Hablar con Raimundo Amador es todo un lujo. Gitano nacido en Triana y criado en las 3.000 viviendas, ha ido creciendo hasta lo más alto de la música a base de romperse las huellas de los dedos contra las cuerdas de su Gerundina, la guitarra que, dice, ha criado a sus hijos. Ahora, la tiene aparcada y la saca para ocasiones especiales, pero con ella, con otra flamenca o con una eléctrica, es su mejor manera de expresarse.
Charlar con él sobre música es imposible de seguir, ya que su cultura musical es interminable. En gran parte, porque él ha sido precursor del paso adelante que dio el flamenco en su momento. Siempre comparte escenario con sus amigos y, ahora, también con su nieta.
Y en vacaciones, como no puede dejar de tocar, se va a la playa de Zahara de los Atunes (Cádiz) y se sube al escenario de Antonio a tocar La luna. Momentos antes hablo con él de tantas cosas que da para un par de entrevistas. En breve, nuevo disco. Así ha sido el 'Local de ensayo' con Raimundo.
Corazón Estás a punto de sacar nuevo disco. ¿Cómo va a ser? Raimundo Amador No te puedo contar mucho aún, pero sí te puedo dar alguna pista. Es el 20 aniversario de Noche de flamenco y blues y siempre he creído que debía hacer algo especial cuando llegara este momento. Además, desde 2010 no saco disco nuevo y sé que mi gente lo quiere desde hace tiempo. Ya tenía un disco de estudio preparado, pero fue mi hijo Raimundo Jr. el que tuvo la idea de hacer un homenaje a ese gran disco que hicimos en directo en 1998.
C. Y, ¿cómo va a ser R.A. Pues en directo y en mi casa (risas). Lo he hecho junto a mi hijo y han venido muchos a tocar con nosotros. Desde Concha Buika, hasta el Langui o Sorderita. También canta mi nieta, que también está conmigo en algunos de mis conciertos.
C. ¿Esto es sin discográfica? R.A. Sí, las 'disqueras' te dan mucha caña y yo ya me hago lo mío. Ya el anterior disco (Medio hombre, medio guitarra) lo hice a mi ritmo con una discográfica pequeña de un amigo. Mejor así. Este disco lo sacaré con mi sello. Quiero que sea cuanto antes, pero estamos con los remates para que sea perfecto.
C. Estás a punto de los 60. Ahora, ¿qué es Raimundo Amador: más hombre o más guitarra? R.A. (Duda) Tengo 59 y llevo unos años diciendo que tengo 60. Ahora que llegan de verdad, me da más respeto. Pero la verdad es que me encuentro muy bien. Cuando le digo a mi mujer que me duele aquí o allí, me dice que alguna vez me tendrá que doler algo, que demasiado bien estoy (risas). Ahora mismo me siento más hombre que guitarra, pero cuando subo al escenario sigo siendo todo guitarra.
C. ¿Y guitarra flamenca o eléctrica? R.A. Siempre que me llaman para hacer una colaboración, tiro de flamenca. En ocasiones especiales, de mi Gerundina. Pero la eléctrica está ahí siempre. No puedo elegir una u otra.
C. Gerundina es tu guitarra desde hace años. Pero, exactamente, ¿desde cuándo? R.A. Uy, pues desde 1982, creo. La misma. Hay otra que tiene mi hijo, pero Gerundina está ahí desde que me la dio el 'luthier' que la hizo, Gerundino Gutiérrez. Por eso se llama así. Es mi guitarra más famosa y mi segunda mujer. Siempre digo que Gerundina me ha criado a todos los niños. Sigue conmigo, y eso que le he dado caña. Recuerdo con Pata Negra que tocábamos todo el día y hacíamos percusiones con la guitarra. Solo tenía esa y me la llevaba todos los días allí donde fuera. A pesar de las noches locas, siempre volvía a casa con ella (risas).
C. Raimundo, ¿cuándo decides que esto es lo tuyo? R.A. Estaba la opción de cante, baile o guitarra. Y yo no destacaba mucho en los dos primeros. Así que, como se me daba bien la guitarra, por las noches le decía a mis padres que me iba a ver a mi primo y me iba a tocar a tablaos. Ahí, ya éramos profesionales, aunque cobrábamos la propina. A Los Gitanillos, que tuvo ese nombre por nosotros, venían a vernos Curro Romero, Camarón, Los Chichos, Las Grecas, muchos anticuarios de Madrid...
C. Ahí arranca tu amistad con Camarón de la Isla. R.A. Para mí, Camarón y Paco de Lucía lo eran todo. Me gustaba Farina, Molina o Caracol. Pero, cuando le escuché a él, todo cambió. Musicalmente iba buscando algo especial de cada uno que le rodeaba. Recuerdo que le gustó algo de un primo mío que cantaba conmigo en Sargento Platillo y quiso verlo. Yo iba con la guitarra y casi me parto los dedos tocando.
C. Y le disteis la vuelta al flamenco con La leyenda del tiempo. Arriesgado, ¿no? R.A. Arriesgadísimo, pero estábamos locos y ni lo pensamos. Pasó como con Veneno o Pata Negra. Fueron momentos que cambiaron el flamenco para siempre, como pasó también con Ketama. Los puristas nos miraban mal, pero al final lo aceptaron. No sabíamos lo que hacíamos y salió bien (risas).
C. Con Ketama la relación venía de tiempo atrás. R.A. Y tanto. Mira, recuerdo mi fiesta de cumpleaños de los 26. Fue un fiestón. Ahí ya Antonio Carmona tocaba el cajón con nosotros. Él, Rafael a la guitarra y yo el bajo. Recuerdo ese día en Malasaña como si fuera ayer. Terminamos al día siguiente.
C. ¿Y cómo ves tú el panorama musical actual? R.A. Aquí me tengo que contener, porque sería muy duro. A veces, siento que soy uno de los culpables de la mierda que se hace ahora. Nosotros empezamos el cambio flamenco y, ahora, están saliendo cosas muy malas. Nosotros nos llevamos las broncas y las críticas de nuestros padres y de los puristas del flamenco y, hoy, todos quieren ser lo que nosotros fuimos. Copiar. Pero el marrón nos lo comimos nosotros. Pata Negra, Ketama, Smash con Manuel Molina, El garrotín... Él fue el que me animó a cambiar mi forma de tocar la guitarra. Me dijo: "Deja de tocar la guitarra por Paco de Lucía y encuentra tu forma de hacerlo". Eso me cambió mucho y ahí es cuando Raimundo Amador empezó a tocar música con su propio estilo.
C. ¿Te has negado alguna vez a alguna colaboración? R.A. A esta edad, uno aprende no a negarse pero sí a escabullirse (risas). Alguna vez ha pasado...
C. ¿Cómo Raimundo Amador se hace compadre de BB King? R.A. Esa historia es muy bonita. Yo he sido fan suyo desde los 14 años. Recuerdo que lloraba de emoción cuando le escuchaba tocar. Mi familia entera lo adoramos. Y lo digo en presente, porque él sigue vivo para mí cada vez que me subo a un escenario. Vivimos muchas cosas juntos. Recuerdo que cada vez que nos veíamos le regalaba billetes de 100 dólares a mis hijos. Afortunadamente, estábamos bien económicamente y yo le decía que no lo hiciera, pero para él era un gesto de amistad. Cada vez que venía, había hijos y nietos nuevos (risas). Yo le regalé algunas joyas familiares y un anillo de oro que ahora tiene su nieto.
C. Tú le admirabas, pero era mutuo. R.A. Sí. Él siempre me decía que, si en vez de haber nacido en España hubiera nacido en EE.UU., sería como él, como Bill Haley o Jimmy Hendrix. Imagínate el piropo. Y, después, añadía: "Yo sé que ganas dinero, pero ganarías mucho más" (risas). Siempre me daba el mismo consejo: "No cambies. Sigue igual que eres".
C. Si la pareja BB King y Raimundo era atípica en un inicio, la de Björk no te quiero contar. R.A. (Risas) Me encanta Björk. Cuando tenía 20 años, Kiko Veneno y yo veíamos a los Sugarcubes y nos encantaba el grupo y ella, claro. Guapa, guapa. Nos encantaba la boca tan bonita que tenía. Enamorados estábamos de su música y de ella (risas). Coincidimos porque ella quería un guitarrista flamenco y, como compartíamos discográfica, pues nos pusieron en contacto. Pensaron que dos majaretas juntos podrían hacer algo interesante.
C. ¿Qué música oyes en casa? R.A. De todo menos lo que no me gusta (risas). Escucho mucho a Hendrix, Miles Davis, los Rolling, Jeff Beck, Otis Redding, música hindú, árabe o Bob Marley. Lo comercial no me gusta.
C. ¿Has soñado ya con Hendrix? R.A. (Risas) ¿Y tú cómo sabes eso? Es verdad que me da mucha rabia porque yo he soñado muchas cosas y siempre he querido soñar que toco con Jimmy Hendrix, pero ese sueño aún no ha llegado. Y eso que cuando duermo me pongo a Hendrix.
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20 de enero-18 de febrero
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