¿Cómo borrar nuestro pasado de Internet? / getty images.

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Pasado continuo

Otra semana más, Anne Igartiburu nos ofrece su reflexión.

Ha llegado la hora del auto análisis para los usuarios de las redes. Muchos políticos y líderes de opinión, o futuribles cargos relevantes en distintos ámbitos, revisan ahora sus trazos en Internet. No solo ellos. Hoy que la sociedad se da cuenta de la importancia de la ‘foto global’ del mapa diseñado por cada uno de los usuarios, y la posibilidad de estudiar la vida pasada de cualquier persona, muchas eliminan detalles que puedan influir en algo tan importante como una entrevista de trabajo. No está de más echar una mirada atrás en aquello que se ha mostrado públicamente. Y, así, valorar si se es coherente en las manifestaciones lanzadas al espacio abierto. Algunos calibran, sopesan y, como digo, hacen un análisis de lo que son y de lo que han dicho ser

Otros, incluso, eliminan mensajes, tuits, posts, fotos, reposts y demás expresiones de sus publicaciones, como queriendo pulir ese ‘yo’ que muestran. Sucede algo parecido en el universo de los adolescentes, quienes, pasado un tiempo, cambian de parecer y se sorprenden con un pasado lleno de experiencias vitales, pero en un presente con prioridades distintas. Es solo cuestión de verlo, entenderlo y aceptarlo para avanzar. 

Borrar el pasado, en el caso de las redes sociales, es casi siempre posible. Pero solo, en parte, porque si un clic permite deshacer el camino andado que hoy es incómodo para aquellos que dejaron el rastro, está claro que hubo algo que en su momento no se hizo de manera coherente y sensata. Eso es obvio.

La mayoría reaccionan rápido cuando se les llama la atención. Otros, lo dejan estar hasta que se les pone en el punto de mira y rastrea su vida expuesta, buscando un renuncio o imperfección. 

No todo el mundo es coherente en su vida y esa autenticidad lleva su tiempo

Es cierto que hay que pensar lo que uno expresa públicamente, y que es necesario que sea lo más honesto y acorde con lo que uno es. Pero no todo el mundo es coherente en su vida y esa autenticidad lleva su tiempo. Quizá deberíamos aceptar que esa personalidad varíe y entender que puede haber una evolución. Cierto es que hay cosas que son imposibles de encajar en un mundo de ataques e insultos en público. Eso por supuesto. Pero el resto de cambios de visión y posturas, son también el claro ejemplo del giro que dan las personas y, sobre todo, los personajes que se crean de cara al público. Mientras se concilian los dos roles, creo que es bueno mirar atrás y celebrar que se puede cambiar y rectificar de manera consciente y sana. Creo que, mientras sean posturas de uno mismo, es loable reconocer que, en momentos puntuales, se puede opinar de una manera y, después, variar. ¿O no? 

Ya que las redes permiten precisamente esa inmediatez, invito a todos a mirarlo como lo que es: un guiño puntual que también puede ser revocado, corregido y cambiado. Nos hemos convertido en juez y parte de un movimiento que no deja títere con cabeza, sobre todo para aquellos que no la utilizan de manera sosegada al mostrarse al mundo. 

Quiero pensar que, igual que hay un presente impulsivo en el que uno se expresa con ímpetu y ganas de cambio, existe también el futuro continuo y continuado que ayuda a ver quien ha sido cada uno y hacia dónde mira, en comparación con hace cinco o diez años.

Quizá, no borrando el pasado, sino reescribiendo un futuro. Reconociendo, también públicamente y de manera humilde, lo aprendido en el camino como muestra de evolución.

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