Hemos tenido que esperar casi un año para que haya un amago de hegemonía, un claro paso hacia el intento de acuerdo certero y consistente, y parece que ahora los políticos han querido que sea el momento.
Cuando el bloqueo en el que hemos estado sumidos se abre a nuevos horizontes, muchos de nosotros nos preguntamos si hacía falta todo este recorrido para que al final –o al principio– estemos en las mismas. Sí, sé que muchos pensaréis que no estamos en las mismas y que se han aclarado asuntos. Eso sí, ha cambiado el panorama ante la atónita mirada de muchos que hemos visto, desconcertados, un giro en su estrategia de campaña. Porque al descalabrar hasta el infinito el partido de la oposición, que parecía tener la sartén por el mango, de repente hemos sido testigos de cómo se desvanecía una idea, incluso un líder que presentaban como perfecto y, sobre todo, un proceder de ejecutar la política en democracia.
Es lo que tiene la democracia, que bien ejercida provoca distensiones y pulsos para dar paso a una voz unánime por el bien general, que en este caso ha dejado alguna que otra chapuza en ese proceder, si se me permite la opinión. No creo que hiciera falta ese espectáculo en plena calle Ferraz. O tal vez sí, para demostrar que la voz popular actúa cuando se roza el límite.
Lo importante es que ya parece que se han dado pasos para avanzar, y si no ha sido de una manera, ha sido de la otra, pero los ciudadanos ya mirábamos pasmados una demora que creemos innecesaria y tenía al país sumido en la letanía del ‘día de la marmota’. Y mientras, otros partidos se han limitado a esperar espectadores, a que el camino estuviera libre y claro para seguir su senda. Hay quien se ha frotado las manos al ver el río revuelto, incluso en el partido socialista. ¿No es así? Hemos podido ver cómo actúa cada persona, más allá de su afiliación.Interesantes miradas, gestos, mensajes en redes, silencios y, como no, las ausencias. Queda por ver los movimientos que harán. Como si de una jugada de ajedrez se tratara, toman posiciones, miran a derecha e izquierda sin retroceder más que para sumar triunfos a la batalla. Sumar votos de votantes descontentos y colocarse en buena posición con el claro objetivo de tener el poder de decidir. ¿Era todo esto necesario? Parece que no nos ha quedado otra y en esta espera intuyo que hemos perdido más que ganado, en capacidad de reacción, gestión del país e imagen hacia el exterior. Y tengo la sensación de que queda mucho por ver en estos dimes y diretes hasta que podamos ver una ejecutiva diligente.
'Quando, quando, quando', de Tony Renis.
20 de enero-18 de febrero
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¿Qué me deparan los astros?