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Dudas si te gusta Dani Rovira, pero piensas que Álex de la Iglesia pensó en José Mota y se te quitan las dudas. Hablo de ‘Superlópez’, película que quiso hacer el vasco, pero que ha dirigido Javier Ruiz Caldera (‘Spanish movie’, ‘Anacleto: Agente Secreto’) con los guionistas Borja Cobeaga y Diego San José y, sobre todo, con el superhéroe español creado por Jan en 1973. Se inventaron cosas, pero son muy fieles al tebeo original. También se parece al ‘Superman’ de Richard Donner (un poco en la infancia del niño que aterrizó con bigote desde el planeta Chitón).
Por supuesto, lo resultante está más cerca de Bruguera que de la Marvel. En España, ser superhéroe es un marrón. Ya le dice su padre que aquí no hay que destacar, que te machacan. Que mejor la medianía. Todo es cómico, hasta la villana (Maribel Verdú). Pero lo mejor no es Dani Rovira, es Alexandra Jiménez, que hace de su novia. Y las escenas a lo Cary Grant (con perdón) y Katherine Hepburn (sin perdón en este caso).
En el siglo XIX surgieron las leyes sobre feos. Por ejemplo, esta de Chicago (1881): “Cualquier persona enferma, tullida, mutilada o deforme en general, de manera que resulte desagradable o repugnante a la vista, o que no sea una persona a quien resulte adecuado permitir que deambule por calles, carreteras, autopistas o espacios públicos de la ciudad, no deberá mostrarse a la vista pública en estos lugares bajo pena de una multa”.
Lo cuenta Gretchen E. Henderson en ‘Fealdad. Una historia cultural’ (Turner), donde analiza infinitos ejemplos. Señala que la etiqueta de feo dice más del que la coloca que del que la lleva. Curioso pero lógico lo del hedor como fealdad. Controlando el olor se aspiraba a controlar la fealdad. Junto a lo político de la Revolución Francesa, otra revolución sensorial empezó a distinguir lo fétido de lo fragrante. Menos mal.
Si en una serie salen Michael Douglas, Alan Arkin, Susan Sullivan, Lisa Edelstein, Danny de Vito o Ann-Margret, la cosa suena bien. Si el creador es Chuck Lorre, el de ‘Dos hombres y medio’ o ‘The Big Bang Theory’, pues ya no suena tan bien. Error. ‘El método Kominsky’ (Netflix) es una comedia muy recomendable.
Los señores mayores tienen más gracia que los jóvenes cerebritos. Y claro que el público es otro. Uno al que no hay que descuidar. Michael Douglas es un prestigioso profesor de interpretación que no ha tenido suerte como actor. Alan Arkin es su agente y amigo. Ambos son picajosos e ingeniosos. Humor negro, humor de envejecimiento, humor médico… Una comedia a la altura de sus intérpretes.
Bohumil Hrabal, como muchos suicidas, era un tipo gracioso. El escritor checo (1914-1997) también podía ser un peñazo de vanguardia, como en ‘Clases de baile para mayores’, donde un viejo verde amante de los burdeles habla en un monólogo de los tiempos del Imperio Austrohúngaro. Es tan insufrible como parece. Pero ‘Trenes rigurosamente vigilados’, que Jirí Menzel llevó al cine, es divertidísima. Como lo es ‘Evangelio esquizofrénico’, que La Fuga acaba de publicar en España.
Se trata de un volumen de relatos basado en su estrafalario tío Pepin, que era la inspiración de Hrabal. “El humor y la risa representan el conocimientos más profundo: un acontecimiento triste se transforma en una historia cómica y adquiere siempre un sentido profundo”, escribe el checo. Por supuesto, el suicidio también está en alguno de los textos. El suicidio para él era un adorno para la persona y le encantaba la idea de Séneca de que un hombre admirable es el que tiene el suicidio como objetivo. Pero mientras, se reía y hacía reír.
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