Lolita, Charo Vega y Carmina Ordóñez: por qué las amigas del alma rivalizaron por el amor de los mismos hombres (y quién salió perdiendo)

El cruce de novios entre Carmen Ordóñez, Lolita y Charo Vega demuestra que la amistad entre mujeres está por encima de (casi) todo.

Pincha en la foto para ver por qué Carmina Ordóñez se ha convertido en un icono indiscutible, también en la moda./gtres

Pincha en la foto para ver por qué Carmina Ordóñez se ha convertido en un icono indiscutible, también en la moda. / gtres

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

No es nada que no hayamos comprobado tanto en la vida real como en infinidad de películas y series de televisión: hay flechazos solitarios y hay amores de pandilla, esos que sobrevienen con el roce de la noche, las fiestas, las mañanas. Quien más quien menos se ha experimentado con algún embrollo sentimental en su primera juventud, aunque hay que precisar que nuestros protagonistas eran ya talluditos cuando se dedicaron a quemar la noche de Marbella como si no hubiera un mañana.

Hablamos de finales de los 70 y principios de los 80, el despertar a la juerga de toda una generación que tenía oportunidad de desfasar ya entrada la edad adulta. La edad dorada de la Costa del Sol fue el escenario de las correrías de una pandilla mítica: la que unió a Carmina Ordóñez , Lolita Flores , Charo Vega , los legendarios 'choris', esos vividores llamados Antonio Arribas, Yeyo Llagostera, Luis Ortiz (el eterno compañero de Gunilla von Bismark) y Jorge Morán, y muchos famosos que acudían a Marbella como moscas a la miel.

Todo empieza un poco antes, cuando una jovencísima Carmina Ordóñez (17 años) se casa con su primer flechazo: Francisco Rivera Paquirri. Corría 1973 y Carmina estaba deseado librarse de la tutela de su padre y volar. En 1979 y con dos hijos decidió escapar también de la tutela de su marido y pidió la separación. Dicen que ella fue el gran amor de él y que jamás la olvidó, pero lo cierto es que a su divorcio el torero decidió enrollarse con todo lo que le gustó, incluida la mejor amiga de su ex y entonces cantante sexy Lolita.

Comienza aquí un embrollo de novios entre las tres amigas que esconde su poso trágico: aquí lo complicado no es enamorarse, sino que el amor sea correspondido en tiempo y medida, el dramón siempre presente en grandes historias sobre la amistad como «Menos que cero» (1985), la novela de Bret Easton Ellis, o las películas «Los amigos de Peter» (1992) o «Siete bodas y un funeral» (1994).

Mientras Carmina apuraba los últimos años de matrimonio con Paquirri, Lolita vivía una apasionada historia de amor con Antonio Arribas, el 'chori' más irresistiblemente hippy, playboy confeso, especialista de cine y sexy a morir. Estuvo con él cuatro años, tras dos historias más bien intrascendentes con Manolo Lapique (hermano de Cari Lapique) y Sebastián Palomo Linares (el torero que la apodó 'la cucharacha'). Lo suyo se rompió, precisamente, por Carmen Ordóñez.

La química empezó a cambiar de rumbo en las salidas nocturnas de las dos parejas, el matrimonio formal y los amantes modernos. Dicen que Carmina creyó a Lolita cuando esta dijo que su relación con Arribas era abierta y se lanzó a por él antes incluso de dejarlo con Paquirri. Lo cierto es que a Lolita se le rompió el corazón y se distanció de su amiga. Para empeorarlo todo, Arribas se enamoró localmente de 'la Divina'. A su muerta, Lolita dijo sobre su relación con el 'chori': «Él marcó mi pauta y su huella estará en mí para siempre».

Antonio Arribas no fue para Carmina más que otra muesca en su cinturón, y como sabemos su liberación marbellí continuó su curso entre fiesta y fiesta. Mientras tanto, los dos daños colaterales de su celebrada libertad terminaron enrollados, acaso con una chispa de despecho. Lolita, ella misma lo ha reconocido, se enamoró brutamente de Francisco Rivera Paquirri, hasta el punto de soñar con boda.

El torero, que la llamaba cariñosamente 'enana', sin embargo se acostaba con quien le venía en gana. No solo con Lolita sino por ejemplo con Bárbara Rey. Al final terminó dejando a la primogénita de Lola Flores por Isabel Pantoja, cosa que convirtió a Lolita en la destinataria de la conmiseración de medio país. La verdad es que no era la primera vez que una buena amiga adelantaba a Lolita por la derecha en cuestiones de amor.

Antes del desparrame marbellí, cuando Lolita comenzaba a probar sus alas en las noches del sur, la hija de la Faraona tuvo que enfrentarse a su primera gran decepción sentimental. Sería la primera de muchas, ahora lo sabemos, pero ha terminado cerrándose en los últimos meses con una anécdota genial. Eran los primeros años 70 y los veranos de Marbella despertaban. Casadísima Carmina, Lolita salía con Charo Vega, la tercera pata de una pandilla femenina que ha mantenido la amistad durante décadas. La nieta de Pastora Imperio era una verdadera belleza racial y, con solo 17 o 18 años, conquistó el cantautor de moda del momento: Joan Manuel Serrat. Drama: Lolita se enamoró con locura del compositor y cantante, novio de su gran amiga.

Serrat, genio y figura desde pequeñito, la rechazó con delicadeza: le explicó que aún debía madurar. Aquello quedó en una amistad que ha dado frutos hasta hoy. En una reciente entrevista, Lolita contó que fue Serrat el que la convenció para decir sí al monólogo teatral «La plaza del Diamante», con el que ha recibido tan buenas críticas. Tenía miedo a «hacer el ridículo» y fue él el que le quitó ese temor de la cabeza.

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