Nos quedan un par de semanas de agosto y quien más quien menos apura sus vacaciones como si no hubiera un mañana. Mientras, otros esperan a septiembre como agua de mayo para calzarse las chanclas. Este verano está siendo de todo menos fresquito.
Y no sé si es el calor o que yo me he puesto más ‘a mano’ de lo habitual en mi entorno, porque me he tomado también mi tiempo para estar con los que no veo mucho últimamente. La cosa es que he escuchado y atendido a más de una persona que necesitaba algo de acompañamiento para aclarar sus ideas, un tanto dispersas como digo, quizá por las temperaturas.
También es cierto que las vacaciones son muy propensas a cuestionarse asuntos importantes, como la pareja, el trabajo y la propia existencia de uno mismo. Creo que conviene ser prudentes a la hora de dar consejos, a menos que te pidan lo contrario y quien lo haga se atenga a lo subjetivo del mismo. Cuando alguien tiene un conflicto abierto con la pareja, por ejemplo, uno sabe que se debe ir con cuidado a la hora de opinar, pero también se puede convertir en el sparring perfecto para resolver pequeñas crisis. Y en este caso, cuando me han preguntado algo así como "¿por donde empiezo?" o "¿qué debo hacer?", he respirado profundo e intentado ser prudente en las valoraciones y cuidadosa en los comentarios. Respondiendo algo tan sencillo como: "¿Tú que necesitas?". Es decir, "para que esta situación que te quita el sueño cambie, ¿qué debería suceder?". Es una pregunta recurrente en el ámbito del coaching, como punto de partida para comenzar a diseñar el escenario deseado por quien afronta un proceso de cambio.
Parece una pregunta sencilla, pero precisamente lo potente de la pregunta radica en la sencillez de la misma. Porque de lo que necesitas, concluirás cómo afrontar la conversación con esa persona con la que tienes el conflicto o distanciamiento. Si explicas tus necesidades a quien tienes en frente, sin reproches ni quejas, y desde una petición considerada, aportas pistas sobre cómo quieres llegar a la solución del conflicto. Se pone el foco en uno mismo y las necesidades que tiene y, de una manera muy abierta, invita a que quien lo escuche a que lo reciba como una petición para avanzar. Por lo tanto, a quien me ha preguntado por el camino a seguir en una relación sentimental deteriorada, he preguntado: "¿Qué necesitas de la otra persona o de la relación?" .
Quizá nunca hayamos verbalizado debidamente las necesidades y expectativas que tenemos con respecto a una relación. Y es algo muy recomendable de hacer. Eso sí, la manera en la que lo hagamos es fundamental. De ello depende el éxito de la conversación y por supuesto de la propia relación. Muy a menudo se dan cosas por sentadas; cosas que quedan establecidas en la pareja sin apenas cuestionarlo y quizá no son del todo llevaderas para uno de los miembros de la misma. O puede ser que alguno de ellos eche de menos detalles que para el otro son imperceptibles, además de prescindibles. Si se plantean las necesidades de cada uno de una manera positiva y con actitud de avanzar juntos, habremos dado todos con la clave para salir del laberinto de la incertidumbre para tomar la mejor decisión. Porque solo dibujando un mapa conjunto se camina con coherencia en el sendero de la vida en pareja.
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