Desde que se restauró la democracia, decenas de miles de personas, unas tres mil cada año han sido recibidas en audiencia por la Familia Real. Entre ellos, ha habido políticos, escritores, artistas, músicos, embajadores, militares, deportistas, titiriteros, aristócratas, profesores, médicos, notarios, arquitectos, trapecistas, discapacitados, cardenales, musulmanes, judíos, budistas, estudiantes, niños y hasta un perro.
La mayoría de los invitados suelen acudir con chaqueta y corbata, pero algunos lo hacen sin corbata, con pantalones vaqueros o con los trajes de sus respectivas regiones. Incluso, en algún besamos hemos visto pasar a un par de jóvenes con bermudas y zapatillas deportivas. En algunos casos, lo más llamativo de las audiencias no ha sido el talento, el mensaje o la importancia del cargo del invitado, sino su peculiar indumentaria.
No porque no supieran qué debían ponerse para ir a ver al Rey –hasta Hugo Chávez se ponía traje y corbata– sino porque han preferido utilizar determinada ropa para expresar su ideología, como ha hecho recientemente el líder de Podemos, Pablo Iglesias.
Curiosamente, lejos de molestar a su anfitrión, que tiene 48 años y se pone pantalones vaqueros, a quien sí molestan estos gestos es a gran parte de la opinión pública, que los interpreta como un rechazo a un símbolo que ellos sí respetan. Pero Iglesias no ha sido el primero ni probablemente será el último que lo haga. De hecho, esta práctica era frecuente en la Transición cuando los políticos de izquierda y los líderes sindicales emprendieron la guerra contra la ‘elitista corbata’.
Pero la prenda más famosa de cuantas han pasado por Zarzuela sigue siendo el jersey multicolor que lució el entonces líder boliviano Evo Morales, en enero de 2006, cuando visitó a don Juan Carlos. Lo curioso es que él exigió para su toma de posesión, celebrada días después, traje oscuro o vestido de cóctel a sus invitados. A los tres años y medio, y con algo más de mundo y experiencia política, Morales regresó a Palacio, pero ya con un estilismo más depurado: un traje de chaqueta étnico sin cuello y con detalles indígenas. Esa noche los Reyes le ofrecieron una cena en el Palacio Real y como deferencia con su sencillo invitado rebajaron la etiqueta, pues alguien pensó y con acierto que Morales se hubiera sentido incómodo dentro de un frac, que es la prenda habitual en las cenas de gala.
A Felipe González, sin embargo, el frac le fue muy útil cuando ganó las primeras elecciones y seguía inspirando cierta desconfianza en algunos sectores. Las dudas sobre si había abandonado el marxismo quedaron despejadas en cuanto se lo puso por primera vez. Fue en el Palacio Real, el 23 de marzo de 1983, durante la cena de gala que los Reyes de España ofrecieron a los de Suecia. Y es que ponerse un frac también tiene su simbolismo.
20 de enero-18 de febrero
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