La cantante Katy Perry paseando por las calles de París hace unos días. / gtres

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Katy Perry, la diva harta de sí misma

En plena promoción de su nuevo disco, ha querido retransmitir su vida durante cuatro días y quizá la idea se le haya ido de las manos. Habló de sus antiguos amantes y de sus problemas personales, y enseñó por descuido más de lo que debía.

96 horas es mucho tiempo y 96 horas sometido al escrutinio de las cámaras, un auténtico infierno. Que se lo digan si no a cualquier concursante de Gran Hermano (Telecinco). Aunque la cosa empeora cuando se trata de una estrella como Katy Perry, elegida en 2015 la cantante mejor pagada del mundo con unos ingresos de 135 millones de dólares. En un caso así, se vuelve casi imposible no meter la pata. O peor todavía: no hartar hasta a los fanes más entregados.

Promoción televisiva

Había además muchos nervios en el ambiente, ya que ninguno de los tres singles de su nuevo disco han funcionado. El primero, 'Chained to the Rhythm', se quedó en el puesto número cuatro de las listas americanas, el segundo, 'Bon Appétit', no pasó del 59 y el tercero, Swish Swish, supuestamente dedicado a su archienemiga Taylor Swift, se atascó en el 46 a pesar de la polémica.

Todo ello ha hecho que la revista Forbes se pregunte si este nuevo trabajo no es «un fiasco». Así que algún experto en marketing tuvo la idea: ya que el disco se llama 'Witness' (testigo), ¿por qué no encerrar a la cantante en su casa durante cuatro días, llenarla de cámaras y convertir al mundo en testigo de su vida? Dicho y hecho, aunque el resultado no parece que haya sido el esperado.

En ese tiempo hubo de todo: Katy cocinando albóndigas con el chef Gordon Ramsay, Katy comiendo con Sia o Dita Von Teese y hablando de feminismo, Katy diciendo a su perro lo mucho que le quiere y luego quejándose de lo mal que huele su aliento, Katy comentado vídeoclips suyos antiguos…

«Tedioso», «poco espontáneo» o «bizarro» son algunas cosas que ha dicho la prensa sobre este larguísimo espectáculo que también nos ha permitido conocer algo más sobre el pasado de la cantante. Uno de los momentos más intensos fue la sesión de terapia a la que se sometió y en la que reconoció haber tenido problemas con el alcohol, pensamientos suicidas y una lucha constante entre el personaje público –Katy Perry, la estrella del pop– y su verdadera personalidad –Katheryn Hudson, su nombre real–. «Soy mucho más ingenua de lo que todo el mundo piensa. Soy muy boba», aseguró. También dijo, entre lágrimas, que esa era la causa de su drástico corte de pelo: «No quería parecer Katy Perry nunca más».

Sus mejores amantes

«Puedes tener razón o puedes ser amada. Yo quiero ser amada», soltó en esa sesión y dos días después, hablando de amor, calificó de mejor a peor en la cama a tres de sus ex. El primer puesto fue para John Mayer, el segundo para Orlando Bloom y en tercer lugar quedó el DJ Diplo. Aunque aclaró: «Todos son amantes increíbles y tendría sexo con ellos cuando salga de aquí».

Taylor Swift, su enemiga íntima

Y llegamos por fin al gran tema, o al más cansino: su eterna pelea con Taylor Swift. Ambas pasaron de actuar juntas y declararse su mutua admiración a dedicarse canciones, y mensajes envenenados sin que nadie termine de entender si el mal rollo viene porque las dos salieron con John Mayer o por una cuestión profesional, como aseguró Swift.

Sea como sea, Perry enterró el hacha del guerra en una reciente entrevista y en el concierto que finiquitó su encierro televisado, sustituyó una frase ofensiva de la última canción dedicada a Swift por otra que dice: «Dios te bendiga en tu camino». Por si todo esto fuera poco, aun faltaba un último detalle: el descuido de la cantante durante un masaje que la dejó durante unos segundos literalmente con el trasero al aire. Segundos que, una vez hecha la captura de pantalla, pasan a formar parte de la eternidad.