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Lo mismo le dedica un concierto a su marido, Jay-Z, que se planta en la alfombra roja de la Gala del MET sin alianza. Beyoncé, la reina de la estrategia comercial, está jugando al despiste o, en su defecto, haciendo una de esas campañas de marketing suyas que tan buen resultado le han dado siempre.
Su último trabajo, 'Lemonade', es un canto a su vida privada, narrando una presunta infidelidad de su marido -para la que ya se han barajado varios nombres sobre quién sería la tercera en discordia- y el posterior perdón.
Esa dualidad es con la que puede estar jugando ahora la diva más calculadora del mundo, que no deja que se mueva ni un solo hilo de su vida -ni que se cuelgue una imagen en las redes sociales- sin que ella haya dado su aprobación.
¿Realmente estamos ante el posible divorcio de la pareja más rica del mundo? ¿Es solo una pantomima publicitaria?