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Para Arango (51 años) lo que de verdad le importa son los niños que sufren cáncer y que necesitan tener unos alicientes para ver la vida de otro color. De una forma natural y sin que nadie se lo hubiera pedido, ha dedicado parte de su vida a la Fundación Aladina para conseguir ciertos retos, siempre en ayuda de esos pequeños. El último ha sido la película Lo que de verdad importa que ha escrito y dirigido y cuyos beneficios va íntegros a esos niños. Su labor es de diez y su modestia de 12.
Corazón Acaba de estrenar su segundo filme, Lo que de verdad importa, con un reparto internacional de lujo. Dicen que es una celebración de la vida mezcla de comedia y drama. ¿Me lo cuenta? Paco Arango Fui a rodar a Canadá porque tuve ayudas fiscales muy interesantes pero ha sido lo único, ya que me he lanzado en solitario a este proyecto. Hace tiempo conocí a Paul Newman, a cuyos campamentos hace años que mandamos niños de Aladina, y lo que nadie sabe es que fue un ángel. Con la venta de palomitas y comida generó 540 millones de dólares que donó durante 16 años. Me hizo parte del consejo de su fundación y me daba mucha rabia que no se supiera el bien que hacía en estos campamentos. Son experiencias curativas. Niños de todo el mundo que se conocen y en ocho días les cambia el chip de la vida, pueden hacer lo que parece imposible y es impresionante cómo reaccionan. Niños sin piernas juegan con arneses y no hay nada que no puedan lograr. La película tiene sello internacional y sale en todo el mundo. En España los beneficios serán para Aladina porque queremos mandar más de 120 niños a estos campamentos –el coste de cada niño ronda los 4.000 euros– y queremos aumentar la cifra. En estados Unidos y Francia también buscarán el mismo fin.
C. Lo cierto es que ha conseguido combinar sus dos grandes pasiones: el cine y su compromiso con la vida a través de su fundación. Con su primer filme, Maktub, estuvo nominado a los Goya. P.A. Empecé como voluntario hace 17 años y la fundación tiene diez, ya que la creé para que me sobreviviese. Es verdad que hice un pacto: que cuando hiciera cine sería para recaudar dinero. Con 'Maktub' conseguimos fondos para el centro de trasplantes de médula ósea en el Niño Jesús y con esta segunda, que es 100% benéfica, quiero ir más allá.
C. ¿De cuánto estamos hablando? P.A. Dependerá del éxito del filme, por eso lo estamos movilizando sin descanso. Primero porque es una película muy bonita como pudo ser 'La vida es bella', un filme que te roba el corazón. El protagonista tiene un don, el de curar, y cuando lo recibe resulta que es un egoísta y no lo quiere. Es una niña enferma quien le cambia la mentalidad.
C. Un hombre con una familia acomodada como la suya... ¿por qué se metió en esta lucha? P.A. Creo que mi cuerpo es un embudo. Me pregunto: ¿por qué me tocó a mí nacer en una familia sana, con una economía buena cuando hay emigrantes que mueren en pateras y niños ahogados? Tengo mucha fe. ¡Hasta creo en Harry Potter! De ahí que esté convencido de que tras esta vida vendrá otra. Tengo que devolver la suerte que he tenido y ayudando a otros, encima me he ayudado a mí mismo. Reconozco que soy más feliz.
C. Le avalan más de 17 años, pero habrá tenido momentos en los que cuestionarían su futuro en esta labor o quien pensase que era un capricho. ¿Le ha costado convencer a los incrédulos? P.A. Creo que ha llovido bastante. De mis años de cantante es verdad que ese entorno que tenía podía quitar credibilidad. Pero después de cinco discos y dedicar más tiempo del que debería a esa faceta, un día, mientras corría por el parque tras una crisis sentimental un niño al verme pasar le dijo a su madre: "mira un famoso". Aquello se me quedó clavado porque sabes lo que en este país se entiende por famoso. Hice una parada, creé mi productora y tuve la suerte de hacer la serie Aladina que resultó todo un éxito y el cambio funcionó. Soy lo que soy, los niños son lo más importante en mi vida y si alguien opina diferente, lo siento pero soy así.
C. Sin embargo no se lanza a tener sus propios hijos P.A. Siempre digo que tengo 10.000 niños y creo que si hubiera tenido los míos propios tal vez no habría hecho la Fundación.
C. ¿Es un capítulo cerrado? P.A. Para nada, pero voy todos los días al hospital desde hace 17 años y estoy entregado al 100%, y con una familia propia tal vez no hubiera podido. A esos 10.000 niños los siento como míos.
C. Usted es de origen mexicano. No sé qué opinión tiene de Donald Trump que tiene especial fijación con el pueblo mexicano. P.A. Creo que todo el mundo está revolucionado con Trump pero es importante saber que aunque esté muy gallito lo que quiere hacer va a tener repercusiones negativas. Lo único positivo de ver a un extremista es que la gente buena se moviliza y eso lo estamos viendo en cómo se están hermanando con México. Es una pena y me parece como de ficción que este hombre sea el presidente.
C. ¿Cómo se consigue no llegar a casa todos los días sin hundirse después del hospital? P.A. Tengo el corazón roto en 400 pedazos, que es la cifra de niños que he perdido en el camino. Y te aseguro que eso no se cura. Pero siempre digo que hay ocho segundos para llorar, y es así porque después surge otro niño con una alegría, una vida, una curación que te hace superar esa tragedia. Mi fe me ayuda mucho. Pienso que esos niños son ángeles, es incomprensible y duro, no entiendo por qué se tienen que ir. Hablo de esos niños en mi película de una forma metafórica pero te diré que incluso por encima de cualquier tragedia está el amor en su estado puro. Es duro, nos cuidamos entre nosotros en Aladina, lloramos y seguimos. Lo más importante es que cuando perdemos a un niño curamos a los padres ya que durante un año los juntamos con otros padres y les ponemos una psicóloga para que nunca tiren la toalla. Esta es otra labor que también hacemos y de la que no suelo hablar. Es verdad que la estadística es cada vez mejor, que se curan más niños, pero estamos presentes en el 20% que no lo logran y es donde hacemos mucha falta. Es una labor más silenciosa y seguramente es lo que mejor hace Aladina, ayudar cuando a un niño se le va la luz. Ahí es donde somos más afectivos.
C. Me decía que a usted le hubiera encantado tener el don de la curación como su protagonista. P.A. Hay dos tipos de curaciones, la del cuerpo y la del alma, y para mí la importante es la segunda. En occidente nadie quiere morirse y no se habla del final pero creo que hay gente que hace el bien alrededor de mucho dolor y esa es la curación en la que creo, la más importante ya que reciben la empatía y el amor.
C. ¿La mejor medicina es el amor? P.A. El amor lo es todo. Lo importante es estar con niños enfermos y formar parte de su núcleo familiar. Tanto mis voluntarios como yo nos convertimos en sus tíos y esa es la buena labor y nada fácil, por cierto. Cuando la cosa se complica solo aceptan cerca a sus amigos y es cuando hay que estar las 24 horas.
C. Y encima saca tiempo para dirigir su película. P.A. Es mi gran pasión. Sólo dirijo lo que escribo y tengo dos más esperando. El cine s una sesión de hipnosis maravillosa porque te penetra el mensaje directo al corazón y se puede hacer mucho bien.
C. ¿Qué es lo que realmente importa para usted? P.A. Entender que la vida es un regalo y que tenemos que dejar este mundo mejor que lo encontramos. Para ello no hacen falta grandes obras. Puede ser tu pareja, tu suegra, el vecino, un vagabundo, pero hay que intentar mejorar lo que tenemos cerca.
C. ¿Cree que el mundo está mejor? P.A. No, lo veo fatal, pero todos tenemos la capacidad de hacer más de lo que creemos. Hay que darse cuenta de que somos una unión y cada conversación puede tener su importancia.