Cuántas veces nos hemos sentido los programas de crónica social en la tesitura de justificar lo que hacemos. Cuántas veces nos han pedido explicaciones sobre el tipo de entretenimiento que ofrecemos. Y todos están en su derecho. Todos tenemos derecho a sentir más o menos afinidad por un tipo de emisión u otra.
He de reconocer que yo misma, hasta que empecé a dar la cara por un programa magacine de crónica social, desconocía a la mayoría de los personajes de los que hoy debo informar. A veces sigo dándoles la importancia que tienen: la de personajes o, sin más, personas que atraen el interés del público. En este menester, me convierto en mera comunicadora, que sigue unas directrices que, sinceramente creo, lleva con muy buen criterio, el equipo directivo de mi programa. Igual que he hecho en otros formatos de programa, 'Mira quién baila', galas de Eurovision o 'Más Gente'.
A lo que iba, se critican los programas de este estilo y se sorprende la gente del interés que puede llegar a tener... Cuando recogí el Ondas por Corazón, en TVE, hace tres años, recordé que muchas veces se considera un genero menor del Periodismo. Pero el directo, sobre cualquier noticia, al final, hay que elaborarlo y defenderlo con rigor, se haga lo que se haga. Pero es cierto que no goza de la aceptación de todos.
Y que hay programas que para unos son mero entretenimiento, pero para otros resultan incómodos. Algunos lo critican incluso con beligerancia. No digo que, a veces, no tenga razón esa crítica al sinsentido. Pero, ¿acaso no hay también debates del sinsentido en la tele, que llevan horas de emisión hasta altas horas de la madrugada? ¿No hay broncas a veces enfervorecidas entre tertulianos que tienen a los oyentes, normalmente caballeros, con la atención puesta en lo que allí se defiende?
Yo misma me quedo pegada en ocasiones, absorta ante esas disputas sobre comentarios de vestuarios de futbolistas, contratos y lesiones o gestos de entrenadores que parecen que van a parar el mundo. Repeticiones de jugadas, ruedas de prensa o declaraciones de mánager de jóvenes jugadores que ganan dinerales. Y qué decir de esas emisiones que muestran el lado más insospechado de los políticos y comentaristas económicos, que se revelan cómo hoolligans de una sociedad justa. Lo único que se hace es dar protagonismo a su propio ego sin escuchar al otro.
Extraño, ¿verdad? Da que pensar. He de decir que me apasiona la forma en la que se crean las tramas televisivas en los programas. Es una nueva forma de entretener y comunicar. Se crea un interés ficticio sobre un asunto puntual que, en décimas de segundo, es pasado. En la mano de cada uno está elegir lo que quiere ver para distraerse, en caso de que lo necesite.
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20 de enero-18 de febrero
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¿Qué me deparan los astros?