Este jueves, 8 de marzo, se celebra el Día de la Mujer. /
Decir que algo está pasando en nuestra sociedad con respecto a la figura de la mujer y su visibilidad con un nuevo foco es ya algo evidente. Y no se ha llegado a este punto de manera repentina. Ha sido algo paulatino pero notorio y firme en el avance de las reivindicaciones y muestras de evidencia de lo que es hoy ya un clamor a la igualdad.
Lo más importante de este movimiento es sobre todo la toma de conciencia unánime no solo de la violencia que se ejerce sobre la mujer por parte de algunos seres despreciables y que ha recibido las protestas rápidas y tajantes desde toda la sociedad. Los agresores tienen hoy la repudia instantánea y la visibilidad suficiente para ser denunciados de manera más global y decidida. La resignación y el amparo de una sociedad opaca para estos asuntos en algunas ocasiones ha sido sustituida por un 'todos a una' desde todos los ámbitos sociales: educacional, político y de medios.
Pero quiero centrarme en un paso más allá, en esos actos menos evidentes hasta ahora que han quedado patentes en esa reflexión general. Desde la brecha salarial hasta actitudes de la sociedad que denotaban un tratamiento de falsa protección y cuestionable amparo.
Toca dar un paso más todos juntos. Siempre insisto en que nosotras, sin vosotros, tampoco podemos ni queremos. Os necesitamos igual que nos necesitamos entre nosotras y aquí no debe haber distinciones en ideologías o puntos de vista sobre otros muchos asuntos.
A veces tengo la sensación de que hay algunos hombres que temen a las mujeres que tienen cerca por su capacidad y por sentirlas adversarias profesionalmente. Su anulación y poca visibilidad es un recurso que tiene los días contados.
Pero no dejamos de lado datos y ejemplos de desigualdad. Sin mirar atrás más que para no repetir los errores, es momento de no perder el impulso tomado en este último año para saltar muy alto. El momento no es otro que este. Y siempre de la mano de nuestros aliados, vosotros. Maestros, hermanos, parejas, compañeros de trabajo, jefes y subordinados. También hombres con los que tratamos a diario, que nos dais ejemplo, sobre todo, los más jóvenes, de un trato igual y participativo.
Y, por supuesto, con las mujeres que nos rodean a cada paso que damos. Me detengo aquí para recordar que no hay avance en este camino hacia la igualdad sin un trabajo en profundidad para sentar bien las bases en la educación desde la infancia, en el hogar y colegios, en esos valores de respeto y consideración.
Es hora de practicar con el ejemplo dando un poco de tregua a lo logrado, para que se asiente, y crear un nuevo escenario y una cultura distinta en las relaciones. Podemos dar el ejemplo que los hombres nunca han dado. Y demostrar que gracias, o a pesar de lo vivido durante milenios, hemos aprendido lo suficiente para compartir nuestra sabiduría. Conocimiento en resiliencia, tenacidad, sentido común, compañerismo, afectos, compromiso, entrega, escucha, planificación, compasión, fortaleza, multifuncionalidad y tantas y tantas aptitudes que nos hacen merecedoras del liderazgo, sin duda alguna.
Ha llegado la revolución de manera lógica y natural, como la evolución de lo sembrado y trabajado por tantas y tantas mujeres, pero también hombres a nuestro lado. Y esto no hay quien lo pare. Solo espero que no se quede ahí, ni se politice o se haga sectario, sino que sirva para avanzar y de ejemplo para la igualdad, no solo de la mujer, sino además de tantas y tantas áreas en las que aún queda mucho por hacer y aplicar esta revolución.
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