Tierra, agua, fuego

Una semana más, Anne Igartiburu nos ofrece su reflexión.

Anne Igartiburu
Anne Igartiburu

Escribo en el camino de vuelta de un corto pero intenso viaje a la India. Llegar al aeropuerto ya tiene su magia. Miras todo con mucho detalle. Lo quieres retener todo. Antes de irte ya sabes que volverás. Cada vez que paso por este maravilloso país, me siento en casa. En parte porque hay vínculos personales y emocionales muy fuertes. Aquí he crecido como persona en todos los sentidos y aquí aprendí de las misioneras españolas que trabajan sin descanso por los que más lo necesitan.

Siempre digo que los misioneros fueron los primeros en llegar y son los últimos en irse. Ellos fueron los pioneros en el voluntariado y los 15.000 españoles repartidos en misiones por todo en mundo son muy pocas veces recordados como merecen, así como los voluntarios españoles, reflejo de una sociedad comprometida. Me siento en casa también en parte porque ya son unas cuantas veces las que me sumerjo en esta tierra de contrastes en la que más que nunca se nota el cambio. La economía gira trepidante y las cifras vuelan, los negocios se cierran, las puertas se abren y las comunicaciones se expanden.

En los últimos años los edificios y las ciudades crecen sin dar tregua en vertical y me pregunto qué pasará a corto plazo, ahora que las nuevas generaciones se adaptan a un ritmo que galopa al que sus padres y abuelos no estaban tan acostumbrados. Una sociedad que ha sabido mirar con quietud durante siglos y civilizaciones lo que sucede a su alrededor; observa ahora atónita, con esos ojos que enamoran, cómo eso llamado globalización, devora los instantes.

Ahora le toca decidir en tiempo real. Lo hace casi improvisando, para no perder su esencia más importante ante el mundo que no para de mirarla con deseo. Es una sensación extraña comprobar el paso vertiginoso que alcanza todo y se queda una mirando alrededor sin reconocer algunos barrios de las afueras de las ciudades que ahora son urbes con semáforos y supermercados o cadenas de comida rápida.

Me hago preguntas que me inquietan, soy así, me 'pre-ocupo' y quizá no debería

Me hago preguntas que me inquietan, soy así, me 'pre-ocupo' y quizá no debería, o quizá es ya muy tarde. Cuestiono si todo es tan bueno como promete ser y si hay consecuencias que puedan herir la armonía. Menos mal que el monzón lo purifica todo y me calma. El agua cae ruidosa sobre la hojalata de las tejavanas de las chabolas y cobertizos mientras las vacas se cruzan por la calle. Yo veo llover y las vacas miran pasar el tren. ¡Curioso! Efectivamente, todo pasa. Y la tromba sigue cayendo, así que debo parar en una especie de acera llena de barro, que sube hasta mi tobillo, que a ratos deja ver los dedos de mis pies con su esmalte naranja y a ratos me salpica entera para dejarme perdida. ¡Para qué me habré puesto este kurta blanco! Sonrío y decido seguir tapándome la cabeza con un plástico.

Y mira que soy vasca y he visto lluvia. Pero esto es 'llover a conciencia'. Solo me falta cantar en alto lo que tarareo y seré, intuyo, un poco más libre. Siempre digo que no volveré cuando sea monzón, y aquí estoy. Ha cuadrado así. Hay algo bueno: el ambiente húmedo y pegajoso se refresca, y cuando los rayos y truenos cesan, los niños salen de las casetas con esa sonrisa que bate al desaliento de la incertidumbre.

Ahora el ruido de los 'rikshaws' se oye más. Si estoy dispuesta, puedo dejarme invadir por esa purificacion antes de seguir el camino. Si no, ya no tengo escapatoria para vivir en unos días una de las noches más mágicas y también purificadoras de año, esta vez con el fuego y bajo el amparo de las hogueras de San Juan. Saltar sobre ellas y celebrar un cambio de solsticio que traerá una buena cosecha si los cambios nos lo permiten. ¡Cómo resistirme a la tierra, al fuego y al agua!

20 de enero-18 de febrero

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Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más

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