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Hace unos días Melanie Griffith conseguía deshacerse, de una vez por todas, de ese enorme tatuaje en su brazo en honor al que fue su marido durante 18 años: Antonio Banderas. La actriz parece estar lista, ahora sí y después de casi tres años, de enterrar aquella relación.
Melanie ha roto su silencio con una entrevista en la revista 'Porter' del mes de abril en la que se sincera sobre cómo se sintió en los compases finales de ese matrimonio que nadie, ni en Hollywood ni entre el público en general, pensaba que jamás se rompería.
"Parte de la razón por la que mi matrimonio terminó es porque personalmente me quedé atrapada. No dejaré que eso vuelva a suceder, quiero disfrutar de la vida, quiero poder hacer lo que quiera, pero nadie tuvo la culpa", han sido esas palabras que han sorprendido. Y añade sobre la posibilidad de abrir las puertas al amor: "Soy tímida con los hombres ahora. No he conocido a nadie en los casi dos años que llevamos divorciados".
Griffith, que se abre en esta conversación con el periodista, toca dos temas delicados: sus múltiples operaciones de cirugía estética y los problemas con el alcohol que ha tenido en diferentes momentos de su vida.
Sobre el primer asunto sentencia: "No fui consciente hasta que la gente empezó a decir, pero Dios mío ¿qué se ha hecho? Tuve que ir a otro médico para deshacer muchas operaciones. Afortunadamente, parezco mucho más normal ahora".
En cuanto a las adicciones, se refiere concretamente al momento en el que tuvo que ingresar en un centro de rehabilitación en 1988: "En ese momento, yo era una madre funcional, no era como una borracha tirada por los suelos. Hice cosas que no debería haber hecho, pero siempre estuve pendiente de mis hijos".
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