Dejar ir

Este año me he propuesto dejar ir todo aquello que me estorba en mi camino a la felicidad.

Anne Igartiburu
Anne Igartiburu

He iniciado el año colocando las prioridades en mi pirámide de la felicidad. Llevaba tiempo pensando que hay muchas circunstancias carnales que me quitan tiempo, pero que no podía dejarlas de lado. Sabía que eran tóxicas para mi paz cotidiana y he llegado a la conclusión de que estoy preparada para pasar la aspiradora por aquellos lugares de donde quiero retirar lo que me saca de la vibración a la que quiero llegar.

¡Hay tantas cosas que me estorban en el camino, tantas circunstancias que deseo dejar ir, aun sabiendo que son mías y que a ratos las adoro! Objetos, personas y compromisos que me distorsionan la visión del objetivo. ¿Mi objetivo? Simplificar.

'Keep it simple', como suelen decir los angloparlantes. Acabo de reconocer que algunas de las interferencias han sido elegidas por mí desde mi subconsciente. Me explico: engaño a mi ser con entretenimientos atractivos para alejarme de aquello que debo atajar sí o sí. Por tanto, siendo honesta conmigo, algo que cuando le pillas el ‘punto’ es muy reconfortante, he decidido retirar despistes superfluos que me alejan del asunto que me atañe.

Siendo consciente de que esto es un ejercicio valiente y a largo plazo, he empezado por pequeños gestos. A mí me ayuda. Retirar objetos de la vista de mi vida cotidiana que me contaminan la serenidad y crean una continua provisionalidad que, al final, altera.

Eso es entretenido e inspirador para el segundo paso importante: centrarme en más cosas que me hagan sentir bien, por muy pequeñas que sean, y retirar de la agenda compromisos que, ya de por sí, son renunciables. En esto ya estaba hace bastante tiempo pero ahora de manera consciente y explícita.

Solo podemos ser honestamente felices si estamos en armonía con nuestras creencias"

Insisto, para que nos lleguen situaciones y cosas materiales que nos hagan felices, debemos ‘colocarnos’ en la ‘onda emocional de vibración’ que permita armonizar con ello. Esto último es importante. Solo podremos ser honestamente felices si estamos en armonía con nuestras creencias y deseos más profundos.

No los fundados por lo que nos rodea, sino aquellos que, tras una etapa de reflexión y desde la quietud, surgen de manera natural. Y para ello debemos dejar espacio para ‘maniobrar’. Aire para que el espacio vital se ventile y lleguen nuevas ráfagas, que están tocando a la puerta de nuestra lógica armonía. En este camino descubrirás que, el orden del que hablo al principio, llega de manera natural y sin forzar nada ni poner tanta mente en ello. Pero comencemos por situar los anhelos desde lo que somos y no desde lo que hacemos.

Lleva tiempo y no es sencillo. Es cuestión de ejercitar esta toma de conciencia sin llegar al jardín de la dispersión cómoda. Yo, de momento, vacío armarios y ordeno libros, focalizándome en lo que quiero conseguir: ‘dejar ir’ para aligerar lo que me lastra en este camino que espero que sea, sobre todo, enriquecedor como persona.

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