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En la misma semana estrena la tercera temporada de 'El Ministerio del Tiempo' (TVE), lanza el libro 'Los abandonos' (Ed. La Esfera de los Libros) y recibe el Premio Pluma por su labor por los derechos del colectivo LGTB. Vive un momento de esplendor profesional, reflejo de su vida personal. Y ha conquistado a la audiencia desde su participación en MasterChef Celebrities. Para el público, ya no es Cayetana Guillén Cuervo, es solo Caye. Todo un triunfo.
Corazón Qué paradójico: tantos años como actriz, presentadora y columnista para luego conquistar el corazón de los espectadores con un 'reality'... Cayetana Guillén Cuervo Y yo me alegro mucho, porque eso quiere decir que, además de mi trabajo, les gusta cómo soy. Pero también es una responsabilidad, porque no quiero decepcionarles. Este enorme cariño ha venido a completar el respeto que ya me habían demostrado.
C. Es que es una trabajadora nata. C.G.C. Disfruto con mi trabajo y me entrego. Soy muy 'curranta', la verdad, pero creo que es imprescindible serlo en esta profesión. Es la única forma de superarse a sí mismo y de ser honesto con el público. Además, intento no parar nunca para que no se trate tanto de aprovechar una buena racha como de ser constante. Y si mimo tanto 'Atención obras' y 'Versión española' (La 2), es porque me permiten también estar en contacto con los creadores, con la gente de la cultura de este país que tanto admiro. Es un lujazo.
C. Ahora tiene, incluso, 'cayetaners.' C.G.C. Sí. ¡Quién me lo iba a decir! (ríe). Es increíble. Son un grupo de chicas jóvenes, lesbianas, que tienen en Irene Larra, mi personaje en El Ministerio del Tiempo, todo un referente. Es curioso, casi todas las adolescentes pasan de una manera u otra por experimentar el fenómeno fan, pero en ese caso, las cayetaners tienen un discurso más sólido: ven en Larra a una mujer que vive su sexualidad con naturalidad, y que esta es un rasgo más de su personalidad, pero no determinante. Es lesbiana, sí, pero también es una profesional, fuerte, independiente, rebelde… Para ellas, un personaje así es como la luz que aparece al final de ese difícil túnel que es la adolescencia.
C. Da gusto ver a un personaje femenino que no depende de una trama masculina C.G.C. Me encanta. Pero tanto en mi caso como en el de Amelia (Aura Garrido). Es maravilloso que creadores como Javier Olivares –y su hermano Pablo, al inicio y hasta su fallecimiento– apuesten por los personajes femeninos con entidad propia: no aparecen como madres o esposas. Son heroínas, dueñas de su vida y su destino. En mi caso, tratándose de un secundario, lo agradezco más, porque me ha permitido crear algo complejo que, de otra forma, habría resultado imposible.
C. ¿Qué le toca vivir en esta tercera temporada? C.G.C. ¡Uf! (suspira). De todo. No me dejan contar mucho, porque quieren preservar la intriga. Diré que no va a ser desleal con el Ministerio y que le van a pasar muuuchas cosas. Lo que sí puedo desvelar es que la serie no solo mantiene su nivel, lo multiplica: hay más exteriores, más aventura...
C. Publica también 'Los abandonos', un libro sobre la pérdida y el dolor. C.G.C. Precisamente por sentirme así he podido escribirlo ahora. La idea nació con la enfermedad y muerte de mi padre. Me resultó imposible escribirlo entonces. Lo he hecho este último año, en el que me he sentido más plena, más ligera. También cuando he aprendido a relativizar las cosas. Cuando mi padre murió, fue un shock terrible. La vida cambia en un instante. Mi padre lo era todo para mí: mi guía, mi amigo, mi ídolo... Que por fin me haya sentido capaz de acabar el proyecto no quiere decir que le haya olvidado. Al contrario, siento más su ausencia.
C. ¿Porque ve crecer a su hijo y es consciente de que la vida sigue? C.G.C. Sí… Por eso el libro es tan importante para mí: me he desnudado emocionalmente. Está escrito con el corazón. Son reflexiones personales mezcladas con relatos breves de ficción con los que he calmado parte del dolor. Pero veo a mi hijo y siento que, sí, la vida sigue.
C. Hablando de su hijo… Siempre ha sido muy celosa de su intimidad. Sorprendió que apareciera en la final de 'MasterChef'. C.G.C. Fue una sorpresa. De hecho, una doble sorpresa: primero, porque de verdad no me esperaba que viniera. Segundo, porque me di cuenta de que no pasaba nada, que estaba bien que lo hiciera. A mí me emocionó verle y él lo vivió como una aventura. Luego fuimos también al programa de Jaime Cantizano porque, en cierta manera, era un juego. Mateo tiene 11 años y está en la edad de jugar. No quiero exponerle demasiado, pero también asumo que no tiene de qué esconderse. Lo mismo pasa con Omar, mi pareja. Pero todo se explica porque yo me siento más libre. He asumido que las cosas hay que hacerlas con naturalidad. Y no puedo ser más feliz.