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Murió con el corazón partido, como presagio de lo que, tan solo unos meses después, iba a ocurrir entre sus hijos y su viuda. El diestro Sebastián Palomo Linares jamás pudo imaginar que el dinero acabaría por mutilar cualquier acercamiento entre ellos. Los últimos acontecimientos han provocado el principio del final. Ya no hay paz. Los hijos se declaran en guerra.
Están dispuestos a llegar hasta el final para descubrir quién ha ultrajado los recuerdos familiares, las pertenencias que el torero había conseguido amasar gracias a una larga vida profesional. Corazón ha podido saber que los tres hijos estudian la posibilidad de interponer, ante la Guardia Civil, una denuncia que sirva como inicio a la investigación para encontrar a la persona que habría sustraído de la finca El Palomar bienes por valor de dos millones de euros.
Aseguran a 'Corazón' que, entre otros objetos, han desaparecido 40 cuadros, seis relojes, una colección de cinturones de Hermés y otras joyas –gemelos, pulseras y varios recuerdos taurinos– que descansaban en la habitación que en su día ocupó Sebastián y en la que ahora solo yacen «cuatro zapatos viejos» que parece que no quisieron llevarse.
Tampoco aparece la colección de relojes de Miguel y la caja en la que guardaba otros objetos de valor se encuentra totalmente vacía. Insisten a esta publicación que los datos aquí expuestos forman parte de una minuciosa auditoría realizada, entre otros, por el marchante de arte que, durante años, acompañó a Sebastián en la compra de las obras que vestían las paredes de la vivienda.
(Continua leyendo la historia en las páginas de la revista 'Corazón')