Todos los detalles de la visita de la Infanta Cristina a Iñaki Urdandarin en la cárcel

El penal de mujeres de Brieva, en Ávila, vivió el pasado 24 de junio su primera vista real. La Infanta Cristina acudió a encontrarse con su marido, Iñaki Urdangarin, en el módulo especial de hombres, único para él, donde le aguarda un largo futuro entre rejas, no menos de 17 meses sin un solo privilegio penitenciario.

La hermana del Rey Felipe tuvo la aparente complicidad y facilidades añadidas, tanto del secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz González, como del director de la cárcel de Brieva, Jesús Martín, que lleva en el cargo desde pocos meses después de su inauguración de esta cárcel, en 1989, y que ha ordenado el control de cualquier información sobre su huésped ilustre, con un control extremo de los propios funcionarios que le vigilan.

Las primeras informaciones, más o menos oficiosas, afirmaban que la Infanta entró a las 14:15 horas de ese caluroso domingo. Otras fuentes afirman que fue a las 20:15 horas. En todo caso, una vez terminado el primer o el segundo turno oficial de visita, y coincidiendo con el momento de la comida o la cena. Una circunstancia en la que los reclusos y el personal penitenciario están más relajados y distendidos, y sin nadie en los habitáculos ni en los alrededores de la prisión. Todo ello con el fin de que doña Cristina pasara inadvertida a su llegada. Y así fue. Fuentes oficiosas indican que Cristina de Borbón entró en un vehículo con las lunas tintadas por la Avenida de José Antonio, que une la carretera Nacional 101 con la localidad de Brieva, y donde se encuentra el primer control de acceso: una valla metálica abatible.

Después, continuó el trayecto por el interior del recinto en torno las dependencias de los funcionarios, hasta llegar a la rotonda donde se encuentra el gran portón de entrada al penal, flanqueado a derecha e izquierda de los controles de entrada. Este portón, según algunas fuentes, fue abierto para que entrara su coche, algo insólito según comentan.

Tras atravesar el portón principal, accedió directamente a la puerta del módulo de hombres donde se encuentra en solitario Iñaki. Nadie la vio, salvo el funcionario que estaba de guardia en ese momento vigilando al exduque de Palma. Sus únicos compañeros son tres funcionarios que se turnan a lo largo del día: mañana, tarde y noche. No son funcionarios fijos, sino que rotan entre los 86 empleados que tiene la prisión abulense. Todos ellos trabajan en el módulo de mujeres y son sacados de sus puestos para este tratamiento especial. No obstante, también Urdangarin ha recibido visitas puntuales y profesionales del resto del personal penitenciario: médico, sacerdote, psicólogo, educador social y ATS.

A diferencia del resto de los familiares de presos, la Infanta no tuvo que esperar turno a la entrada. En menos de 5 minutos, pasó todos los controles y entró directamente al locutorio, que está junto a la verja del funcionario, donde tuvo su primera visita semanal de unos 40 minutos. Finalizó con la salida en el mismo vehículo privado y sin parar por el control de salida. Esta visita es la primera confirmada, aunque se ha especulado que también acudió antes su madre , Claire Liebaert, pero no hay constancia oficial ni fotográfica de ello.

La Infanta vio que el módulo penitenciario donde reside su marido es muy reducido. No alcanza los 1.000 metros cuadrados de edificación del total de 43.500 que ocupa la cárcel. Al entrar al módulo, lo primero que vio fue la cabina del funcionario. A su lado se encuentra el locutorio donde estuvo Cristina de Borbón. Este habitáculo está separado con unas rejas de un estrecho corredor horizontal que conduce al resto de dependencias.

A la izquierda se encuentran las cinco celdas, todas vacías menos la que ocupa Urdangarin, la misma que utilizó en su día Luis Roldán, el exdirector general de la Guardia Civil. Es rectangular, con una ventana, una cama, una mesita de noche y un armarito. Junto a esta celda, hay un recibidor que Roldán convirtió en su despacho, con una mesa y dos sillones, y que, presumiblemente, también se convertirá en el área de trabajo de Iñaki Urdangarin.

Junto a este recibidor, a la derecha del corredor, está la sala-comedor donde el exduque ve la tele, un artilugio que no ha tenido que traer ni adquirir, ya que se la ha proporcionado Instituciones Penitenciarias. Eso sí, solo puede ver los canales generalistas, ya que las opciones de pago son, por ahora, imposibles, puesto que el módulo carece de conexión a Internet, necesaria para este privilegio. Este saloncito es su lugar principal de evasión, donde además de entretenerse, lee, escribe y estudia. Al fondo de este reducido pasillo, de unos 20 metros, está el baño, con cinco platos de ducha, retretes y lavabos.

También a la entrada al módulo se encuentra la sala de vis a vis, todavía no utilizada. Fue creada por petición del juez Garzón cuando estaban los narcos arrepentidos de la operación Nécora, y que, según fuentes penitenciarias, ha sido reformada. Allí podrá disfrutar, a parte de las visitas semanales de 40 minutos que se realizan en el locutorio, de un encuentro familiar al mes y otro íntimo con la Infanta, si así lo desea.

Fuera del módulo está el patio donde Urdangarin pasea en solitario. Bastante pequeño y muy estrecho, apenas 25 metros de largo por siete de ancho, lo que limita sus paseos o el 'running', una actividad a la que el exduque de Palma se ha vuelto muy aficionado. No tiene gimnasio, pero si le van a suministrar material para hacer ejercicios de musculación y hasta una bicicleta estática.

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