Cuenta atrás para la última noche del año en la que todos, por una vez, nos ponemos de acuerdo en algo: tomar las uvas juntos y poner la energía en desear lo mejor para este nuevo 2018. Somos así, no dejamos de soñar y tener esperanza en que podemos atrapar ese cabo que no lanza la fortuna, sin soltar de la otra mano el que nos ha mantenido firmes en la templanza y la fuerza.
Yo estaré en la Puerta del Sol, claro, en ese balcón en el que me sitúo algo antes de comenzar mi última retransmisión del año junto a mi compañero Ramón García y el resto del equipo que trabaja, incansable, para que todo salga a la perfección. Llegaré a ese plató improvisado en un piso del madrileño kilómetro cero y saludaré inquieta a los técnicos que ultiman, a esas horas, los detalles para la emisión. Luces, cámaras, unidad móvil, sonido, conexiones... Todo estará a punto para despedir el año. La plaza, abajo, se irá llenando de gente que quiere vivirlo de primera mano, mirando al reloj de la Casa de Correos. Nosotros observaremos, desde arriba, cómo algunos saludan y se crea el bullicio más emocionante del año. Repasaremos nuestro cometido como presentadores y, después, me maquillaré y peinaré mirando ese vestido, colgado en la percha de mi minúsculo camerino en el que cabremos al final todos. Toca trabajar, como otros muchos lo hacen en esa velada, pero es cierto que nos sentimos felices y privilegiados en ese instante y en ese lugar. Entre nosotros, se crea una sensación de impaciencia y alegría, unas ganas de hacerlo bien juntos y un rigor que se traduce en confianza mutua.
Antes de salir al balcón para la última prueba de sonido, me enfundaré mi Caprile rojo y me subiré a los tacones para colocar micrófonos y abrigarme con un plumífero del que solo me despojo minutos antes de comenzar. ¡Qué frío hace, pero qué poco lo notamos! El calor de la mirada de los compañeros nos arropa, mientras Ramón me dice con un guiño: "¡Vamos!". Y añade generoso: "¡Estás impresionante!". Siempre tiene la palabra justa. Nos agarramos de la mano, cómplices, y sabemos que es nuestro momento de darlo todo. Regiduría bajará la mano para darme paso e iniciar ese saludo a todos de "¡buenas noches!". Este año también haré mi tributo a alguien que represente lo mejor de nosotros como sociedad. Si el año pasado fue la solidaridad del Padre Ángel, este el protagonismo se lo lleva la figura de la mujer, con Ruth Beitia, Margarita Salas, Carla Simón y alguien cercano, como ejemplo de féminas luchadoras y referentes. Portaré un objeto de cada una de ellas como, en anteriores ocasiones, hice con otros protagonistas. Al final, los minutos vuelan y todo pasará rápido. Cuando me de cuenta, estaré felicitando el año a los espectadores y, acto seguido, quitándome el micro para abrazar a los compañeros y amigos. Después, queda comentar nuestro trabajo y vivir el adiós a 2017 de manera más íntima. El concierto de Año Nuevo desde Viena, en La 1, será el mejor pistoletazo de salida: en el sofá de casa y junto a un experto en música clásica a mi lado. Atrás quedará un año lleno de experiencias. Como el año que fue.
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