epe Rodríguez, jurado del popular concurso de TVE MasterChef, es de esos hombres que, aun sin haber coincidido con él, tienes la sensación de conocerle de toda la vida. Por eso, me dirijo a su restaurante El Bohío, en Illescas (Toledo), con la ilusión, casi, de encontrarme con un amigo, un hombre solidario que colabora con todos aquellos que le lían, que, por cierto, son muchos…
Hablamos con él de cocina y solidaridad.
Corazón Y porque no llego a más... Pepe Rodríguez La verdad es que yo siempre he colaborado, lo que ocurre es que ahora, como te haces medio ‘famosillo’, parece que tienes que tener una asociación a la que ayudar. Yo ya lo hacía antes de salir en televisión, pero ahora te llaman para cien mil historias y donde puedo ir, siempre voy.
C. Quienes le conocen me han dicho: "Pregúntale por su experiencia, cuando era muy joven, en Proyecto Hombre". P.R. No es exactamente Proyecto Hombre, pero sí tiene mucho que ver. Había un profesor, que todavía vive aquí, en Illescas, con el que no tenía nada que ver, porque nunca me dio clases: don José Soriano. Yo le veía con todos los yonquis del pueblo. Los sacaba a tomar una copa, a dar una vuelta... Hacía vida con ellos, que eran los repudiados, los que habían salido de la cárcel, los que robaban el radiocasete del coche… Los estragos de la heroína. Pensé: "Este tío, con esta gente a la que nadie mira». Un día me lo encontré andando por la calle y le dije: 'Don José, ¿necesita que le eche una mano en algo?'. Se quedó sorprendido y me dijo: «Pues mira, si vienes mañana a casa, lo vemos". A partir de ahí, estuvimos juntos un montón de años.
C. ¿Qué edad tenía? P.R. 22 o 23 años.
C. ¿Y qué aprendió? P.R. Muchísimo. Fundamos una asociación que se llamó Amidemar, orientada a ayudar a toxicómanos. Nos hicimos profesionales de cómo ayudar a esta gente, porque no había muchas salidas. Ahí es cuando aparece Proyecto Hombre, ya que enviábamos gente allí, pero también a otros centros de toda España. Buscábamos dinero, subvenciones… Nos volcábamos en ayudar a toda la familia, porque el problema de un toxicómano no es solamente de él, sino de todo lo que le rodea. Vivimos unos años preciosos ayudando a esa gente que tanto lo necesitaba.
C. ¿Esa experiencia le convirtió en un hombre religioso? P.R. Eso quiza me venga de mi madre, aunque mi hermano, para que te hagas una idea, no pisa la Iglesia. Pero sí es cierto que ese ambiente religioso te hace entender que el prójimo es el que tienes al lado y hay que ayudarlo.
C. No me extraña que su madre fuera religiosa sabiendo que su padre fue torero… Imagino que eso también marca, ¿no? P.R. (Risas) Bueno, no es que tuviese una capillita para rezar cuando iba a torear… El mundo religioso de mi madre y sus creencias venían de antes. Mi padre, sin embargo, no era de los que iba a misa, ni domingos ni fiestas de guardar. Imagino que unos hemos salido a mi madre y otros, a mi padre.
C. Decía yo que colaboraba con muchas causas, con diferentes objetivos: Banco de alimentos, Cáritas, Lucha contra el cáncer, Cruz Roja, fundaciones sobre discapacidad infantil…No se le resiste una. P.R. Yo voy donde haga falta. He tenido la enorme suerte de conocer la Fundación Aladina. He acudido al Hospital Niño Jesús con Samantha (Vallejo-Nágera) a visitar a niños con cáncer… Si sabes que haces un bien, que puedes provocar una sonrisa, ¿cómo no vas a colaborar? Además, de la manera que sea, económica o con tu imagen. La solidaridad debe ser algo inherente a todo ser humano, no ejercerla solo porque seas 'famosillo'
C. Hubo un proyecto muy especial en el que colaboró el año pasado y del que hablé con el Padre Ángel hace unos meses: los restaurantes 'Robin Hood'. P.R. Es el Padre Ángel quien tiene el mérito, no yo. Yo hago de comparsa. Él es el que tuvo la capacidad de hacer y de inventarse un restaurante donde se trata no solo de dar de comer al necesitado, sino de hacerlo como cualquier persona, sobre mantel y servilletas de tela, con dignidad. Tenemos que igualarnos 'de tú a tú' con aquellos a los que ayudamos. Con el Padre Ángel sigo colaborando. Y ahora voy a hacerlo con refugiados. Hay una asociación en Getafe que me ha pedido que vaya a cocinar con ellos para hacer un evento gastronómico solidario. En todo lo que sea ayudar, ¡cómo no voy a estar!
C. Tiene tres hijos. P.R. De 15, 13 y 8. Estoy entretenidísimo.
C. ¿Procura inculcarles este mensaje de solidaridad? P.R. Ellos tienen que ver que haces algo por los demás, de una manera natural. Sin que sientan que es una obligación, tienen que apreciar que estás haciendo un bien y que eso, además, te hace feliz.
C. ¿Qué compensación tiene para usted ser solidario? P.R. El otro día, me estaba haciendo una foto con una niña en una silla de ruedas. Me dirigí a la gente que la estaba atendiendo y les dije: "¡Qué maravilla!, ¡qué trabajo hacéis!". Me contestaron: "Tú sabes la suerte que tenemos de poder realizar una labor así? No imaginas la satisfacción que sentimos". Cuando oyes eso, piensas: "¡Hay que cambiar el chip!".
C. Y, hablando de todo un poco, ¿en qué punto estamos ahora en 'MasterChef'? P.R. Hemos grabado el de niños, que es el que se está emitiendo ahora y en 2018 empezamos a grabar la sexta temporada del MasterChef amateur. Quién nos lo iba a decir, ¡cinco años seguidos en televisión!
C. Viéndole, parece que los platos estén riquísimos, lo digo por las ganas que le pone al probarlos... P.R. Hay de todo, yo como normal, lo que pasa es que tengo a dos pijos al lado que no comen nada. Lo que no se puede es probar como lo hace Samantha, escarbando y luego chupando la cuchara. Nos pagan por comer y yo no sabría probarlo de otra manera (risas).
C. ¿Uno llega a aprender de los concursantes? P.R. ¡Cómo no!, el programa me ha enseñado mucho, porque después de tantas horas hablando de ideas, de cocineros que te enseñan sus platos, acabas aprendiendo...
C. Yo no me resisto, antes de despedirnos, a pedirle una receta navideña fácil para epatar a la familia en estas fechas... P.R. Este es un problema, sea Navidad o verano. Yo siempre digo: "Haz lo que sepas hacer", porque no hay cosa peor que intentar cocinar lo que no has hecho nunca. Y en Navidad, haz lo que tú domines. ¿Qué se te da bien?, ¿el pescado? Pues, ¿para qué voy a decirte que hagas un pavo? ¿Sabes lo que no puede faltar? Una sopa. Sopa de ajo, sopa de cebolla… Si haces un cocido, reserva el caldo, pochas un ajo y mucha cebolla, tiras el exceso de grasa, le echas el caldo, dejas hervir un poquito, echas dos costrones de pan tostadito, queso fundido por encima, lo gratinas al horno y la tienes lista.
C. Apuntado queda. Por cierto, he buscado el significado de 'Bohío', nombre de su restaurante con estrella Michelin, y el diccionario dice que es algo así como una cabaña rústica de América tropical… Poco que ver con Illescas... P.R. Nada que ver o quizá todo. Mi abuelo, con 14 años, emigró a Cuba, donde llegó a tener dos locales de hostelería. Conoció a mi abuela, se casaron y allí, en La Habana, nació mi madre. Cuando estalló la Guerra Civil se vinieron a España y aquí se quedaron. El restaurante estuvo cerrado un tiempo y mi madre volvió a abrirlo en 1971.
C. Y que dure. A punto de finalizar el año, ¿algún deseo para el año que llega? P.R. Salud para todo el mundo, porque sin salud nos somos nada. Cuando te falla, te das cuenta de que lo demás solo son problemillas.
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