Arthur Miller se caracterizó por la cantidad de mujeres a las que fue capaz de seducir. / cordon Press

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Las mujeres de Arthur Miller

El 10 de febrero se cumple el aniversario de la muerte de Arthur Miller y del estreno de su obra cumbre: ‘Muerte de un viajante’. El intelectual llevó al altar a Marilyn Monroe, convirtiéndose en leyenda de Hollywood. Ella fue uno de sus grandes amores, pero no el único. Con sus cuatro parejas vivió momentos dignos del mejor de sus guiones.

Pasó de ser un reputado autor teatral, identificado como uno de los intelectuales más interesantes de la época, a que el gran público lo conociese como ‘el marido de Marilyn’. Y lo cierto es que en la vida de Arthur Miller hubo un antes y un después de su matrimonio con la estrella de Hollywood. Él mismo reconoció que fue incapaz de resistirse a ella a pesar de estar casado. O que cuando se enteró de su muerte apenas un año después de haberse divorciado, sufrió un shock y tardó varias semanas en hacerse a la idea.

Pero la pasión que vivió junto a 'La tentación rubia' no fue la única que experimentó a lo largo de sus 89 años. De hecho, nunca estuvo solo: otras tres mujeres lo acompañaron en distintas etapas de su vida. Entre todas pudieron haber escrito un guión digno del mejor repertorio de Miller porque hubo traiciones, períodos de estabilidad, secretos y pasiones desenfrenadas. Ellas formaron parte de las luces y las sombras del escritor, quien reconoció que la presencia de sus compañeras fue fundamental en su vida: "Me gusta estar con mujeres. La vida es aburrida sin ellas", dijo en una de sus últimas entrevistas, publicada en 'New York Times Magazine'.

La novia de la infancia

La infancia de Arthur Miller no fue la que sus padres habían imaginado para él. Hijo de emigrantes judíos polacos que poseían una próspera empresa textil, Miller vivía con bastantes comodidades en Manhattan, junto a Central Park, cuando llegó la crisis de 1929. Entonces Arthur tenía 14 años y tuvo que buscar trabajo para ayudar a la familia, que se trasladó a un modesto apartamento en la otra punta de la ciudad.

Tras trabajar en un almacén de repuestos de automóviles y en los muelles de Brooklyn ahorrando dinero con el que costearse la universidad, estudió Periodismo en Michigan, desde donde regresó a Nueva York para ganarse la vida escribiendo guiones radiofónicos. En aquella época, tenía 25 años, se acababa de casar con su novia del colegio, Mary Slattery, una chica católica hija de un vendedor de seguros con quien tendría a sus dos primeros hijos, Jane y Robert, y su sueldo no era excepcional, pero sí suficiente para mantener a la familia.

Fue un poco más tarde, a punto de cumplir los 30, cuando estrenó por primera vez una obra en Broadway. Duró cuatro días en cartel y no tuvo buenas críticas, pero Miller estaba seguro de que triunfaría y probó suerte, de nuevo, tres años después con la obra 'Todos eran mis hijos'. Fue entonces cuando el dramaturgo empezó a conocer el éxito. Y también cuando se propuso escribir la mejor obra de la que fuera capaz. Para hacerlo, decidió construir con sus propias manos una cabaña en mitad del monte, en Connecticut, uno de sus lugares favoritos. Una vez terminada, se metió en ella y no salió hasta acabar Muerte de un viajante. Su estreno, el 10 de febrero de 1949, lo alzó al estrellato del círculo intelectual neoyorquino, convirtiéndolo en el dramaturgo del momento. Con el éxito llegó también el primer giro de su vida: gracias a él conoció a Marilyn Monroe, quien acabaría transformando su trayectoria personal y profesional. Su primera esposa, de quien Miller siempre dijo admirar su «integridad», dejó de formar parte de su vida poco después.

La extraña pareja

Cuentan que ya en su primer encuentro, Miller se enamoró locamente de la sex symbol por la que todos suspiraban. Algo que ni él mismo esperaba, pero contra lo que no luchó. Se conocieron en el plató de 'As Young As You Feel', que dirigía Elia Kazan, con quien entonces Marilyn mantenía una relación.

El director llegó al plató acompañado de su entonces amigo Arthur Miller y los presentó. "La conmoción que provocaba el movimiento de su cuerpo recorrió todo mi ser, una sensación en contradicción con su tristeza en medio de tanta fascinación y tanta tecnología", recordaría después el dramaturgo de aquel primer encuentro. Sin embargo, meses después, apareció en la vida de la actriz Joe DiMaggio, con quien acabaría casándose, y Miller tuvo que esperar a que las cosas dejaran de funcionar con el bateador de los Yankees para que Marilyn se acordara de él y comenzaran una relación que pondría fin a sus respectivos matrimonios.

Según Spoto, autor de una biografía sobre Marilyn, a la actriz el dramaturgo le pareció "el paladín de los perdidos y los heridos, y así fue como se ganó su aprecio". Además, dicen que en el enamoramiento de Marilyn pesó la admiración que sintió por la firme postura de Miller cuando declaró en el Comité de Actividades Antiamericanas, donde se negó a dar nombres de supuestos amigos comunistas.

'Ahora es siempre'

El escritor y la actriz pasaron un tiempo simultaneando sus matrimonios con una relación secreta hasta que decidieron que estaban hechos el uno para el otro. El día en el que Miller supo que no podría vivir sin Marilyn estaban en Boston. Fue cuatro años después de aquel primer encuentro, cuando ella tenía 29 años y él, casi 40. Pasearon y fueron al cine a ver Marty. "Me esfuerzo por acostumbrarme a estar sin ti, pero es inútil", le dijo él. "¿Por qué tendrías que hacerlo?", respondió la actriz.

Se casaron poco después por el rito judío –ella se convirtió el mismo día de la ceremonia– y mandaron grabar en sus anillos: 'Ahora es siempre'. "Entonces era un torbellino de luz, toda ella paradoja y misterio tentador, algunas veces vulgar y otras, elevada por una sensibilidad lírica y poética que pocos conservan después de la adolescencia", afirmó Miller. Para la prensa, el matrimonio entre uno de los dramaturgos más aclamados de las últimas décadas y la estrella por excelencia hollywoodiense era uno de los más interesantes de aquellos tiempos. De ahí que estuvieran juntos pero nunca solos en una misma acera, como se quejaba Miller. La constante persecución de los paparazzi fue solo uno de los problemas de la pareja. En la intimidad, la relación tampoco terminaba de funcionar. Sus amigos más cercanos contaban que su rutina era una montaña rusa.

La gota que colmó el vaso tuvo lugar un año antes de su divorcio, cuando el matrimonio ya hacía aguas y Marilyn comenzaba el rodaje de 'El multimillonario', en el que participaba el cantante y actor francés Yves Montand, casado con la actriz Simone Signoret. Las dos parejas, los Montand y los Miller, se conocían y salían con frecuencia juntos hasta que Marilyn e Yves Montand acabaron teniendo una aventura.

Fue una anécdota más en una relación tormentosa que Miller intentó salvar después de aquella infidelidad escribiendo junto a Huston el guión de 'Vidas rebeldes', basado en un relato que había publicado en Esquire. Con esa película pretendía que Marilyn encandilara al público con su primer papel serio, y, al mismo tiempo, recuperar a la mujer que amaba.

Pero el intento fracasó. "Estaba enferma físicamente y derrotada psicológicamente", confesó en una entrevista en televisión en la que explicaba que las dificultades del rodaje, en el que tuvieron que trabajar a 43º, no ayudaron, y que aquello supuso el punto final a su matrimonio.

"La amaba como si la hubiera amado toda la vida; su dolor era mi dolor", confesó en sus memorias. Pero añadió que ya en ese momento se sentía "agotado y sin esperanza de recuperarla". El último día de rodaje, Miller y Monroe abandonaban el plató en diferentes coches y unos días antes del estreno, la pareja firmó el divorcio. Marilyn murió un año después tras una sobredosis. Cuando Miller se enteró de la noticia, no supo cómo enfrentarse a su dolor.

"Incluso entonces esperaba haberla visto una vez más, en cualquier parte, para hablar con sensatez de todo lo que habíamos pasado, y es probable que en tal caso me hubiese vuelto a enamorar de ella", dijo.

La fotógrafa

En el mismo plató donde desapareció la pasión entre Monroe y Miller fue donde el autor conocería a su siguiente pareja, con la que vivió la etapa más estable de su vida. Se trataba de Inge Morath, una fotógrafa austriaca. Fue la primera mujer en trabajar para la prestigiosa agencia Magnum, invitada por Robert Capa, agencia que tenía permiso exclusivo para fotografiar el rodaje de 'Vidas rebeldes'.

Ella había colaborado con anterioridad con el director de John Huston, quien decía que era "la suprema sacerdotisa de la fotografía". Por esa razón fue la primera fotógrafa que visitó las localizaciones de la película, y allí empezó a entablar una relación de amistad con Miller, quien poco después se convirtió en su amante. En febrero de 1962, Morath y Miller se casaron.

Y aquella joven " de aire noble y sensibilidad conflictiva", con quien Marilyn simpatizó de inmediato y que, según Miller, era "tímida y enérgica a la vez" fue quien dio la mejor época de su vida al escritor, según confesaba él mismo. Tras su matrimonio empezaron a colaborar profesionalmente, viajando por todo el mundo con su hija Rebecca, que nació siete meses después de la boda. Miller ponía texto a los libros fotográficos de viajes de su esposa, quien además cubría reportajes en Europa, Oriente Medio, África, Estados Unidos y Sudamérica, mientras él daba conferencias en esos mismos lugares.

Gracias a la habilidad de la fotógrafa con los idiomas, también ejercía de traductora de Miller. Para quienes vivieron cerca de la pareja, eran los cómplices perfectos. Tenían los mismos intereses, gozaban de un prestigio profesional que les permitía trabajar en cualquier lugar juntos y se querían. Donde quiera que fuesen, buscaban a artistas y escritores locales con los que enseguida confraternizaba. Así transcurrieron la mayor parte de sus 40 años de vida en común, hasta que la muerte de Inge, en 2002, a los 78 años, los separó.

Una novia 55 años menor

Poco después, Miller conoció a su último amor. La pintora Agnes Barley, 55 años menor que el autor, era una chica de Florida afincada en Nueva York. Fue un amigo suyo quien le habló de que conocía a Miller y prometió presentárselo. Ella no le creyó porque pensaba que había fallecido, por eso se sorprendió cuando su amigo invitó a Miller a una cena a la que también acudió Barley. Hacía poco tiempo que el escritor había perdido a su esposa, pero conocer a la pintora le devolvió la felicidad perdida.

Ella lo acompañó durante los tres últimos años de su vida. "Hubo una chispa entre nosotros. Pasamos seis meses juntos antes de que admitiera, ¡Dios, estoy profundamente enamorada de esta persona!", dijo Agnes a la revista 'W'.

Mantuvieron su relación en secreto durante unos meses, pero finalmente decidieron que no tenían nada que esconder. Se presentaron como pareja en una exposición que la pintora inauguró en el Soho de Manhattan. El agente de Miller, Jen Beckman, aseguró que su amor era sincero y que ella estaba tan sorprendida como los demás, porque nunca se había imaginado enamorándose de alguien mayor que su padre.

La pareja vivió en la mansión que Miller tenía en Roxbury, Connecticut, cerca de la cabaña donde se encerró para escribir La muerte de un viajante. Fue allí donde le sorprendió la muerte un 10 de febrero, el mismo día en que se estrenó su obra maestra 56 años antes.