Un verano eventual

Como cada semana, nuestra colaboradora nos ofrece una de sus reflexiones.

Anne Igartiburu
Anne Igartiburu

Todo parece eventual últimamente. Personas, mensajes, señales, lecciones y reflexiones parecen repetirnos que hay cosas que no vuelven y que debemos disfrutar cada instante. Las vacaciones, por ejemplo, no duran eternamente y por eso las planificamos y disfrutamos todo lo posible.

Aun recuerdo aquellos veranos eternos, bañándonos en el río o acercándonos a la playa en autobús con el bocadillo de pollo empanado y algo de dinero para disfrutar de un helado mientras mirábamos en el cielo, la avioneta con el mensaje publicitario. Esos veranos con las fiestas de los barrios con permiso para llegar más tarde a casa y las emociones de la música de la verbena y algún que otro baile. O meriendas con los primos mientras jugábamos al futbolín en el bar en el que los mayores veían el Tour en la tele. La bici, precisamente, nos llevaba tan lejos que nos parecía que escapábamos de todo. ¡Incluso hacíamos 'dedo' llegada la adolescencia! ¡Pero eso ya se ha esfumado!

Y es que estamos en tiempos de continua provisionalidad. Lugares eventuales, viajes y compañeros ocasionales y situaciones que no perduran el resto del año. Cuando la persiana estival se baje, muchas de las vivencias por las que estamos pasando ahora, por ejemplo, quedarán atrás como anécdotas casi todas enriquecedoras.

Precisamente por aquello del 'tempus fugit', le damos el valor que requiere. En otras ocasiones esa eventualidad hace que las cosas se muevan, el mercado y la economía suene de manera distinta, y esto ha traído algo de esperanza a la cantidad de personas que han conseguido un empleo este último trimestre. Para algunos su primera experiencia laboral y para otros la posibilidad de volver a trabajar tras tiempo de espera y desesperación.

A todos ellos nos los encontramos en lugares tan dispares como una gran superficie, una gasolinera, un restaurante o un hospital. A algunos, ni los podemos ver a diario, porque están metidos en una cadena de montaje o recogiendo los frutos que da nuestra tierra. Todos aprecian lo que tienen y lo agradecen. Se esfuerzan más que nadie y quieren que aquello no solo perdure en el tiempo sino que mejore en calidad y condiciones.

Jóvenes casi todos que sueñan con un futuro digno y con poder demostrar a sus padres que, toda la ilusión y energía puesta en ellos hace dos o tres décadas, mereció la pena. Es emocionante ver a tantos hacer su trabajo con más ganas y eficacia que los propios veteranos de su mismo puesto, que con cierta desidia cuentan las horas para irse a casa. Lo que tanto hemos traído a nuestras conversaciones de «vivir el presente», cobra ahora más relevancia, sea un país de camareros –bendita profesión que hemos ejercido algunos con gran entrega– o de maestros o labradores. Volverá el otoño y también algo que siempre debe volver: la ilusión de todos.

20 de enero-18 de febrero

Acuario

Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más

¿Qué me deparan los astros?