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Pensamientos y emoción a observación

Una semana más, Anne Igartiburu nos ofrece su reflexión.

Anne Igartinuru reflexiona sobre las emociones que nos generan los pensamientos. / gtres.

Anne Igartiburu
Anne Igartiburu

La idea de gestionar lo mejor posible un acontecimiento que nos produce malestar, es algo que no está del todo asentada y aún menos pautada. Lo pasamos por alto, causando verdaderos momentos de estrés en nuestro día a día. Las emociones se producen al encontrarse cuerpo y mente. Por eso es muy importante identificarlas y saber qué hacer con ello.

Lo primero que debemos hacer es detectar que algo no está yendo bien y que nuestros pensamientos están provocando una energía densa, que quizá llevamos cargando demasiado tiempo. No somos conscientes de la cantidad de pensamientos que ocupan nuestro tiempo, contaminando y distorsionando una paz que es absolutamente necesaria para convivir con nuestro ser. Esta ausencia de serenidad hace que el estrés emocional aumente hasta llevarnos a límites insospechados de irritación, enfado, tristeza, depresión o miedo.

Las emociones se producen al encontrarse cuerpo y mente

Si no entendemos que todas estas emociones son consecuencia de una incoherencia entre lo que pensamos, hacemos y sentimos no podremos avanzar en una cura o 'rehabilitación' si se me permite, de nuestro ser intoxicado por la falta de quietud para observar lo que nos sucede. Pero ¿por dónde podríamos comenzar a explorar nuestras emociones y sus efectos en nuestra vida?

Creo que la primera cosa que debemos hacer es lo que yo llamo 'soltar'. Soltar la tensión que nos produce el sentir ese pesar. ¿Cuál sería el siguiente paso? Detenernos a meditar y permitir que lo que nos llega al soltar esa tensión que nos crea ansiedad, sea sustituida por nuevas sensaciones, creando un nuevo estado.

¿Cómo? Me preguntaréis, si ya de por sí, suena algo complicado dejar fluir las cosas cuando estamos bajo una energía negativa, pararnos a ‘no pensar’ parece aún mas difícil. Detente a escuchar en quietud, como si lo vieras en una pantalla desde el patio de butacas. Te alejarás del asunto que te limita tanto y te sorprenderás de todo lo nuevo que llegara después desde el subconsciente. Para ello es fundamental tener unas pequeñas nociones de meditación o de mindfulness —presencia plena—, que se pueden aprender en cualquier libro o consultando a personas que lo practican, sin ser necesariamente un gurú de la materia. Insisto: hay que ir poco a poco y practicar sin presión, cada uno con la fórmula y método que le funcione.

Llegarán nuevos pensamientos, seguro, que harán ‘su trabajo’ para distraerte y sacarte de esa quietud. Somos así, llevamos toda la vida haciéndolo: poniendo en práctica el ‘modo miedo’ que se ejecuta de manera automática para ponernos a la defensiva. En cuanto nos demos cuenta de que no hay nada que temer y que la razón debe quedar a un lado para vaciar juicios, vendrá el disfrute. Quizá no llegue de manera inmediata, pero buscar momentos para este ejercicio, hará que tengamos una claridad de mente muy interesante que dará sus frutos.

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