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Ya sucedió en la pasada edición de los Premios Oscar. Antonio Banderas y Melanie Griffith, en pleno proceso de divorcio, se encontraban en una de las fiestas celebradas dentro del marco de la gala del cine.
En la noche del domingo, sucedió lo mismo, pero con los protagonistas ya divorciados de facto. El exmatrimonio acudió, cada uno por su parte, a la fiesta de Vanity Fair. Y fue inevitable, tan siquiera, alguna miradita de recelo.
Sobre todo porque Antonio acudió con su chica, Nicole Kimpel, y posó en el 'photocall' sin pudor y sin importarle que, rondando, estuviese su ex. Como es lógico, dándole toda la naturalidad del mundo.
Si en el interior de la fiesta hubo saludos o cruce de acusaciones, solo ellos lo saben.