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Su infancia no fue fácil. Vivió en primera persona las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial sufriendo la pérdida de seres queridos, persecución y hambre. Todo esto lo tuvo siempre tan presente que condicionó su vida, dedicándola en gran parte a las causas benéficas como embajadora de buena voluntad de Unicef.
Por ello, si ahora, a punto de cumplirse 25 años de su muerte –20 de enero–, Audrey Hepburn (1929, Bélgica-1993, Suiza) levantara la cabeza y viera el conflicto que existe entre sus hijos, Sean y Luca, y la Fundación para la Infancia Audrey Hepburn, que estos crearon en 1993, se moriría de la pena.
Los problemas comenzaron en 2012 cuando Sean Ferrer, en quien su hermano, Luca Dotti, había delegado el poder de decisión, se desvinculó de la fundación por mantener importantes diferencias en la gestión. También quiso desligar el nombre de su madre de la actividad.
Estas desavenencias han provocado que los hijos saquen a la luz el testamento de su madre, hasta ahora mantenido en la intimidad, a modo de prueba para demostrar que se están vulnerando sus derechos. Y es que en el mismo queda claro que él y su hermano poseen los derechos del nombre de su madre y de sus películas.
Su nueva conquista
Pero también han trascendido datos curiosos, como que el albacea de las últimas voluntades de la actriz fue su gran amigo y diseñador de cabecera Hubert de Givenchy. Al modisto, que conocía como a la palma de su mano, le dejó dos piezas de arte religioso ruso, valoradas en 20.000 francos suizos -17.000 euros-. Él fue el único que entendió que Audrey no quería convertirse en un icono de estilo y que rechazaba la ostentación.
Pero lógicamente, a lo largo de su vida y también debido a su profesión, Hepburn reunió una importante colección de joyas, en su mayoría de Bulgari y Tiffany’s, que heredaron en su mayoría sus hijos, con algunas excepciones. La intérprete legó algunas joyas a amigos como el actor Yul Brynner y su esposa, a los que dejó un conjunto de collar de esmeraldas, broche de zafiros y pendientes.
Además cedió a la hija de estos un valioso broche. Extrañamente, la última pareja de la actriz, Robert Wolders, solo recibió dos candelabros de plata, valorados en 500 francos suizos (426 euros). De lo que parece que no hay duda es de que la motivación de los hijos de la actriz es más económica que sentimental o humanitaria, como indica el hecho de que en septiembre subastaran 500 lotes de objetos que pertenecieron a su madre.
Si Hepburn levantara la cabeza...
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