Carris Fisher y Debbie Reynolds en una de sus últimas apariciones públicas juntas. / cordon press.

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Debbie Reynolds y Carrie Fisher: una relación madre e hija llena de disputas

La vida de ambas estuvo llena de altos y bajos. Por eso, la relación entre ellas no fue normal en muchas etapas. Así fue la vida de madre e hija, que han fallecido con tan solo un día de diferencia.

"Llegó un punto a mis veintitantos años en que mi madre empezó a preocuparse por mi creciente ingestión de drogas. Así que acabó haciendo lo que haría cualquier padre preocupado: llamó a Cary Grant". Es parte del monólogo 'Wishful Drinking', estrenado hace unos cinco años en la televisión estadounidense por la actriz y escritora Carrie Fisher,fallecida hace un par de días, que cuenta, en tono irónico, los vaivenes de su vida, causados en parte por las extravagancias de una madre famosa, Debbie Reynolds, muerta ayer por la noche, y las ausencias de un padre conocido por su ajetreada vida amorosa, el cantante Eddie Fisher.

Hasta comprender que tenía que tomárselo con humor, sus relaciones pasaron por muchos capítulos que incluyen períodos en clínicas de rehabilitación, psiquiátricos y libros autobiográficos a modo de terapia.

Padres ausentes

Contaba que, cuando nació, su madre estaba inconsciente por la anestesia general y, mientras el personal sanitario se arremolinaba a su alrededor comentando que tenían a la famosa Debbie Reynolds en el paritorio, su padre, Eddie Fisher, se desmayaba al ver la placenta.

En ese momento las enfermeras se acercaron para ver de cerca al cantante. Por eso la actriz dice, medio en broma medio en serio, que desde el día en que vio la luz tuvo que luchar para atraer la atención de los demás, ya que sus padres eran el centro de todas las miradas.

Sin embargo, la lucha no fue solo con el público: cuando tenía tres años, su padre corría a consolar a Liz Taylor, la mejor amiga de Debbie. El marido de Liz, Mike Todd, también amigo de la familia, acababa de morir en un accidente aéreo. El padre de Carrie creyó que tenía que estar ahí para ayudarla a sobreponerse. "Primero le secó las lágrimas con un pañuelo, luego la consoló con flores y, finalmente, la consoló con sexo. Eso convirtió el matrimonio con mi madre en algo incómodo", explicaba en tono irónico Carrie en su libro 'Mi vida en esta galaxia'.

Extravagancias maternas

Que Debbie Reynolds no fuera una madre al uso lo corroboran anécdotas como la de que se empeñara en que su hija tuviera un bebé con su padrastro, su tercer marido, Richard Hamlett, solo porque tendría ojos bonitos. Aunque a Carrie aquello le parecía algo extraño, su madre insistía. "El día que finalmente le di a entender que aquella idea era un poco rara, me dijo: 'Pero cariño, ¿es que no has leído el 'Enquirer' últimamente? Vivimos en un mundo rarísimo'", contestó Reynolds.

En opinión de Fisher, esa clase de anécdotas hicieron que nunca viera en su madre una progenitora como la de sus compañeros de instituto, que recibían una educación convencional y eran consolados cuando algo no marchaba bien. Era lo que ella buscaba después de que su segundo marido y padre de su hija, el agente artístico Bryan Lourd, la dejara por un hombre. Las palabras de su madre entonces le dieron más qué pensar en lugar de animarla: "En nuestra familia hemos tenido todo tipo de hombres: ladrones de caballos, alcohólicos y bandidos solitarios. ¡Pero este es nuestro primer homosexual!", le dijo Debbie como consuelo.

La llegada de la reconciliación

El distanciamiento mayor entre madre e hija se produjo en la época en que Carrie se convirtió en una adicta a las drogas. Empezó con 13 años fumando marihuana, pero cuando aquello dejó de proporcionarle la evasión que buscaba, se aficionó a los alucinógenos y los calmantes. Estos problemas con las drogas la llevaron a varias clínicas de rehabilitación, en parte gracias a su madre, aunque Carrie siguiera enfadada con ella. También llegaron varios internamientos en psiquiátricos por episodios puntuales y un diagnóstico: trastorno bipolar, del que Carrie habla abiertamente.

Ya recuperada, volvió a acercarse a su madre. Tras el nacimiento de Billie, su única hija, comprendió que la maternidad no es fácil. Entonces aceptó a Debbie tal como es, sin juzgarla. Hoy en día no es solo uno de sus mejores apoyos, sino también su vecina.

Hace unos años, cuando Billie le dijo que de mayor quería ser cómica, ella le contestó: "Para eso tienes que ser buena escritora. Y no te preocupes, tienes material en abundancia. Tu madre es maníaco-depresiva, tu padre es gay, tu abuela baila claqué y tu abuelo se inyectaba anfetaminas". Entonces Billie empezó a reír sin parar. "Cariño, que esto te parezca gracioso te salvará la vida", dijo. A ella también acabó salvándosela, aunque le costara años tomarse su biografía con humor.

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