Estos días hemos sabido e n qué consiste eso de la brecha salarial traducida en cifras. Aproximadamente un 25% más es lo que cobran los hombres, respecto a las mujeres, en el mercado laboral. Y aunque no nos extraña, porque estamos acostumbrados a oírlo desde nuestras madres, no deja de preocupar. Yo iría más allá, porque el trabajo que ejercen las mujeres es siempre menos reconocido que el de los hombres y pocas ocupan puestos de responsabilidad.
Hay más mujeres que hombres en trabajos menos remunerados. Es la pescadilla que se muerde la cola. Como la mujer es menos valorada, se le paga menos, tiene menos ingresos, menos independencia para crecer como profesional y más dificultades para moverse hacia otras franjas de mayor y mejor remuneración. Ni siquiera me centro en los puestos de mando de las grandes multinacionales, en los que estamos a la cola de países ‘desarrollados’ industrialmente. Me fijo más en los puestos intermedios, en los que cuando hay una mujer al mando, es todavía una curiosa excepción.
Quizá nuestras hijas no lo vivan tanto, de hecho, heredan una tercera o cuarta generación del llamado progreso. Aún recuerdo cuando mi madre pudo tener pasaporte o cuenta corriente sin pedir permiso a su marido, mi padre. Pero dejando cortapisas pasadas atrás, lo cierto es que queda mucho por hacer y que esto pasa por aprovechar el valor y la capacidad de tantas mujeres entregadas a su trabajo y sin darse más importancia que la de ser parte de una sociedad igual entre hombres y mujeres y sin detenerse en clase social o edad.
Vamos despacio, pero esto avanza con paso firme. Mujeres capaces que tuvieron en sus madres a las mejores maestras de la tolerancia y resistencia. Sin carné alguno de sindicalistas, pero fieles a su pensamiento transgresor sin hacer ruido y haciéndose valer. Hubo guerras y ausencias, vacantes en fábricas del metal u olivares. Todas han trabajado sin dejar de cuidar de los suyos y con el sueño de crecer en universidades y bibliotecas. Y siendo la columna de algo esencial y que, sobre todo, ellas saben hacer: aunar las familias.
Es casi como si todas llevaran en secreto un lema que es ya una realidad instaurada como un objetivo alcanzado y acariciado con las yemas de sus dedos, acortando distancias y h aciendo que esa brecha desaparezca, no solo en cifras salariales, sino en condiciones de trabajo.
Y cuando se haya conseguido será de manera definitiva, porque los pasos están dados a conciencia y con ganas y conocimiento de causa. No hay brecha que valga a estas alturas y todos sabemos que es así.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?