Amaia, 'So what', de Pink.

Con el pelo rizado y un pantalón de cuero, Amaia de España se transformaba anoche en una suerte de Olivia Newton-John al estilo 'Grease': voz rota (de hecho, cascada, sin fondo para aguantar voz y baile, pero sin perder afinación) y actitud chulesca, de niña mala, malísima. Nada como ser una 'pink lady' para cantar a Pink. Para versatilidad, la suya.

Ricky, 'Let me entertain you', de Robbie Williams

"No seas 'sexy de abuela'", le dijeron los Javis. "Va a ser un número muy sexual", le dijo Vicky al presentarle la 'coreo'. Al final #NumerazoDeRicky fue TT. Muy merecido, porque fue vimos la mejor versión de Ricky en un número que servía como perfecto arranque de la gala para dejar el listón bien alto. Eso sí, acabó expulsado.

Cepeda, 'Quién', de Pablo Alborán

Con ganas de romper, subiendo el tono y quedar apretado, Cepeda tenía que ser "más Alborán y menos Orozco", según consejo del director musical de la Academia. Un día se levantaba y decía que para cantar no hace falta bailes o coreografías, y al día siguiente se quejaba por no tener un número con bailarines. El caso es quejarse, su especialidad. E ir a su bola. Ya en el visionado de la gala anterior dejó ojipláticos a Noemí y Manu, al confesar que estaba encantado con su actuación. Ayer tampoco convenció al jurado. Sólo a sus fans, que cada vez son menos.

Alfred y Agoney, 'The lady is a tramp', de Frank Sinatra y Luther Vandros.

Un 'crooner' clásico y uno, 'más soul'. Una pareja de estilos bien distintos unidos, sin embargo, por la misma elegancia y amor por la música. A pesar de contar con un ‘coreo’ un tanto recargada -"en una actuación, menos es más…", comentó Capde a Vicky tras el primer pase-, lo resolvieron a base de ensayos con los pies de micro: "Yo soy muy patoso", se quejaba un Alfred que pedía aligerar el 'show'. "Ni de coña. Vamos a trabajarlo para sacarlo adelante", no se rindió Agoney. El resultado, a la altura de una de las parejas con más potencial. Y no era fácil teniendo entre manos un clásico de Sinatra.

Aitana y Raoul, 'Let me love you', de Justin Bieber.

Ella, con antibióticos y pus en la anginas; él, sin fondo para aguantar la voz y la 'coreo'. Ella, con ese ángel con el que conquista la cámara; él, con una sonrisa forzada que le traiciona y deja ver la tensión que oculta. "Le veo como a mi hermano", decía Aitana para explicar el buen rollo entre ellos. Pero la canción es un canto de amor desesperado, casi un acto de humillación, una súplica, en la que Raoul llegó a 'comerse' un 'let me love you' al no llegar con la respiración. Mónica Naranjo le pidió explicaciones, pero luego Joe le salvó "por última vez". Lo cierto es que por errores menos evidentes se ha justificado una nominación, así que estamos ante una de esas decisiones del jurado un tanto aleatoria.

Ana Guerra y Mireya, 'Comiéndote a besos', de Rozalén.

Su primer pase de micros, aunque flojo, fue de los mejores (conviene señalar que fue uno de los peores jueves de las seis semanas de concurso: es curioso cómo confluyen a veces las energías, buenas o malas). Sufrieron con Manu a la hora de encontrar el tono, pero el sábado ya lo tenían asegurado. Con sentido y sensibilidad, se enfrentaron a la canción intimista y delicada cumpliendo el objetivo. O eso creían ellas.

Roi, 'La llamada', de Leiva.

No es una canción para lucirse, porque es un tema sencillo pero complicado. A pesar de todo, el compostelano aguantó el tipo llevándola a su terreno, que no gustó al jurado pero sí al claustro de profesores.

Nerea, 'Quédate conmigo', de Pastora Soler.

Vestida, una vez más, como una princesa Disney, empezó nerviosa. Como para no estarlo: primero, porque la canción requiere una precisión y potencia vocal que solo ella, según los profesores, tenía para ser 'la elegida'; segundo, porque tenía enfrente a la mismísima Pastora Soler. Pero Nerea se fue creciendo, justo allí donde lo tenía más difícil. Verla cantar a lágrima en la clase de los Javis para espantar los fantasmas del acoso escolar merece un artículo aparte.

Miriam, 'Que te quería', de La quinta estación.

Con los Javis trabajó romper la barrera de la emoción, planteándose cómo cambiar el chip y, sobre todo, librarse de un autocontrol que la bloquea en muchas situaciones. El miércoles hizo un decepcionante pase de micros, que mejoró el sábado. En la gala se soltó: jugó con el 'vibrato', sacando partido a esa voz rasgada que tanta curiosidad le despertó a Bustamante.

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