Una semana más, Cepeda se queda. De poco le sirvió a Raoul bordar su actuación –"una de las mejores de esta edición", según Noemí– porque fue el expulsado de la Gala 8. El jurado, con una Mónica Naranjo dolida "por las injusticias", dejó bien claro que reconocían la decisión del público pero no la compartían.

Había mucho nerviosismo entre los seguidores de 'OT' anoche. Incluso corrió un ridículo bulo en twitter sobre la posible suspensión de la gala debido a la faringitis de Cepeda (llegará un día en que se estudie el grado de obsesión/fantasía/neurosis de las ‘cepeders’ en las redes… y en las votaciones). Pero los nervios estaban a flor de piel porque había dos retos que muchos esperaban ver cumplidos: Ana War, convertida en favorita por su actitud 'altanera, presiosa y orgullosa' y Raoul, salvado por su esfuerzo y su evolución semana a semana, beso con Agoney incluido.

Una de cal y otra de arena para la audiencia, que ha visto cómo el voto 'carpetero' (dícese del propio de adolescentes capaces de dejarse la paga semanal o 'fundir' el móvil de sus padres) pudo con el voto de la razón. Incluso Mónica Naranjo se quedó sin habla –la diva, ¡sin habla!, lo nunca visto– al saber que, una vez más, Cepeda se quedaba en la Academia con su laringitis, su camiseta beige (bueno, anoche arriesgó con el estilismo y se puso una 'chupa' de cuero) y sus canciones cantadas con el mismo patrón. Y es que "no es la alegría de la huerta, el chiquillo", como confesó Noemí Galera en unos de sus habituales arranques de sinceridad.

Las dos Españas llevaban toda la semana enzarzadas en agrias discusiones sobre quién debería irse esta semana: a estas alturas, el concurso está que arde, con familias y amistades rotas tras declararse 'fans' de Cepeda o Raoul. Si estás con uno, estás contra el otro. Así de emocional se ha vuelto todo. Y cuando creíamos que no podíamos soportar más dramas, llegó la nominación de Roi. El jurado tuvo que realizar una auténtica carambola para enfrentar a Cepeda con un competidor que dividiera el voto gallego, el juvenil, el ‘carpetero’, el heterosexual y el 'buenrrollista': para ello tuvieron que nominar antes a dos pesos pesados, Alfred y Agoney. Qué poco duró anoche la alegría en la casa de un fan.

Al menos se cumplió la petición de convertir a Ana Guerra en Ana Star War. La movilización de las redes dio sus resultados: la canaria cruzó la pasarela como una loca, tirándose del pelo, con una sonrisa bipolar, a ratos alucinada, a ratos feliz, o las dos cosas a la vez. Puede que muchos espectadores –al menos aquellos que no sigan el ‘24 horas’ o sus contenidos virales– no entendieran lo importante de ese ‘momentazo’, fruto de una semana de bloqueo inicial y una posterior batalla sin cuartel hasta lograr un brillante ‘show’ de rap y coreografía electrizante. El hashtag #ANAWARFAVORITA (así, en mayúsculas) fue TT. Mundial. Poca broma. Fue el subidón de la noche. El bajón llegó con el jurado, sobre todo con sus desconcertantes los cambios de criterio entre la microvaloración tras la actuación y la valoración final. Ya hemos tenido varios precedentes, pero anoche pudimos ver cómo lo que fue considerado un 'notable' –para sorpresa del público– se convirtió de pronto, sin explicación alguna, en un 'sobresaliente'. Se nos hace raro.

Lo mejor de la noche fue la despedida de Raoul, con su emotiva versión de 'Every breath you take', de The Police; la transformación de Amaia en Marisol, despidiendo su luz y su candor con ‘Me conformo’; Aitana y su 'crescendo' con 'Chasing pavements', una balada de Adele que comenzó con dudas pero acabó en la cumbre, y el grito de Guerra de Ana War. Bueno, no solo el grito final, la actuación entera de ‘Fleur East’, de Sax.

Bien, pero con matices quedaron Roi, que no se quita de encima la cara de dolor cuando canta en inglés; Nerea, con energía y brío de ‘superstar’, a lo Marta Sánchez, y una Miriam que tenía un tema ‘intocable, ‘I wanna dance with somebody’, de Whitney Houston. Cierta decepción causaron Alfred, que al final hizo caso omiso a los profesores y no quiso abrirse como lo había hecho en los ensayos, y Agoney, que perdió la afinación y volvió a quitarse el ‘in-ear’ en mitad de la actuación.

Lo peor, insistimos, algunos momentos del jurado: el teatrillo para contarnos cómo pegaron la cinta al trasero de Agoney (si nominaran a peores actores, se quedaban libres tres plazas) y algunas valoraciones incomprensibles. Mónica Naranjo acaparó todas las críticas cuando señaló que Raoul debió ser salvado por los profesores (tal vez no debiera haber sido nominado, ¿no?), cuando comentó que Alfred tenía sello propio pero escasa versatilidad (vamos, que ella nominaría a Serrat, por ejemplo) o su epifanía al hablar de injusticias porque hay canciones más fáciles que otras (ha tardado 8 galas en darse cuenta).

Roberto Leal volvió a bailar, incluso se atrevió a cantar, o al menos a intentarlo, mientras disfrutaba como un enano presentando la gala. Y, llevado por el espíritu de la Navidad, hizo dos regalos a los espectadores y uno a los concursantes: el próximo lunes no habrá nominados ni expulsados –al tratarse del especial navideño– y puso fecha a la mini gira: Barcelona ( 3 de marzo en el Palau Sant Jordi) y Madrid ( 16 de marzo en el Palacio de Vistalegre). También comunicó que habrá firma de discos para los ex concursantes que no acudieron a la anterior: serán el 27 de diciembre en Sevilla; el 28, en Madrid. Por cierto, las entradas de los conciertos salen a la venta el próximo día 22. Este año nos ha tocado el Gordo con ‘OT’.

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