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Carlos Bardem: "Posicionarme me expone para que otros me den caña"

Novelista, actor, guionista, hijo de actriz de raza y hermano del actor más internacional... el intérprete saca su lado oscuro en ‘Traición’, de TVE.

El intérprete saca su lado oscuro en su nueva serie. / Javier Martín

Antonio Albert
Antonio Albert

El tamaño no importa, suele decirse. Con Carlos Bardem habría que matizar: el tamaño engaña. El actor, cuyo porte rotundo y sus facciones marcadas le han llevado a convertirse en un tipo duro en la pantalla, es de trato afable y cordial. Cuanto más brutos son sus personajes, más elaborado y sutil es su discurso en la vida real. Ese contraste parece una provocación –involuntaria–, como otras que tanto le gustan cuando da titulares que le recuerdo: "Los rojos interpretamos muy bien a los villanos". Me corrige: "En realidad quería decir a los fascistas, pero bueno… Lo hacemos bien porque los reconocemos perfectamente". Pero antes de hablar de trabajo nos interesamos por el estado su madre, Pilar Bardem: "Está fantástica, con mucha fuerza, con ganas de dar guerra. Ella no se va a retirar nunca".

Traición (TVE) es un drama familiar en el que todos pueden ser la oveja negra: "Julián Casas forma parte de este clan por su relación con la hija de Pilar (Ana Belén) y me está divirtiendo mucho, porque es un tipo que, por lo menos, tiene dos caras. Para su pareja es un tipo cariñoso, detallista, que la mima. Sabe de todo, de buenos vinos, de champán, es un bon vivant... Y luego descubrimos que tiene ángulos muy oscuros y un pasado tenebroso… Y hasta aquí puedo contar o tendría que matarte…", bromea Carlos.

Mi madre está fantástica. No se va a retirar nunca"

Compagina la grabación de la serie con el estreno de The Son (AMC). En ella encarna al patriarca de una familia que representa lo mejor de la herencia española en México y Texas: "La única diferencia entre rodar allí y aquí es el dinero, que te da tiempo y te da medios. Así las cosas salen con un empaque más lujoso. Pero cuando se grita “¡acción!” no hay diferencia que valga".

Carlos, que logró el papel tras enviar una primera prueba de casting en vídeo casi disfrazado de mariachi, reconoce que una de las ventajas para los actores españoles en Hollywood es el fin del whitewashing –blanqueamiento de los personajes por casting–: "Por ejemplo, en esta serie los anglos son anglos, los latinos son latinos y los indios son apaches, semínolas, comanches… Cada uno hablando en su idioma". Con tanto trabajo no puede terminar su próxima novela, que "se centra en un personaje histórico apasionante, pero conlleva mucho trabajo de investigación y no encuentro tiempo para avanzar". Y el poco tiempo libre que le queda parece invertirlo en Twitter, donde se abona a la polémica: "Es lo que tiene ser un ciudadano libre que da su opinión. Asumo que posicionarme me expone para que otros me den caña. Pero, ojo, esto pasa ahora también en EE.UU., una sociedad mucho más polarizada por culpa de Trump"

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