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Ha sido, con diferencia, la despedida más emotiva. Y una de las más injustas.
Con el 46% de los votos, perdió frente a Luis ‘Terminator’ Cepeda. “Estoy muy orgulloso. Y más de lo que he hecho hoy.” Razón no le faltaba. Con los ojos enrojecidos, el mismo Raoul que había protagonizado alguna de las rabietas más infantiles de esta edición (solo tiene 20 años) se enfrentó a la expulsión con dignidad y madurez, mostrando la misma generosidad que había tenido con todas y cada una de sus parejas a lo largo del concurso. Es verdad que, a continuación, acudió al ‘Chat’ y no se cortó un pelo respondiendo a las preguntas de Noemí, sobre todo las relacionadas con su contrincante: “Me lo esperaba. Viví en la firma de discos el apoyo de Cepeda, así que me lo esperaba,” decía antes de dejar bien claro que si se basara en la valoración de la gala merecía quedarse. No creo que sea criticable que, en un concurso, uno deje al margen la falsa modestia para señalar lo que jurado y profesores también habían reconocido. Las ‘cepeders’ pusieron su maquinaria al escucharle comentar que Cepeda no había demostrado constancia ni esfuerzo porque se había acomodado en canciones con las que se sentía cómodo… No era una crítica, era una constatación que provocó inmediata reacción de las ‘haters’.
Otra cosa es la polvareda que ha levantado con el comentario de que “solo Agoney, Miriam y Nerea tienen corazón.” Noemí se sorprendió ante lo que parecía resquemor y él intentó explicarse, pero se aturulló un poco. Veremos qué quería decir exactamente…
Raoul es el chico mimado de su casa. Se le nota. Hermano del futbolista Álvaro Vázquez, se emociona cuando habla de sus padres, pero sobretodo de su madre, a la que adora. Tiene un carácter fuerte que le hace reaccionar de manera brusca, aunque luego recapacita y se disculpa. Es ordenado, muy ordenado, algo que se refleja en su manera de trabajar: meticuloso, constante, perfeccionista. Todo ello le ayudó a protagonizar un espectacular cambio en estos dos meses de encierro.
También ponía firmes a sus compañeros por el tema de la limpieza, con el lavavajillas como principal protagonista de sus conflictos. Irónicamente, era el gran propulsor de esa ‘guerra de pedos’ que llevó a Noemí a llamarles la atención en el pase de micros (nunca sabremos si fue él o Amaia, que le siguió la corriente). Su forma de decir las cosas, cierta querencia por la crítica a hurtadillas y sus rabietas pusieron a un sector de la audiencia en su contra. Su actuación con ‘Million reasons’ (memorable su segundo pase de micros) y su ya mítico beso con Agoney le hicieron congraciarse con otro sector, insuficiente para quedarse en la Academia.
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