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Es uno de los sacerdotes más conocidos de Sevilla. El nombre de Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp ha estado siempre muy presente en la familia Alba. Tan buena es la relación del sacerdote con la familia, que ya ha oficiado dos bodas en el Palacio Dueñas y ahora va a casar a un tercer miembro de la familia, el duque de Huéscar. Fernado Fitz-James contraerá matrimonio el 6 de octubre con Sofía Palazuelo. Y aunque esta vez la boda se celebrará en Madrid, lejos de la iglesia de Santa María de las Flores, su parroquia de Sevilla, la celebración bien vale el viaje.
De los futuros novios Sánchez-Dalp asegura que ya los conoce, especialmente a Fernando. «Es un chico estupendo, él y su hermano Carlos», cuenta el sacerdote. «Ha cambiado mucho, era muy tímido de pequeño y ahora es muy resolutivo, inteligente, serio, sobrio y sobre todo humilde. Es un chico normal», sentencia. Para Sofía también tiene buenas palabras. ¿La ve como duquesa de Alba? «Ya lo creo que sí, es más, me gustaría, uno no tiene nada que opinar sobre el amor de una pareja joven, pero será una apuesta segura».
No quiere hablar sobre el futuro matrimonio, pero de bodas entre rostros conocidos sabe bastante. De hecho, él fue el encargado de casar a los toreros Miguel Báez y a Cayetano Rivera, unas bodas de las que asegura que «son muy alegres, todos rompen al final a cantar».
Es sin duda es el sacerdote en quien confía la familia Alba para los grandes días. Lo hará Fernando en unas semanas, pero antes lo hicieron su tío Cayetano y su propia abuela, la duquesa de Alba, cuando pasó por la vicaría con Alfonso Díez. De Cayetana el sacerdote guarda un cariñoso recuerdo. «La conocí siendo un niño», cuenta.
De su enlace con Alfonso tiene alguna anécdota en la memoria. «En las bodas siempre es el novio quien llega el primero, y aquí fue al revés. Siendo una boda con tan poca gente o tenía muchas ganas de casarse o conociendo su puntualidad británica... se plató allí media hora antes. Tuvo su gracia». Asegura que de ese enlace «tengo muy grato recuerdo, sobre todo la espontaneidad de ella». El sacerdote recuerda que «esta tercera boda fue reducida, de unas 20 personas, pero a pesar de ello, salió a la calle para celebrar su boda con Sevilla. Quiso estar acompañada del pueblo que tanto la quería».
El enlace de Cayetano Martínez de Irujo con Genoveva Casanova también la recuerda con cariño. «Fue una boda preciosa con tintes mejicanos, con la Virgen de Guadalupe, que siempre ha estado en la capilla de Dueñas». Asegura el párroco que «los novios eran de procedencia muy distinta pero a la hora de la verdad, en las cosas normales como casarse o bautizarse , todo el mundo se iguala». Y afirma: «El corazón no conoce apellido ni pedigrí».
Ahora le queda oficiar una tercera boda en la familia Alba, la de quien está llamado a heredar el ducado de Alba. El sacerdote cree que Fernando continuará en la línea de su abuela. «La Casa tiene un componente de mecenazgo que ha ejercido siempre. Si se han caracterizado por algo ha sido por su naturalidad y ese es un título que no te lo puede dar ningún rey», una característica que también atribuye a Fernando Fitz-James. «Eso hace que Fernando esté con un chica extraordinaria, que no solo es guapísima por fuera sino que es bellísima por dentro, y que sea un coleccionista de amigos. Es una persona muy de verdad», sentencia.
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