Las tres tragedias de Carmen Martínez-Bordiú: la muerte de un hijo, el traumático accidente mortal de su exmarido y el abandono de su amante (por quien renunció a su familia)

En la vida de Carmen Martínez-Bordiú han coexistido la pasión y la tragedia, que han llevado su trayectoria vital por caminos que una niña nacida y educada con los más altos privilegios nunca imaginó. Repasamos las tres tragedias que marcaron su vida.

Carmen Martínez Bordiú: alejada de la vida pública junto a su novio 35 años menor que ella y con la sombra de un pasado que la persigue / getty images

Elena Castelló
Elena Castelló

Una boda sin amor

El 8 de marzo de 1972, Carmen Martínez-Bordiú Franco y Alfonso de Borbón Dampierre , duque de Cádiz, contraían matrimonio, en la capilla de El Pardo, ante empresarios, políticos y aristócratas, y los entonces príncipes de España, Juan Carlos y Sofía , pero pocos representantes de las Casas Reales europeas que, en su mayoría, declinaron la invitación. El protocolo era el de una boda de Estado. La novia lucía un exquisito vestido de Balenciaga en raso de seda y aplicaciones florales con perlas, y una impresionante tiara de diamantes y esmeraldas, regalo de su abuela, Carmen Polo de Franco.

Vídeo. Los romances de Carmen Martínez-Bordiú: de Borbones a Chatarreros

El novio, Alfonso de Borbón , ocupaba entonces el puesto de embajador en Suecia, donde se instaló la pareja, tras la boda, y hubo quien pensó que podría llegar a ocupar el trono de España, en lugar de don Juan Carlos, del que era primo hermano. Su padre era el infante Don Jaime, hijo de Alfonso XIII, y había renunciado a su derecho al trono por una sordera que padecía desde niño. Esa renuncia nunca fue aceptada por sus hijos y él mismo trató de hacer valer sus derechos en numerosas ocasiones.

Carmen y Alfonso se habían conocido en Suecia, en un viaje que había hecho ella con sus padres. Ella tenía 19 años y llevaba cada vez peor la férrea disciplina familiar, en la que se sentía ahogada. No soportaba los horarios, ni la intrusión de su padre, Cristóbal Martínez Bordiú, marqués de Villaverde, en sus noviazgos. Con 16 años, Carmen se había enamorado de Jaime Rivera Rosales, un jinete que a su padre le parecía «sin oficio, ni beneficio», y al que se opuso firmemente. Fue un primer amor imposible.

Carmen se prometió dejar la casa paterna a la primera oportunidad. Se fugó a Niza, Francia con otro pretendiente, Fernando de Baviera y Mesía, quince años mayor que ella y casado, causando un escándalo mayúsculo. Pero el momento se presentó, poco después, con Alfonso de Borbón, un candidato que entusiasmó a toda la familia y cuya relación alentaron Carmen Polo y el propio marqués de Villaverde. Soñaban con la idea de que Carmen se convirtiera en Reina de España. Y Carmen con la posibilidad de ser, al fin libre, libre.

Las cortapisas que había tenido con otros novios se esfumaron con Alfonso. Todo eran mimos al nuevo noviazgo. Las fiestas, las cenas y los almuerzos organizados por el novio para festejar a Carmen eran constantes: «Yo era la mujer más ilusionada y enamorada del mundo, aunque nos hubiéramos visto muy poco». En realidad se vieron cuatro o cinco veces y él enseguida le pidió matrimonio.

Ocho meses después de la boda nació su primer hijo, Francisco de Asís. La pareja regresó de Suecia y se instaló en Madrid. En 1974, nació su segundo hijo, Luis Alfonso. Pero Carmen no encontraba en su nueva vida la libertad con la que había soñado. En su lugar, debía convivir con un hombre serio, traumatizado por el difícil divorcio de sus padres, que se reprochaban su mutua infidelidad, y con un halo de perpetua tristeza, tras una infancia de abandono y una posición ambigua en la familia real.

Carmen Martínez Bordiú con sus dos hijos.

Alfonso estaba obsesionado con el cumplimiento del deber y con el protocolo: exigía a las amigas de Carmen que la saludasen con una reverencia y que no le dieran nunca la espalda. Carmen estaba llena de vitalidad, le gustaba salir, divertirse. Quedaba con algunas amigas que estaban divorciadas. Se hizo íntima de Isabel Preysler, que vivía en su mismo edificio de Madrid.

Tras un periodo de difícil convivencia, los duques de Cádiz iniciaron los trámites de separación en 1979. Carmen había dejado a sus hijos en Madrid y se instaló en París con un hombre 30 años mayor que ella: el anticuario Jean-Marie Rossi. En 1983 finalmente Carmen y Alfonso obtuvieron el divorcio. La nulidad matrimonial llegó en diciembre de 1986. En la sentencia eclesial, se tilda a Carmen de inmadura y caprichosa

Carmen y Rossi se habían conocido durante un crucero, en 1977, en la ciudad italiana de Bari. Olimpia de Borbón, prima del duque de Cádiz, invitó al matrimonio a unas minivacaciones donde también se encontraban el anticuario y su esposa Bárbara. Corría el año 1974. Carmen tenía 23 años y Rossi 48. Para Carmen fue una gran pasión amorosa, pero también el aprendizaje vital que había estado anhelando.

Rossi era un hombre con gran sentido del humor, culto y desprejuiciado, relacionado con la aristocracia y la alta burguesía parisinas. Carmen se instaló en París durante los siguientes 20 años. Alfonso nunca llegó a aceptar aquella ruptura y el escándalo que supuso en los primeros años de la Transición.

La pérdida de su hijo mayor

Pero la felicidad de Carmen se mezcló con uno de los acontecimientos más insoportables para una madre: la muerte de un hijo. Fruto de su matrimonio con Alfonso de Borbón, Carmen había tenido dos hijos: Francisco de Asís y Luis Alfonso. El 5 de febrero de 1984 un grave accidente de coche provocó el fallecimiento de Francisco de Asís, el mayor de los dos.

Todavía hoy impresiona el s emblante inexpresivo de Carmen tras unas gafas oscuras en el cementerio de El Pardo, mientras enterraban a su hijo. «No derramé ni una lágrima», explicaría años después en una entrevista. «Cuando el dolor es tan fuerte se te secan las lágrimas».

El coche lo conducía su exmarido, Alfonso de Borbón., que tenía la custodia de los hijos del matrimonio. Volvía con ellos y su nanny, Manuela Sánchez Prat, de pasar unos días en la nieve, cuando se saltó un stop y se empotró contra un camión. Las heridas de Alfonso y de su hijo Luis Alfonso fueron muy graves, pero se recuperaron, pero Francisco, de 11 años, ingresó clínicamente muerto en la Clínica de Navarra.

Carmen nunca reprochó nada a su exmarido, aunque hubo quien vio en la muerte de su hijo un castigo del destino. Poco tiempo después, con Carmen muy afectada por la muerte de su hijo Francisco, Rossi y ella deciden casarse, por lo civil, el 11 de diciembre de 1984. En 1985 nacería su hija María Cynthia. Pero, la muerte volvió a golpear a la familia: a los pocos meses, moría una de las hijas de Rossi, Mathilda, en un accidente náutico. La pareja se separó en 1995.

Civilizadamente, como buenos amigos. Cinthya, la niña, se quedó en París, pero su madre la veía con frecuencia. Jean Marie Rossi volvería a casarse, por cuarta vez, con María Grimaux, hoy su viuda. Y Carmen se instaló en una finca sevillana con el arquitecto italiano Roberto Federicci, con el que estaría 10 años.

La muerte de su exmarido

Alfonso de Borbón vivió los últimos años de su vida con la culpa por el accidente, pero Carmen nunca dijo una palabra contra su exmarido por la muerte de su hijo. Otra gran tragedia estaba por llegar. El 30 de enero de 1989, Alfonso moría degollado mientras esquiaba en Beaver Creek, en Colorado, Estados Unidos, con un grupo de amigos. Mientras desciende por una ladera, un operario manipula un cable de acero para colocar una pancarta.

El cable degolló al Duque de Cádiz. Carmen, presentó una demanda por negligencia contra el resort de Beaver Creek, para defender los intereses de su hijo Luis Alfonso. Poco antes del juicio, llegó a un acuerdo con la aseguradora. Se manejaron algunas teorías conspirativas para justificar lo que solo había sido un trágico accidente.

Alfonso tenía 52 años y aquel era el final trágico de una vida que había estado empañada por la tristeza y, en ocasiones, la amargura. De niño, él y su hermano no iban de vacaciones porque sus padres, separados, no se ponían de acuerdo sobre con quién debían ir. Cumplió un trágico destino. Carmen intentó que su hijo Luis Alfonso viviera con ella en París, pero se dio cuenta que, con sus 14 años, era una decisión muy dura para él. Tenía que dejar su colegio, a sus amigos. Así que después de unos meses, Luis Alfonso volvió a España y se instaló con su abuela Carmen, en Madrid.

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