Ha tardado en asentar tanto cambio, pero Bilbao es ya una ciudad moderna, hermosa y abierta. No porque no lo fuera antes, porque los que la conocemos desde antes de la riada o de la crisis industrial, ya la amábamos con su polvo, su roña y su pátina de ciudad metalúrgica y naval. Lo es porque ha ido poco a poco creyéndose que merece el reconocimiento que hoy tiene. Sin detenerse ha avanzado poderosamente. Porque por muy fanfarrona que se haya mostrado tantas veces, la capital del mundo siempre ha vivido con la espada de Damocles de la comparación con otras capitales. Pero hoy ya es la mejor de Europa, siendo reconocida con ese título hace pocos días.
Conectada con el Reino Unido durante siglos, heredó la cultura británica en muchos aspectos y fue, por ejemplo, pionera en el deporte del fútbol, creando el que es hoy por hoy uno de los mejores equipos de la Liga y con jugadores locales. Los Leones rugen en un nuevo estadio con entrega en el campo y un carácter típico del vasco discreto y tímido.
Pero hay mucho más. Existen tantas caras de Bilbao como podamos imaginar. Humilde a ratos, culta y comprometida se abre al mundo en este 20 aniversario de el Museo Guggenheim, que lo puso en el punto de mira del arte y removió las emociones de todos los ciudadanos, insuflando ilusión y más carácter aún. Eje cultural entre otros con el Teatro Arriaga durante siglos y el Palacio Euskalduna haciendo tándem escénico desde el otro lado de la ciudad. Recordar aquí que en la capital vizcaína está la segunda sala de conciertos más antigua del mundo, la Sociedad Filarmónica de Bilbao. Totalmente recomendable indagar en su bella historia.
El Bocho se deja querer más que nunca y guiña al exterior sabiéndose capaz de todo y reconocido por todos. Aun recuerdo pasear desde niña por las Siete Calles y entrar en la librería de mi abuelo en la calle Correo, vivir el ambiente de los comerciantes del Casco Viejo y disfrutar de ‘Santo Tomases’ en la Plaza Nueva. Mi primer concierto de música clásica escuchando a un Joaquín Achúcarro, inmenso, en la iglesia de San Nicolás y saber que eso era insuperable. Crecer con las fiestas de la Aste Nagusia, Semana Grande donde las haya.
El movimiento surgido tras el cierre de los Altos Hornos y la lucha por un futuro mejor de tantas familias. Mis días universitarios en Deusto y tantos acontecimientos que han marcado la vida de una sociedad tan cambiante a finales de los 80. Hoy te felicito, querida Bilbao. Y miro orgullosa cómo te eligen para eventos tan importantes a nivel mundial como el The Worlds Best 50 Restaurants Award. Nadie mejor que tú para acoger un encuentro culinario tan prestigioso que vuelve a Europa. Y ya puestos, como somos así los de Bilbao, también tendremos este año que viene la entrega de los MTV. Referente mundial de la música actual.
Es un suma y sigue que observo mientras veo también mi vida cambiar. Necesitaría más tiempo y espacio para darte las gracias por tanto, Bilbao de mis amores. Te siento cercana y única siempre. Y me emociona ver todo lo bueno que te sucede a ti y tu gente, que también es mía.
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20 de enero-18 de febrero
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¿Qué me deparan los astros?