse en paz», escribieron en Instagram David, Sebastien y Urs.
De niño, a Carlos le llamaban el pequeño Caruso por una increíble voz que anunciaba un futuro brillante. Carlos Marín nació en 1968 en Rüsselsheim, Alemania, y con solo 8 años grabó su primer disco gracias a un personaje muy popular en la época: el padre Abraham, cantante y compositor holandés. Eran clásicos de la ópera que le permitieron dar sus primeros conciertos y grabar un segundo disco dos años después. Con 12, su familia se trasladó a España y Carlos pudo estudiar música en el Real Conservatorio de Madrid y tomar clases de canto con Alfredo Kraus o Montserrat Caballé.
La carrera de Carlos Marín como barítono sería deslumbrante: actuó en televisión, triunfó en musicales (Los Miserables, La bella y la bestia, Grease, El hombre de la Mancha) óperas (La Traviata, El barbero de Sevilla, Madame Butterfly) y zarzuelas (La revoltosa, La verbena de la Paloma). Sin embargo, con 35 años decidió darle un giro radical a su trayectoria y presentarse en la oficina del productor británico Simon Cowell, manager de Spice Girls o Amy Winehouse y, por aquellas fechas, empeñado en sacar adelante una boy band de ópera pop que siguiera la estela de Los Tres Tenores (Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras).
Los componentes de Il Divo con su creador, Simon Cowell, en el centro de la foto. /
Carlos Marín, fan de Tom Jones, Elvis Presley y de Queen, fue la pieza clave de un grupo que jamás habría podido funcionar sin él, según reconoció el mismo Simon Cowell en 2004. «Me había dado tres meses de plazo antes de cerrar el proyecto de Il Divo cuando Carlos, un español de 35 años, apareció por mi despacho. Ya era una estrella. Pero, además de encantador, cuando comenzó a cantar se me pusieron los pelos de punta». El grupo se completó con el tenor suizo Urs Bühler, el cantante pop francés Sébastien Izambard y el tenor estadounidense David Miller y su primer álbum, con tres canciones en inglés, seis en italiano y tres en español, vendió 5 millones de copias. El single, una versión de Unbreak My Heart de Toni Braxton, fue un bombazo. Le siguieron, hasta 2018, ocho álbumes de estudio, un disco de Navidad, dos en vivo y una compilación de grandes éxitos, además de múltiples giras mundiales.
Su vida privada fue siempre muy privada, aunque la mujer de su vida fue sin duda la cantante y actriz Geraldine Larrosa, con la que coincidió a mediados de los 90 en el musical La bella y la bestia. Como si fuera un cuento hecho realidad, Bestia (Marín) se enamoró de Bella (Larrosa) e iniciaron una relación que duró 17 años, aunque jamás se rompió la complicidad y la amistad entre ellos. El cantante de Il Divo produjo el debut en solitario de Geraldine como Innocence, en un barroco proyecto de rock sinfónico que tuvo cierto predicamento en su momento. En 2005, Carlos Marín organizó una boda de ensueño en Disneyland (California), a la que acudió toda la familia de ambos. «Es la persona mas buena del mundo, la más generosa», desveló Innocence en sus redes sociales.
Desafortunadamente, el matrimonio solo duró tres años y la pareja se divorció en 2009, aunque la relación entre CarlosMarín e Innocence siempre fue estrecha. También siguieron actuando juntos. De hecho, grabaron una actuación para el especial de Televisión Española de Nochevieja de este año: cantaron juntos su versión de Bohemian Rhapsody. «Gracias a todos por respetar mi silencio doloroso», ha agradecido una afectada Geraldine Larrosa en sus redes. «Quiero que todo el mundo sepa, la mayoría lo saben, pero lo vuelvo a repetir: Carlos Marín ha sido y será siempre el gran amor de mi vida».
Uno de los episodios más desconocidos de la vida reciente de Carlos Marín tuvo que ver con una fan, una acosadora de la que solo consiguió librarse tribunales de justicia mediante. Fue a principios e 2021 cuando el cantante de Il Divo llevó ante los jueces a una mujer barcelonesa de 72 años llamada Rosa, que le había sometido a un intenso proceso de acoso durante los últimos años. La fan le llamaba constantemente por teléfono y le enviaba proposiciones sexuales (de prácticas, por cierto, sadomasoquistas), cartas de amor y amenazas, además de enviar mensajes ofensivos e inapropiados a su familia y amigos. La situación se hizo insostenible y terminó afectando a Marín, convertido contra su voluntad en el amor platónico de la señora. Al final, los jueces dictaron una orden de alejamiento y una multa de 60 euros.