Consenso

Ya tenemos representante para el próximo Festival de Eurovisión. Es curioso, porque tú ahora que lees esto, ya sabes de quién se trata, pero yo aún no. Hoy me he dedicado a preparar el programa, grabar las promociones y elegir en qué vestido me voy a meter para una ocasión tan especial. He de confesar que cada año me emociono con la entrega y el arrojo de los eurofanes. Es algo distendido, optimista y musical, que mueve a todo el continente y me siento muy feliz esos días, ¡de verdad! Desde pequeña me sucede esto...

Tenemos seis candidatos dispuestos a darlo todo por el país y un público volcado, votando por el artista que más le convence. Espero hoy, que el que haya sido elegido cuando tengas esta revista en la mano, sea del agrado de todos y le sepamos acompañar con pasión hasta que llegue el gran día en Estocolmo.

Se mueven muchísimas fuerzas en las redes sociales y, como digo, en gran parte de los eurofanes estos días. Es bonito ver lo importante que se convierte el fenómeno de Eurovisión por estas fechas cada año. Es emocionante ¡y la semana que viene hablaremos de ello! Y ahora me doy cuenta de que los espectadores y fanes de Eurovisión en general hemos disfrutado y nos hemos puesto todos de acuerdo para elegir a alguien que nos represente en un festival musical, y a los políticos les está costando muchísimo llegar a un acuerdo para escoger a un líder que saque este país para adelante.

¿No os parece cuanto menos inquietante que declaren que uno no ha llamado al otro o el otro no quiere hablar con el uno y, con todo mis respetos, ponerse caprichosos a exigir gestos y posturas hasta el punto de tener al mismísimo Jefe de Estado ocupado con una reunión tras otra? No quiero frivolizar ni comparar un festival musical de entretenimiento con algo tan serio como la composición de un Gobierno. Sé que hay un abismo entre una cosa y otra. Pero sí quiero destacar la actitud de poco movimiento que intuyo y la sensación de tomadura de pelo desde la parsimonia.

Mensajes en sus redes, palabras vagas y una investidura que no llega. Me pregunto, por ejemplo, si fue el Papa, vía Twitter, o el presidente de Irán el que dio el primer paso para el acercamiento de civilizaciones y cuánto se ha tardado en forjar ese encuentro. España está perdiendo un tiempo de oro para, entre otras cosas, avanzar en la recuperación que tanto necesita.

Tengo la sensación, y creo que no me equivoco, de que muchos proyectos están paralizados porque hay asuntos aún sin decidir, a la espera de la formación de un equipo.

El ego de los partidos debería dejarse a un lado par dar ejemplo a los ciudadanos y pensar en algo global, social y constructivo. Algo que dé sus frutos de manera desinteresada por el bien de todos. Entiendo que hay cosas por las que no están dispuestos a pasar. Pero ¿por qué sí están dispuestos a pasar, señores políticos?