Melania Trump, la nueva primera dama de los Estados Unidos. / gtres.

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Melania Trump, desnuda y discreta

La tercera esposa de Trump, nacida en Eslovenia, aspira a recuperar el modelo tradicional de primera dama.

A Melania Trump la hemos visto en situaciones insólitas, para las que resulta inútil buscar precedentes entre las primeras damas de Estados Unidos. Por ejemplo, desnuda sobre una manta de piel a bordo de un jet privado, con la muñeca izquierda esposada a un misterioso maletín. O más desnuda todavía -es decir, sin los brazaletes ni la gargantilla de brillantes- sobre un lecho de aire menos aristocrático, mientras otra mujer -desnuda, esto se vuelve reiterativo- la abrazaba por detrás.

Más allá de los reportajes fotográficos, también conocemos de ella declaraciones atípicas, como las de aquella entrevista por teléfono que le hizo el locutor Howard Stern, en la que comentó algunos pormenores de su relación con Donald Trump: "Tenemos sexo increíble al menos una vez al día", comunicó Melania al mundo. Por la radio no se veía, claro, pero también en aquella ocasión admitió que no llevaba encima mucha ropa.

Y sin embargo, a pesar de tanta desnudez y tanta exhibición, no parece que nadie tenga muy claro cómo es realmente Melania. La tercera esposa de Trump, 24 años más joven que él, es una persona extrañamente opaca, que prefiere mantenerse en segundo plano y rara vez se aventura fuera de los guiones establecidos.

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