celebrities

Grace Coddington, llena eres de gracia

La directora creativa de ‘Vogue Estados Unidos’ deja su puesto. A partir de ahora trabajará de manera independiente, una buena forma de seguir aprovechando el talento de una mujer versátil que ha sabido vivir su vida.

Grace Coddington se convirtió en famosa gracias al documental ‘The september issue’ sobre Anna Wintour y la revista ‘Vogue’. / cordon press.

luis nemolato

Grace Coddington era esa señora que se sentaba siempre al lado de Anna Wintour. Y que cuando eran fotografiadas y las instantáneas llegaban a cualquier mesa de edición, se recortaba sin miramientos. Sorprendía que estuviera allí, en primera fila… Debía de ser la mano derecha de la sancta santorum de la moda mundial, pero la interrelación entre ambas era nula. La Wintour se supone que miraba el desfile tras sus gafas de sol y su melena incólume.

Y en contraposición, la extraña dama de compañía dibujaba frenética en una libreta apoyada sobre sus rodillas, sin una pizca de maquillaje sobre su rostro curtido y una melena roja despeluchada que sujetaba sin solución con una diadema infantil… Pues resulta que aquella mujer era una de las últimas grandes instituciones de la moda, Grace Coddington, una estilista épica con una de las vidas más fascinantes del mundo editorial que, superados los 70, acaba de decir adiós a la Biblia de las fashion victims: 'Vogue USA'. Fotógrafos, modelos, creativos, futuros gurús del star system e incluso, a buen seguro, Anne Wintour, lloran su ausencia. "Siempre he pensado que hay que concentrarse en el trabajo y no en toda la tontería esa de 'quiero ser famoso'". Ahora que lo es, y mucho, ha decidido marcharse.

Maga del diseño

La moda tiene una máxima, conseguir esa imagen perfecta. A sus 74 años, Grace Coddington lleva más de 40 apuntalando la historia reciente del negocio con sus composiciones estéticas, combinaciones de tejidos y recreaciones fantásticas convertidas en fotografías. Y no solo creándolas como la mítica estilista que es, maestra de varias generaciones, sino también protagonizándolas. Porque cuando Vidal Sassoon inventó el corte cinco puntas, lo hizo sobre su melena pelirroja. Cuando Calvin Klein impuso el minimalismo como estética, ella conformaba el equipo creativo de la firma.

Y cuando todo era una fiesta, ella fue quien vistió a John Galliano de reina de corazones, empujó a Kate Moss al prêt-à-porter, descubrió a Naomi Campbell con 15 años… A Coddington le debemos el devenir de la moda. Por decirlo de alguna manera, ella inventó el jersey cerúleo que arrojaba a la cara Amanda Prisley (Meryl Streep) a Anne Hathaway en El diablo viste de Prada. Por eso, leyenda, heroína, mito, icono, sabia… Cualquier palabra de estas es buena si sirve para explicar que Grace Coddington es única en su especie. El mundo la conoció gracias al documental The September Issue. ¿Quién era esa pelirroja sin trazas que enmendaba la plana a una imperturbable, distante, todopoderosa e implacable Anna Wintour? Su nombre era una referencia en la industria. Pero ¿y el público?

Su descubrimiento

Parecía imposible que nadie pudiera empatizar con esa señora que refunfuñaba con su andar en pantuflas como la antítesis total de una fashion victim de manual. Pero así fue. La audiencia se enamoró de ella y su vida cambió. Se convirtió en un personaje famoso a su pesar, aunque a raíz de esa popularidad escribiera sus memorias cuando ella nunca pensó que fuera ni "lo bastante vieja o lo bastante interesante" para hacerlo.

La cinta, nacida con la vocación de aclarar ciertos aspectos de 'El diablo viste de Prada', enseñaba el proceso de elaboración del número más importante del año de la revista 'Vogue'. Pero, a la vez que, sin querer, ofrecía más sombras sobre las costuras de una Wintour que se mostraba mohína, dictatorial y caprichosa, poco a poco el foco se posaba con una luz casi divina sobre Coddington. Y lo que iba a ser una oda a mayor gloria de Goliath, inesperadamente fue una pedrada en todo el ojo de este David anciano, pecoso y contrahecho.

Si Wintour es el Papa, Coddington es Miguel ñAngel tratando de pintar una Capilla Sixtina 12 veces al año"

"Si Wintour es el Papa, Coddington es Miguel Ángel tratando de pintar una nueva versión de la Capilla Sixtina 12 veces al año", publicó Time sobre la pareja Coddington-Wintour, un dúo, una antítesis plena, un ying y un yang que se diferenciaban tanto como se complementaban.

"Ninguno de mis dos matrimonios ha durado más de seis meses. Con Anna llevo ya ‘casada’ 26 años. Un Halloween, algunos niños de mi barrio se disfrazaron de nosotras", bromeaba Coddington en su libro, Grace. Porque en aquellas memorias, como ahora, lo que más morbo suscita era su relación con la británica de poder omnímodo. Y en cómo pudieron ser un tándem tan exitoso siendo tan antagónicas y por qué ahora Coddington ha decidido decir a lo Gable: "Me voy y me importa un bledo, querida".

La ruptura con Wintour

"Ante un incendio en las oficinas de 'Vogue', ¿salvaría antes a Anna Wintour o a sus gatos?", le preguntaron por Twitter. "Anna es bastante delgada y mis gatos también, así que creo que podría salvar a los tres", contestó Grace con ironía. Los caminos de estas dos mujeres se cruzaron en Londres. De hecho, Coddington ya abandonó el 'Vogue' británico en 1987 pocos meses después de que Wintour fuera nombrada directora. Calvin Klein y su relación con Didier Malige –que vivía en Nueva York y es todavía su pareja– fueron las excusas, pero ya entonces las diferencias entre ambas eran conocidas.

"Ella estaba mucho más interesada en lo sexi que yo", esgrimió Coddington. Pero un año después, Grace echaba de menos el papel satinado y cuando Wintour se hizo con la edición estadounidense, la llamada no se hizo esperar. " Gracias Grace por tus felicitaciones. Yo empiezo el lunes. ¿Quieres empezar conmigo?", le dijo su enemiga. Desde entonces, han caminado juntas. Una no se entiende sin la otra. Y la magia de sus diferencias de sus formas opuestas de entender la moda hicieron posible que la marca de la revista fuera sinónimo de éxito. No sin sus reproches mutuos, claro. "Las revistas de ahora solo tratan de moda en parte, lo que no nos resulta fácil a las de la vieja guardia como yo", apostilló Grace.

Grace se ha negado a ser parte de un sistema regido por internet en el que ella se considera una 'outsider'

Quizás sea esa la brecha mayor entre ambas, el tiempo. Mientras que Anna no solo se ha rendido a los nuevos vientos que soplan en el mundo editorial, sino que también es su principal insufladora con actrices entrando en portada o desgranando contenidos en webs, Coddington se ha negado a formar parte del sistema en el que siempre fue una outsider. Un lugar en el que "todo el mundo opina", "ya no hay secretos" y todo se hace por email, cuando ella confiesa que tuvo un ordenador dos años apagado y que solo consiguió escribir dos mails en su vida, "tecleando con un solo dedo, claro. ¡Y no sé si llegué a darle correctamente al botón de enviar!".

No obstante, nunca lo necesitó. Ni Google siquiera. Todo lo tenía en su cabeza. Guardaba en su memoria todas las fotos que llegaban a sus manos cuando era una niña y mataba el tiempo hojeando revistas sentada en la playa de la isla de Anglesey en la que nació.

Los orígenes del mito

Pamela Rosalind Grace Coddington nació el 20 de abril de 1941. Se crió en un hotel costero con poco encanto de Gales que quedaba desierto en invierno, sepultado bajo la eterna llovizna del Mar del Norte. Así que, como Anglesey "no brindaba muchas opciones: o acababas en una fábrica de relojes o de camarera", en 1959 se marchó a la capital británica a buscar suerte.

Recortó un cupón de 'Vogue', su revista favorita, y se apuntó a un curso de modelo de dos semanas por 25 guineas en la academia Cherry Marshall. "Ser modelo parecía el modo perfecto de fugarme a un mundo de riqueza y emoción, la oportunidad de viajar y encontrar personas interesantes (…). Además me encantaba ver ropa bonita en fotos bonitas, y soñaba con estar ahí". Un Londres a punto de darse al swing la recibió con los brazos abiertos. Tuvo la suerte de encontrarse en el sitio correcto en el momento adecuado...

Coddington empezó su carrera en el mundo de la moda como modelo. Tras un accidente, comenzó a maquillarse con sombras negras y espesas, creando la tendencia ‘smoked eyes’. / Agencias.

Y con un físico nada convencional como pasaporte. "No eres rubia. Y no eres nada guapa", le dijo su profesora pese a las 25 guineas. No le hizo falta. Lo suyo iba más allá de la belleza. Ella era 'The Cod' –el bacalao, como guiño a Jean Shrimpton, 'La Gamba'–. Cutis lechoso y pelo flamígero. Como sacada de un cuadro de Modigliani.

"¡Lo de dibujarse las pestañas inferiores con lápiz de ojos ya lo hacía yo antes que Twiggy! También ayudó que en aquella época no había estilistas ni maquilladores a tu servicio, así que una modelo era buena en tanto en cuanto lo era su ‘maleta de trucos’. Y el mío lo era. Medias, imperdibles, laca de uñas, un sandwich, sujetadores con relleno.... Creo que era un personaje más que una modelo. Y supongo que eso es lo que busco ahora, cuando selecciono a las chicas que salen en la revista, que tengan algo que se salga de lo convencional. No soporto a las rubias lánguidas ni a las mujeres de tipo atlético demasiado bronceadas", cuenta Coddington.

Y el accidente y la vuelta

Pero cuando su carrera como modelo avanzó, un accidente de tráfico le cortó de cuajo el párpado izquierdo en 1961. "Tenía 26 años y estaba haciendo un tour con Sassoon para presentar sus nuevos peinados por todo Inglaterra. Me estampé contra el espejo retrovisor. Afortunadamente, encontraron mis pestañas", dice con humor británico esta mujer que, a consecuencia también de aquel accidente, nunca pudo ser madre.

Cinco operaciones de cirugía la tuvieron apartada del negocio durante dos años. Cuando volvió, se inventó ese maquillaje espeso y negro alrededor de las cuencas. "A la gente le gustaba, aunque era una forma de camuflaje, para disimular el estropicio". Sea como fuera, ella fue la inventora del smoked eyes. En los años 60, Grace vivió a caballo entre Londres y París. Mary Quant, Catherine Deneuve o la casa de David Hamilton en Saint-Tropez salpican el último tramo de su etapa como modelo. Y para cuando quería abandonar el rol de maniquí para entrar a formar parte del equipo de 'Vogue UK' como estilista al final de la década, Coddington ya había tenido un semiaffaire con Mick Jagger y derramado vino encima del Courrèges blanco de Catherine Deneuve. Por entonces estaba saliendo con el que sería su primer marido, el restaurador Michael Chow. Duró un año. Volvería a casarse en 1976 con el fotógrafo Willie Christie, pero para ella, ese primer matrimonio, esos 12 meses, serían su relación más larga.

Es entonces cuando encontró su vocación y su pasión por la moda, primero como ayudante de estilista y después de directora creativa. Más de 30 años al frente del buque insignia de las publicaciones de moda, más de 30 años compartiendo vida, trabajo y fiestas con figuras claves del arte del siglo XX como Karl Lagerfeld, Helmut Newton, Guy Boudin, Asedien Alaïa, Linda o Paul McCartney. Una vida llena de imágenes irrepetibles, de texturas y patrones, de viajes y estilos. De modas que vienen y van. Suena a locura. Quizás. Porque seguramente lo era.

20 de enero-18 de febrero

Acuario

Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más

¿Qué me deparan los astros?