Los únicos ocho rivales a los que tiene que superar Chanel Terrero para ganar Eurovisión esta noche: de la ventaja de Ucrania al movimiento viral de Reino Unido

Por primera vez en muchos años, podemos soñar con la victoria de España en el Festival de la Canción de Eurovisión . La candidatura de Chanel se ha desmarcado como una de las más populares entre los seguidores del certamen europeo y existe la posibilidad de que alcance el Micrófono de Cristal . Sin embargo, el camino no será fácil, ya que se enfrenta a un buen número de rivales igualmente llenos de carisma y talento que podrían convertirse en ganadores. Eso sí, a Chanel le beneficia ser una de las pocas propuestas marchosas en mitad de un mar de baladas. ¿Quiénes son sus mayores contrincantes el próximo sábado?

Si habéis participado en alguna conversación sobre Eurovisión en los últimos días, seguro que habréis dado con alguien que ha sugerido que Ucrania va a ganar solo por la guerra. Es un pensamiento muy extendido, pero cabe preguntarse si el el voto por simpatía será suficiente para darle la victoria a Kalush Orchestra (cuyos miembros necesitaron un permiso especial para salir del país para Eurovisión). Stephania es una canción dedicada a la madre del líder del grupo y puede calar con su interesante mezcla de folk tradicional con el rap y otros ritmos más actuales, además de porque los chicos consiguen convertir el escenario en una fiesta.

Sin embargo, cuestiones políticas al margen, en el festival hemos visto propuestas de este corte mucho más potentes (sin ir más lejos, SHUM de GO_A, la canción ucraniana del año pasado). En caso de que Ucrania ganase, es prácticamente imposible que pudiese organizar Eurovisión el año que viene por carecer de estabilidad política e infraestructuras; lo organizaría algún país que se ofreciese voluntario, probablemente un miembro del Big 5.

Solo cinco países (uno de ellos, España) ha logrado ganar Eurovisión en su propio terreno, algo que no sucede desde la triple victoria de Irlanda en 1992, 1993 y 1994. Y esa es la gesta que pretende Italia con el dueto de Mahmood y BLANCO.

El primero ya quedó segundo con Soldi en 2019 y regresa como favorito con Brividi, una balada sobre dos hombres que han roto su relación, pero aún se recuerdan con cariño y, como reza su título, con escalofríos. Como ya pasase con Måneskin, triunfadores del año pasado, la canción de los ganadores de San Remo es la más escuchada en Spotify de todas las candidaturas, con cinco veces más streams que la segunda más popular, Hold me closer de Cornelia Jacobs.

Si durante el confinamiento aquí nos enganchamos a los vídeos de Ana Milán, LalaChus o Patry Jordán, en Reino Unido quien causó furor fue un risueño y melenudo cantante y su lámpara de mesa verde (que se convirtió en broma recurrente). Sam Ryder rebosa a partes iguales carisma y virtuosismo vocal, por lo que no cuesta entender su éxito en TikTok donde versionaba canciones de Queen, Michael Jackson o Alicia Keys (quien vio el vídeo y lo compartío).

Space Man es una balada que le viene como anillo al dedo para lucir su técnica y registros y emocionar. La letra nos invita a volar con él «Si fuera astronauta, estaría flotando en el aire y un corazón roto solo pertenecería a alguien de allá abajo», comienza, mientras que otra parte deja entrever que habla de, quizás, la tristeza y la depresión («He buscado alrededor del universo, he estado en algunos agujeros negros. No hay nada más que espacio, tío») aunque con un aura esperanzadora.

Suecia es uno de los países que más esfuerzo e ilusión ponen a su preselección, el Melodifestivalen, y por ello suelen tener candidaturas interesantes y que calan entre los seguidores de Eurovisión. La de este año es una balada con aires indie sobre una ruptura sentimental y con una propuesta visual tan sencilla como efectiva: una pantalla circular que cambia de color y que destaca la presencia escénica de la cantante Cornelia Jacobs.

En su contra juega que recuerda bastante a Shallow de Lady Gaga, así como la duda es si se trata de una canción que puede llegar al público general o si se quedará en una propuesta inflada por la burbuja eurofán.

Para que no se duerman entre tanta balada (aún quedan varias), llegan los noruegos Subwoolfer desde, según ellos, la Luna. Se trata de la propuesta gamberra de este año: los dos cantantes están disfrazados de lobos, a sus bailarinas tampoco se les ve el rostro y les acompaña un astronauta.

Su identidad es un misterio y juegan con ello (a lo Mask Singer), además de aportar un rato de diversión con una letra que nos advierte «antes de que el lobo se coma a la abuela, dale a ese lobo un plátano» y unos pasos de baile sencillos de aprender. ¿Será suficiente para ganar o se quedarán en una broma simpática a lo Chikilicuatre?

La cantante S10 se convirtió en una de las favoritas desde que se anunció que sería la representante de Países Bajos, ya que allí es muy conocida a pesar de su juventud. Tiene 21 años, pero comenzó su carrera con 17, mezclando hip hip, dance y rap, aunque a Eurovisión lleva una balada tranquila pero pegadiza gracias al «Uh-uh, ah-ah» de su estribillo. Tras la aparente fragilidad de esta chica rubia se esconde una historia dura: desde los 14 hasta los 17 años sufrió depresión y alucinaciones acústicas, llegando incluso a ser internada durante un tiempo en una institución psiquiátrica.

Afortunadamente, los malos momentos pasaron y ahora habla de ello abiertamente para ayudar a otros jóvenes que pasen por lo mismo. Su canción, De Diepte (que se traduciría como El abismo), habla de una ruptura y de la depresión. En su contra juega una puesta en escena casi inexistente, pero la belleza de su música puede compensarlo. Con ella, Países Bajos vuelve a cantar en holandés, algo que no pasaba desde hacía doce años.

Amanda Tenfjord compagina su carrera musical con su trabajo como doctora de urgencias en un hospital. Esta griega criada en Noruega trae otra balada sobre desamor, aunque esta sí está apoyada por una puesta en escena que destaca.

Un montón de sillas tiradas por el escenario representan las dificultades de una pareja que ha pasado un año duro, pero que se muestra idílica de cara a la galería. «Si morimos juntos ahora, siempre nos tendremos el uno al otro, no te perderé por otra. Y si morimos juntos ahora te abrazaría hasta siempre», canta en el estribillo.

Cierra este repaso la candidatura más excéntrica del año. La odias o la amas. O quizás al principio una cosa y luego otra. A medio camino entre Marina Abramović y una estrella pop, Konstrakta canta su canción mientras se lava las manos en el escenario y aplaude durante el pegadizo estribillo («¡Biti zdrava, biti zdrava!»). ¿Se trata de la frikada del año?

Ni mucho menos. In corpore sano saca los colores al sistema sanitario serbio que no cubre a los artistas quienes, según critica la canción, no tienen derecho a enfermar. «Círculos oscuros alrededor de los ojos podrían indicar problemas hepáticos. ¿Imperfecciones alrededor de los labios? Tal vez agrandamiento del bazo. El bazo agrandado no es bueno, no es bonito. Y la artista tiene que estar sana». Los vídeos de sus ensayos, publicados en Youtube o TikTok, están entre los más vistos.