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Era el cumpleaños de Juan 'OG' Perez, uno de sus mejores amigos y presidente de su discográfica, así que decidieron salir a celebrarlo por Nueva York con un grupo en el que estaba la mujer del homenajeado, Desiree Perez. ¿Y Beyoncé? Ella se quedó en Los Ángeles, donde la pareja tiene fijada su residencia, y fue al baloncesto con Blue Ivy, hija de ambos.
Jay-Z y su panda acudieron primero al restaurante japonés Zuma y pagaron 13.000 dólares (10.500 euros). Para las primeras copas, eligieron un local llamado Made in México, donde se dejaron unos 9.000 dólares (7.300 euros). Y al tercer y último garito, el Playroom, llegaron solo seis, pero eso no les impidió pagar una cuenta de 80.035 dólares (64.919 euros), más una generosísima propina de 11.100 (9.000 euros), como se pudo ver en la factura de la que presumieron en las redes sociales.
En total, más de 110.000 dólares (90.000 euros), quemados en una sola noche. Aunque si analizamos bien la noticia quizá el disparate no sea tan grande, ya que en el mejicano bebieron coñac D'Ussé y en el Playroom 40 botellas de champán Ace of Spades, 20 de ellas rosado y 20 del dorado de toda la vida.
¿Y qué tienen en común ambas marcas? Pues que pertenecen a Jay-Z, con lo que al menos una parte del dinero volverá a su bolsillo. A eso hay que sumar la publicidad para ambas firmas y para el propio músico, que consolida su imagen de gran magnate –algo que en efecto es– capaz de salir de juerga y divertirse, como a los millonarios les gusta presentarse en las redes sociales.
La guerra del champán
El marido de Beyoncé, por supuesto, es consciente de todo ello, como puso de manifiesto en su famoso enfrentamiento con la firma de champán Cristal, su favorita hasta entonces. Un directivo de la marca dijo que no le gustaba que raperos y estrellas del pop consumieran su producto, porque eso hacía que pareciera hortera, pero que no podía prohibirles que lo compraran. Jay-Z se lo tomó como algo personal y empezó a boicotearles.
No contento con eso, compró su nueva marca favorita, Ace of Spades, y anunció que iba a sacar una edición limitada de 3.000 botellas a 760 dólares (616 euros) cada una. El precio habitual era de unos 300 dólares (243 euros) en tienda. En sus memorias comentó que no terminaba de entender la actitud de Cristal: "Nosotros usábamos su marca como un símbolo de lujo y ellos obtenían publicidad a cambio".
Con Ace of Spades en su poder, todo el beneficio es para él. Y es que, Jay-Z tiene las cosas claras y un gran instinto para los negocios. Solo así se explica su fortuna, según 'Forbes', de 810 millones de dólares (657 millones de euros) en 2017. Lo que no está nada mal para alguien que empezó trapicheando con drogas en el peligroso barrio de Nueva York en el que creció, y disparando, con solo 12 años, a su hermano porque le había robado un anillo. Mucho tiempo después, cuando ya le estaban llegando los primeros éxitos, fue condenado por apuñalar a un productor discográfico.
Regalos excéntricos
Desde luego, le encanta gastar, casi tanto como ganar dinero, solo o en compañía de Beyoncé, como inversión o como una forma de demostrar su poder.
Entre sus lujos y excentricidades se encuentra su casa de Los Ángeles, que compró la pareja en 2017, y por la que pagaron 88 millones de dólares –o sea, una hipoteca mensual de más de 250.000 dólares–, su cadena de oro macizo de cinco kilos de peso o los escandalosos regalos que el matrimonio suele hacer a su hija, Blue Ivy, entre los que se encuentra un balancín también de oro, valorado en 600.000 dólares, o una Barbie adornada con 160 diamantes que la niña recibió por su primer cumpleaños y en la que sus papás se gastaron 80.000 dólares.
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