Emociones que devoran

José Fernando Ortega Mohedano, con esos apellidos no debe ser fácil ir por la vida como si nada fuera contigo. Pero todo va con él. Y él lo supo siendo muy joven y lo sabe hoy, que el juez da por finalizado su encarcelamiento por quebrantar una orden de alejamiento de la futura madre de su primer hijo. El vástago del único torero de la historia que ha indultado un toro en Las Ventas puede estar más que feliz del apoyo que tiene de toda su familia.

Aun recuerdo las imágenes del día que sus padres presentaron ante los medios de comunicación, llenos de ilusión, a los dos pequeños que acababan de adoptar. Estaban los cuatro tan felices. He de confesar que me asusté un poco por ellos, porque sé que las circunstancias de los hijos de las personas conocidas son distintas a las de los demás pequeños, por estar más en el punto de mira y bajo un juicio y una visión que a veces es necesario proteger.

Y si además ellos tienen ya sus ‘propias circunstancias’, me gusta pensar que hay que poner todo el celo y la delicadeza en el cuidado de su intimidad, y más en los primeros años de vida. Y después, en la adolescencia, los niños que llegan a una familia para ser adoptados y a la vez colmarla de dicha necesitan más que nunca atar cabos. Colocar las piezas del puzle, las que haya claro, pero situarlas en su lugar. Y además entender el mapa de su universo entero para ubicar su propio lugar en él. Un asunto que, aun hoy, es delicado y está lleno de preguntas y posibles respuestas. Y que necesita ser tratado con mucha atención por parte de las instituciones y asistentes sociales y psicólogos que hacen el seguimiento de estos procesos de adaptación.

Pero lo cierto es que los niños crecieron felices en un núcleo familiar que los amó y los ama. El dolor del alma del hijo de 'La más grande', como el de toda la familia, comenzó el día que ella faltó. Doblemente 'huérfano', imagino la pena de la ausencia de una madre más que anhelada hasta que lo abrazó por primera vez. Una vez más, la familia se mantuvo unida. Una vez más, una ausencia más evidente. Y un sentir que cala en un niño que se va haciendo hombre dispersando su vida en una edad difícil y complicada. Hemos sido testigos de ello.

Después llegó el triste capítulo del atropello por parte de su padre a una persona que falleció y la consiguiente condena. Y José Fernando seguía adelante como podía. No pretendo, ni siquiera por un momento, justificar sus actos, sino entender que, a veces, hay cosas que no podemos controlar y que nuestras emociones nos devoran cuando más fortaleza necesitamos.

Con él, siempre su hermana Gloria Camila. También ahora al salir de la prisión donde ha estado ingresado y de donde el juez acaba de dictaminar que puede salir. Hace poco entrevisté a su padre y hermana con motivo del aniversario de la muerte de Rocío Jurado y él no sé presentó. Entendí perfectamente cuando su padre me dijo: "Le cuesta, no está preparado... Disculpadle". Inevitablemente pensaba en ese joven con problemas de dependencia que no supera y la preocupación de su familia.

Ahora le toca encarar ya en libertad una etapa llena de frentes abiertos y con una responsabilidad: la de ser padre de una niña que llega, como casi todo en su vida, para hacerle ver que el destino puede tenderte una mano y que de nosotros depende qué hacer con esa oportunidad que nos brinda.

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