Imagen del restaurante Horcher de Madrid en 1956. / D.R.

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75 años en la mesa de Horcher

El mítico restaurante celebra sus más de siete décadas en Madrid con un libro en el que cuentan la historia de la familia y su periplo desde la apertura de su restaurante en Alemania a la del local en España.

La de la familia Horcher es una de esas historias que parecen sacadas de una novela. Hay de todo: desde un restaurante de éxito en Berlín en el que se dejaban ver algunos oficiales nazis hasta un traslado desde Berlín a Madrid con una espía de los aliados incluida entre sus empleados.

Aprovechando el 75 aniversario de la fundación de su restaurante en Madrid, esta semana sale al mercado 'Los Horcher' (Ed. La esfera de los libros) una obra firmada por María Ángeles López de Celis en colaboración con Elisabeth Horcher, la cuarta generación de una familia que creó un lugar de referencia gastronómica para la alta sociedad madrileña en los años 40.

Como sabrán quienes hayan frecuentado el local, el restaurante original estaba en Berlín. Fue fundado por Gustav y Hèlene Horcher en la Martin Luther Strasse, cerca de Tiergarten, en 1904. El matrimonio y su hijo Otto vieron tras las cristaleras del local pasar dos Guerras Mundiales. De la Primera Gustav volvió con la cruz de hierro de segunda clase. La Segunda no pudo presenciarla. Murió en 1931 de forma repentina y su hijo le sucedió al frente del negocio.

En 1939, el estallido de la contienda pilló a Otto Horcher intentando replicar sus restaurantes en otros países. Lo consiguió en parte: Londres y Viena, Oslo y Lisboa han tenido también en algún momento de la historia un Horcher.

Portada del libro 'Los Horcher', de María Ángeles y Elisabeth Horcher (Ed. La esfera de los libros) / D.R.

Unos por el afán expansivo de Otto y otros por imperativo nazi, cuyos altos mandos se sentaban a la mesa del restaurante berlinés mientras el dueño del establecimiento, según cuenta su descendiente en el libro, usaba sus contactos para sacar de Alemania a trabajadores judíos como Esther Zuckerman, que fue perseguida por su origen, y eso que fue una de las heroínas alemanas de los Juegos Olímpicos de 1936.

A pesar de la querencia de Göring por el restaurante, Goebels lo cerró en 1943. Otto Horcher decidió entonces que la España franquista sería el destino para la familia y sus empleados, Esther Zuckerman y su hermano entre ellos. Así, ese mismo año, abría las puertas de su local en la calle Alfonso XII en el que permanece hasta ahora.

A su mesa se han sentado políticos y empresarios, pero también personajes destacados de otros ámbitos. Diseñadores como Balenciaga, actores como Sofía Loren o John Wayne y pintores como Salvador Dalí degustaron platos célebres de la casa como el consomé don Víctor o el tradicional Baumkucher. Unos sabores que siguen en la memoria de algunos y en la carta de un establecimiento que aspira a seguir al menos otras cuatro generaciones.

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