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No funcionó. Julen Lopetegui duró cuatro meses en el banquillo del Real Madrid y, para ocupar su lugar Florentino Pérez ha mirado qué tenía en casa para solventar la papeleta. El elegido, mientras Antonio Conte se decidía -el mejor situado-, era el exjugador Santiago Hernán Solari. Un hombre igual de serio en su trabajo que hermético.
Sí, del argentino, nacido en Rosario en 1976, poco más se sabe que es un "enfermo del fútbol", como le definen en su círculo más íntimo. Una 'dolencia' que compagina con el amor por los libros. Entre sus 'must' se encuentra Jorge Luis Borges. Pero también circula una anécdota de su época de jugador merengue -lo fue cinco años en la etapa de los llamados Galácticos- sus compañeros miraron con cara de póker al verle con una obra de Nietzsche: 'Así habló Zaratustra'.
De su vida íntima se sabe poco. Por no decir nada. Desde que se anunció que se haría con la primera plantilla del Madrid, los medios han intentado buscar un resquicio por dónde colarse. No lo han hallado. Hay más datos de su hermana, Liz, reconocida modelo argentina que vivió el drama de que su pareja, Leonardo Verhagen, muriera en sus brazos en 2010.
La 'Barbie perfecta', como se la conoce allí, es el único pase en fuera de juego de una familia llena de futbolistas. El padre, el tío, el primo de Santo... Todos han vivido ligados al balón. Es más, una prima de Solari, Natalia, se casó con uno de los compañeros de este en su etapa en activo en el club blanco, Fernando Redondo.
En un principio, Solari iba a ser un entrenador 'puente'. Alguien que salvara los muebles en lo que la entidad blanca encontraba, tal y como rezaba su comunicado, un entrenador que gestionase la gran cantidad de nominados al Balón de Oro que tienen en su vestuario. Sin embargo, el buen trabajo de Solari en los cuatro partidos que ha dirigido, han llevado a que ayer le ratificasen como su técnico hasta final de temporada.
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