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No conocía personalmente a Vicente del Bosque (66), pero tenía la sensación, imagino que como la gran mayoría, de saber muy bien cómo era. Y lo cierto es que no me llevé ninguna sorpresa. Aparte de ser un hombre afable y encantador, Vicente es admirado y admirable. No solo por sus éxitos deportivos, sino también por su compromiso con muchísimas causas solidarias.
Corazón Participa, sin descanso, en infinidad de iniciativas encaminadas a ayudar a dar visibilidad a colectivos desfavorecidos. Por eso era obligado que estuviera en estas páginas. De hecho, hasta tiene premios como personaje solidario... Viecnte del Bosque Bueno, pero tampoco puedo presumir mucho, ya que creo que todos tenemos un mínimo compromiso social. Además, estoy un poco obligado, porque tengo un chaval con discapacidad y conozco este mundo muy bien y por eso sé que todo lo que podamos ayudar es poco. A mí me gustaría que todas estas ONG no dependieran solo de la solidaridad de la gente, que no está mal, por supuesto, pero deberían estar reguladas y protegidas por la administración. Lo ideal sería que estuvieran subvencionadas, porque hay muchas asociaciones que tienen muy pocos recursos y menos visibilidad y tienen que funcionar con los medios más raquíticos que te puedas imaginar. Hay otras que tienen más cobertura y están, sin querer, más protegidas por la sociedad. Tendría que haber un presupuesto, regulado, para todas ellas.
C. De todos modos, de un tiempo a esta parte, cada vez hay más compromiso y mayor responsabilidad social empresarial. V.D.B. Eso es verdad, porque las empresas se han dado cuenta de que esto tiene una buena publicidad en la sociedad y se han vuelto mucho más cuidadosas en este sentido.
C. En su caso, estar ahí, poder dar ejemplo, tener la posibilidad de divulgar… Eso es muy potente y también es una responsabilidad. V.D.B. Y como tal, hay que hacerlo con la mayor naturalidad. Tampoco hace falta ser excepcional.
C. Hablaba antes de su hijo Álvaro y por eso, probablemente, con la asociación que se sienta más comprometido sea la Fundación Síndrome de Down. Concretamente con la Fundación Down Madrid, de la que es patrono. V.D.B. Todos tenemos grabada la imagen de Álvaro subido en el autobús de la Selección, abrazado a la copa cuando ganamos el Mundial… Fue un hecho espontáneo, no había nada preparado. Él, con bastante antelación, me dijo: "Bueno, papá, si ganamos el Mundial, me subo al autocar". Yo le dije: "Sí, sí, claro, no te preocupes".
C. Sin tener claro que eso pudiera conseguirse. V.D.B. Teniéndolo muy poco claro que fuéramos a ser campeones del mundo, por supuesto, imagínate. Luego, la verdad es que te das cuenta del beneficio que tuvo esa imagen, porque mucha gente agradeció que se le diera visibilidad al mundo de la discapacidad.
C. ¿Cómo es Álvaro? V.D.B. Es un amor, un chaval que solo transmite bondad, es de esas personas que solo puedes querer.
C. ¿Cómo podría potenciarse que las personas con capacidades diferentes pudieran participar más en el deporte? V.D.B. En nuestro caso, desde mi experiencia, con toda normalidad. Tenemos dos equipos de fútbol sala, porque éramos muchos y tuvimos que hacer dos. Te das cuenta de que pueden jugar, participar y hacer deporte como cualquier otro chaval. Hay deportes en los que son verdaderamente buenos, como, por ejemplo, en natación. Jugando al fútbol, que hay que tener la habilidad y la coordinación para manejar el balón, pasarlo, regatear, chutar… te vas dando cuenta de cómo avanzan. De cuando empezaron, hace diez años, a ahora, han progresado muchísimo. Ten en cuenta que los beneficios del deporte son para todos, también para ellos. Los valores del deporte les vienen estupendamente..
C. ¿El fútbol es solidario? V.D.B. Claro, sin duda. Si hay una palabra clave para ser futbolista es la generosidad de unos con otros. Sin esa generosidad es muy difícil que seamos un buen equipo. Pueden ser buenos jugadores, sí, pero no un buen equipo.
C. El fútbol es equipo, es integración… Fútbol e inclusión social son términos que deberían ir de la mano, ¿no le parece? V.D.B. El fútbol es solidario, lo que pasa es que hay algunos rasgos, y yo soy un poco crítico en eso, que no hacen mucho favor a los niños. Sobre todo, cuando vemos esos síntomas de egoísmo de los propios jugadores que se resisten a ser cambiados. O ciertas situaciones del juego que no trasladan esa generosidad que debe transmitir el fútbol siempre. Muchas veces ese egoísmo de algunos jugadores es muy malo para el resto. Te doy un ejemplo: si a uno le van a cambiar y el entrenador se resiste, porque le da miedo, no vaya a ser que se vaya a enfadar, sin darse cuenta de que hay uno en el banquillo que está deseando jugar también y que juega muy pocos minutos… No quiere que le releguen, cuando hay otros chavales que están deseando salir al campo. Sería muy bueno que se aplicaran el cuento.
C. No sé si pedirle nombres, señor Del Bosque... V.D.B. No, no, pongas el que pongas… Ni color ni camiseta. Hablo en general.
C. Imagino que habrá tenido que lidiar con muchos egos. V.D.B. Yo considero que, lógicamente, todos tenemos nuestro prurito, pero también debemos tener ese punto de compañerismo para ser un vestuario sano. Un vestuario viciado es lo peor que puede haber.
C. No me imagino cómo ve ahora los partidos de la Selección, porque todos tenemos una opinión. Cualquier espectador se siente entrenador, seleccionador… Usted que sí lo ha sido, ¿los disfruta? V.D.B. Sí, yo los veo como siempre. Lo único, que no estoy pensando en el partido del próximo miércoles o el del próximo domingo, porque esa ha sido una rutina tan metida en mí que, prácticamente, se me ha pasado la vida pensando en el próximo partido. Yo lo veo con pasión, para divertirme, porque me gusta. En este año que llevo fuera de la actividad, he visto tantos partidos como veía cuando estaba dentro del fútbol.
C. ¿Se puede disfrutar del triunfo si no ha habido algún fracaso? Aunque no me gusta nada la palabra fracaso... V.D.B. Te refieres a perder, pero es que no hay ningún deportista que gane siempre. Es imposible. Nuestro mejor ejemplo es Rafa Nadal, que a veces pierde y, además, lo hace con dignidad y elegancia. Yo creo que eso forma parte del deporte y el que no lo vea así, malo. Igual que hablaba antes de la falta de generosidad de los jugadores, déjame que comente también un problema que tienen los medios de comunicación que, a veces, hacen mucho daño, porque crean un optimismo exagerado. Resulta que ya vamos a ganar el próximo Mundial, cuando todavía no nos hemos clasificado. Van creando unas expectativas sin darse cuenta de que son 209 países los que participan y no es fácil ganar y que hay mucha competencia. Está bien que lo tengamos como objetivo máximo, pero no demos la imagen de que es una cosa muy sencilla, porque los chavales piensan que es pan comido y no se dan cuenta de una realidad en el deporte: que se puede ganar, pero también se puede perder.
C. Cuándo echa la vista atrás, Vicente, ¿qué ve? V.D.B. Un recorrido emocionante, de muchísimas experiencias y también de muchos conocimientos. He tenido muchos entrenadores, gente que me ha aportado muchas cosas... Es una vida apasionante la de jugador de fútbol y la he dejado atrás, pero sin ninguna nostalgia, porque la he vivido en plenitud.
C. Y cuando mira hacia delante, ¿qué camino vislumbra? V.D.B. Ver crecer a mis hijos. No creo que haya mucho más… Bueno sí, tener salud.
C. Pero yo tenía entendido que pretendía tener una jubilación muy activa. V.D.B. Bueno, no he parado. Prácticamente sigo haciendo lo mismo que antes, porque tengo muchos compromisos que atiendo, pero ya sin responsabilidades, porque no quiero tener ninguna.
C. ¿Y terminar la carrera de Magisterio no entra en sus planes? V.D.B. ¡Qué va! (risas). La empecé porque no era muy buen estudiante y quería hacer una carrera corta. Lo que pasa es que me alteró, o mejor, me alteré yo al venir a Madrid.
C. De todos modos, nunca es tarde... V.D.B. Yo creo que ya ni me admitirían.
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