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El pasado sábado, Carmen Rigalt, en su columna de 'La Otra Crónica' destapaba la caja de los truenos al anunciar que Miguel Bosé y su pareja, el escultor valenciano Nacho Palau, habían puesto fin a su relación y se habían repartido dos hijos para cada uno. Unos se habían quedado en España con el escultor y los otros dos se habían mudado a México con el cantante.
Costaba creer esta realidad teniendo en cuenta la doctrina progresista que siempre ha predicado el cantante. Estamos ante el primer divorcio en que, además de los padres, se separan los hijos. Ha sido cuestión de días que el escultor valenciano, haciendo uso de la racionalidad y del deseo de que sus cuatro hijos convivan juntos como hasta ahora habían hecho, ha puesto el tema en manos del bufete de abogados Ortolá Dinnbier Abogados de Familia, que al cierre de esta edición enviaban un comunicado a través de la agencia de noticias Europa Press.
Escueto pero contundente: "Tras la ruptura de la relación y convivencia mantenida de forma ininterrumpida con D.Miguel Bosé Dominguín durante más de 26 años, y como quiera que han fracasado las negociaciones previas que en su evitación se han venido desarrollando, D. Ignacio Palau Medina ha encargado a este despacho profesional la interposición de las acciones judiciales necesarias para la defensa y protección de sus intereses y, fundamentalmente, los de sus hijos menores".
Se avecina una batalla judicial que hará correr ríos de tinta. Veremos como reacciona ahora el cantante, ante este órdago legal que ha destapado todo lo que había venido ocultando hasta ahora. Dicen que se ha puesto "como un lobo".
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