Kiko Rivera, conquista Nueva York

Lo consiguió. Kiko Rivera cumplió uno de sus sueños: triunfar en Nueva York. Lo hizo el pasado fin de semana en la planta 22 del hotel Royalton Park Avenue, situado en la almendra central de Manhattan. La expectación fue arrolladora. Tanto, que para acceder al interior del hotel se organizó una cola que daba la vuelta a la manzana. Empezó su actuación a las 22:30 horas de la noche. Lo hizo recordando a Michael Jackson y su célebre 'Thriller'.

Los móviles le apuntaban mientras él trabajaba con las mesas de mezclas. Y al tiempo que la música sonaba, hubo besos, saludos e incluso gritos. Conexiones en directo a través de las redes e infinidad de 'flashes'. La gente le bombardeaba a fotografías, y él sonreía entre el miedo y la satisfacción: "Siempre me pongo nervioso, pero hoy lo estoy un poco más, porque es un paso importante y necesario". El 'sold out' responde al resto de las dudas planteadas desde España. Más de 1.200 personas ­—aforo completo— bailaron y cantaron durante las cuatro horas de trabajo.

Ni siquiera una pelea entre dos invitados deslució una noche lluviosa y fría, pero con sabor español. Los allí presentes, entre los que se encontraba el ganador de un Grammy Carlos Escalona, desembolsaron entre 60 y 3.000 dólares —reservado con champán— para disfrutar de una noche diferente. Kiko compartió cabina con otro DJ que no consiguió obtener el mismo éxito. Tampoco en la planta inferior, donde la música era tecno, se consiguió reventar el aforo.

Por eso, los promotores del espectáculo se deshicieron en alabanzas hacia él: "No pensamos que iba a tener tanto éxito como el que ha tenido, estamos realmente contentos y esperamos poder verle de nuevo muy pronto", comenta Ricardo, uno de los responsables del sueño americano de Rivera. Y así será, porque 'Corazón' ha podido saber que ya tiene sobre la mesa dos propuestas para volver a Estados Unidos, y también a Colombia, donde podría compartir 'show' con uno de los grandes cantantes del momento.

Es evidente que la experiencia resultó gratificante y conmovedora. No solo porque Kiko demostró con creces su entredicha profesionalidad, sino porque logró superarse con un público de alto nivel que conocía todas sus canciones. Quítate el top fue una de las más aplaudidas. Aunque es cierto que gran parte de los congregados eran españoles afincados en la ciudad de los rascacielos, la música latina poco o nada suena en el gélido Manhattan por lo que la actuación fue, para todos, una grata sorpresa, incluso para el cómico CalvosGang, que viajó expresamente hasta Nueva York para hacerse una fotografía con uno de los calvos más famosos de nuestro país.

Arropado por sus representantes, el hijo de Isabel Pantoja estaba pletórico: "Este es el momento que esperaba, la confirmación de que el trabajo bien hecho, da buenos resultados", decía al finalizar. Estaba feliz. En su recuerdo, sus tres hijos, su madre, su esposa, su padre y el resto de su familia. Son su mejor refugio y los que le guían, incluso en la ausencia: "¿Crees que estarán orgullosos?", repetía como un mantra. Y lo están. Su hermana Isa le deseó suerte justo antes de partir durante una comida que puede significar el inicio de la reconciliación entre ella y Omar Montes.

Kiko quiere a su hermana. No guarda rencor. Se le percibe tranquilo, expectante ante su agitada vida, pero convencido de que los tiempos difíciles ya han pasado. Tiene la convicción de que Isa va aprendiendo con el paso del tiempo que nada es lo que parece. Ni siquiera aquellos que la suben a los cielos y la dejan caer en pleno vuelo son quienes dicen ser: "Yo estoy siempre y espero que ella también lo siga demostrando, es mi hermana y la adoro", se confiesa.

Orgullo de hermano y también de hijo. Porque Isabel permaneció atenta, a pesar del cambio de hora, del debut internacional de su hijo: "Ojalá pueda estar en otro momento con él y acompañarle ahora que ya se ha promocionado y la gente de allí ya le conoce", dice a esta revista. Las palabras de Pantoja son la de una madre entregada que solo quiere que sus hijos —los dos, sin excepción— alcancen todas sus metas.

No es cierto que Isabel esté cabreada o fatigada tras la entrevista de su hija en televisión. Es cierto que Isa podría haberse escorado hacia el silencio ante preguntas incómodas, pero el resultado no fue tan catastrófico como insinúan. Isabel apoya a su hija, la respeta y viven una bonita luna de miel. Están acostumbradas a que el ruido les ensordezca, pero una y otra confirman que la paz reina ahora entre ellas.

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