No es una mujer común. De eso da buena cuenta la periodista Ana Samboal en su nuevo libro, Ana Botín, nacida para triunfar, (La esfera de los libros), que acaba de salir a la venta. En él repasa la vida y el ascenso a lo más alto del banco Santander de Ana Botín, presidenta actual de la entidad e hija de Emilio Botín. Poco dada a las exhibiciones públicas, descubrimos los aspectos más desconocidos de una mujer única
Aunque se ha publicado mil y una veces su nombre completo, Ana Patricia Botín-Sanz de Sautuola O’Shea, ella prefiere que la llaman solo Ana. El segundo nombre, Patricia, lo perdió en Londres. Allí no lo pronunciaban bien. «De Patricia olvídate, es simplemente Ana o doña Ana», pidió a quienes la trataban.
Durante algún tiempo en las páginas salmón de los periódicos se especuló con otros nombres para suceder a Emilio Botín al frente del Santander, incluido el de Javier, uno de los cinco hermanos de Ana. Pero ella siempre fue la primera opción y así quedó patenten cuando en 2014, tras la muerte de Emilio el consejo de administración refrendó su candidatura.
Ella contó en 2015, en The Wall Street Journal, que esos eran sus trabajos soñados cuando era niña. Dicen que fue su abuela Ana quien la disuadió. «Quítate eso de la cabeza, los periodistas se mueren de hambre», le dijo. Así acabó siguiendo los pasos de su padre. Una amplia formación, entre la que se incluye una titulación en Ciencias Económicas en la Harvard y el dominio de cinco idiomas, avaló sus pasos.
Lleva 34 años casada con Guillermo Morenés Mariategui, un ingeniero agrónomo descendiente de los Borguetto y emparentado con los Garvey. Se conocieron durante unas vacaciones a través de amigos comunes, mientras ella estudiaba en Estados Unidos. Contrajeron matrimonio en 1983, en la finca de Puente de San Miguel, en Cantabria, propiedad de los Botín, como es tradición en la familia.
Ella ha dicho que lo primero es la familia. «No voy a dejar de estar al lado de un hijo que esté enfermo o me necesite». Y tiene tres: Pablo, Guillermo y Felipe. Todos han seguido sus pasos y se han formado en finanzas. Todos han pasado por Georgetown, la misma universidad en la que estudió el Rey Felipe.
Es buena jugando al golf. Muy buena. Tanto que ha sido campeona de España de su categoría en dos ocasiones: cuando tenía 14 y 15 años.
Ha heredado el gusto de su padre por varias disciplinas. Así, ha apoyado en varios torneos a Rafael Nadal, con quien tiene una estupenda relación –e incluso alguna vez ha jugado con él– y viajó a Sudáfrica para estar presente en la final de fútbol en la que la Selección española se hizo con el Mundial. Además, es una fiel seguidora del Real Madrid.
En la infancia practicó varios deportes, baloncesto y yudo entre ellos. También practicó el ballet, pero ha asegurado: «Eso me divertía menos». El esquí es una afición que sigue manteniendo y que vincula a uno de los eventos más fastuosos que organiza: una fiesta en la exclusiva estación de esquí de Gstaad. Allí reúne cada año al gotha europeo.
Dicen quienes la conocen que le gusta la pintura. Quizá esa pasión sea heredada y esté relacionada con uno de los hechos más sorprendentes de la familia: su bisabuela fue la descubridora de las Cuevas de Altamira.
El de la iglesia de San Martín, en el municipio de Carriazo, en Cantabria, donde se ubica una de sus residencias. Echaron una mano al párroco para restaurarlo, pero cuando las campanas comenzaron a sonar a cada hora, día tras día, remitieron una carta al ayuntamiento para mostrar su descontento por el ruido. El asunto acabó en la prensa, para su disgusto.
20 de enero-18 de febrero
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